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Capítulo 2

JADE

Estoy alucinando. No sé dónde estoy ni con quién, pero a la vez siento una atracción increíble por todo esto. Y sobre todo por el tal Kai. Aunque es atractivo a rabiar, no me cae nada bien. Menudo imbécil.

Seguro que ha metido la pata y ahora tiene que dar explicaciones ante su jefe, que supongo que es el tío que tengo delante. Es mayor, pero no viejo. Tendrá unos cincuenta y poco, pero se le ve fuerte y robusto.

Tiene la barba blanca y sus ojos son tan azules como me contaron que eran los de mi abuelo. Tiene cara de buena persona, aunque viendo dónde vive, no me sorprendería que fuera algún empresario ricachón sin escrúpulos.

Perdí el norte cuando dejamos atrás la ciudad y no apareció ante mis ojos Huven. Supongo que el cansancio y los nervios me han impedido darme cuenta de dónde nos encontramos. La verdad es que nuca había estado aquí antes, cosa rara porque he vivido en Huven toda la vida con papá y mamá, hasta que me mudé con Anna para estar más cerca del campus y de Brad.

¡Brad! No me acordaba de él, Dios mío, debe estar preocupadísimo. Va a alucinar cuando le cuente todo esto... si es que llego viva a contárselo.

—Bienvenida a casa, Jade —¿a casa? Debe de ser la edad... —. Llevaba mucho tiempo esperando este momento, y...

—Espere, espere —le digo impidiendo que acabe —. Esta no es mi casa. Escuche, creo que se ha equivocado de persona. Quiero decir... mire, tal vez esté buscando a alguien muy parecida a mí, pero desde luego no soy yo. Se han equivocado por completo. Lo siento mucho, si me llevan a casa no pienso decir nada sobre nada, lo prometo —le aseguro, diciendo la verdad. Al fin y al cabo tampoco tengo nadie a quién contárselo.

—Querida, no vas a ir a ninguna parte. Hay muchas cosas que te estás preguntando ahora mismo —pues sí, la verdad es que tengo la cabeza hecha un trivial —y yo tengo todas las respuestas —perfecto, en cuanto me responda a un par de preguntas me podré ir a casa.

Por fiiiiiiin.

—Ahora, deja que te ponga un poco en situación, pero antes... ¿te encuentras bien? ¿te duele la cabeza o sientes mareos? —inquiere, y me parece ver un ápice de preocupación en su cara

—La verdad que sí, no me encuentro muy bien. Debe de haber sido del susto, estaba en la biblioteca y, bueno... no sé. Creo que ha sido de eso. Probablemente sea el hambre, llevo sin comer desde las cuatro de la tarde y ya son... ¿qué hora es? — dudo

—Son las dos de la mañana, Jade. ¿Quieres que hablemos mañana? Debes de estar agotada, me han dicho que te has pasado el día en la biblioteca —¿qué? ¿Cómo sabe él eso?

—Uy, uy, uy... mire... lo mejor es que me diga lo que me tenga que decir ahora y así puedo irme a casa. Verá, mi novio debe de estar preocupado y...