El Vacio: Charla (1).

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Nierya.

—Antes que nada, debo aclarar que lo que estoy a punto de contar es un mito, o al menos eso es lo que se dice, ya que esta historia se remonta al principio de los tiempos, cuando en este mundo no existía nada.

"Otra cosa, y esto es algo que deben entender. Muchos imaginan a los dioses como existencias semejantes a nosotros, solamente que más poderosos. Eso no puede estar más lejos de la verdad. Ellos son entidades de energía pura cuya forma real es, o era, algo que nosotros no nos podemos ni imaginar. Ni siquiera las representaciones más exóticas creadas por dementes se les pueden acercar.

"Es por eso que el consumo de su energía mágica los está destruyendo, porque ellos son la energía mágica misma. Básicamente, día a día consumimos a los que hicieron de este mundo un lugar donde pudiéramos vivir. Horrible, lo sé, pero es un hecho.

"Nosotros los solemos ver como seres humanos ya que ellos adquieren la forma que nuestros pensamientos les dan. De otra manera, ni siquiera podríamos comunicarnos. Un ejemplo es la diosa de la vida, Siel. A ella se le suele representar como a una mujer, pero en realidad nosotros somos los que en primer lugar le dimos esa identidad y ella, al conservarla tanto tiempo, la termino adquiriendo como propia.

"En fin, si ya he dejado eso claro, permítanme hablarles de los Ha'lie, las manos en la tierra de los dioses. O como los renombraron los iluminados, los titanes.

El monólogo de Mirya no había hecho más que empezar. En ese momento nos encontrábamos alrededor de una pequeña estufa que supuestamente había creado Delien, en donde Sarah cocinaba la sopa que habíamos traído con nosotros. Aún nos quedaba más de media hora para que la entrada de la puerta de la luna se abriera y Mirya, hablando desde la esfera de comunicación colocada en el cerro del círculo que formábamos, había decidido ocupar ese tiempo para explicarnos que era exactamente lo que buscaba Ci.

—Estos seres no son exactamente criaturas vivas —continúo—. Entre la investigación que realice en ruinas del continente mágico y los datos que estaban en el libro de los iluminados...

—¿Qué libro de los iluminados? —pregunto Delien, quien estaba recargado contra una de las paredes, fumando una pipa. De su propia bolsa saco un manuscrito encuadernado en piel y nos lo enseño—. Sólo tengo conocimiento de este, ¿acaso hay otros?

—En realidad, se han encontrado dos —le respondió Mirya—. Y si querías provocar una reacción por mi parte de "¡Oh Santa gracia de mi señora Siel, es el mismo!" Pues lamento decírtelo, pero esta cosa no me permite verlos. Y aunque fuera el caso, ya me lo imaginaba.

—¿En serio?

Delien, contrario a nosotros, no pareció sorprendido por la revelación de Mirya. Sólo se acomodó mejor y comenzó a revisar el manuscrito con aire perezoso.

—Pues claro. Por cierto, Hill dice que lo encontró en Astorie. Se lo vendió un elfo —le respondió Mirya. Nadie comentó nada, porque no teníamos ni idea de lo que hablaban.

—El paliducho. Si, lo conozco. ¿Algo más?

—Puede, pero no creo que quieras saberlo, ¿o sí?

—No, mejor no jugar con esas cosas. —Delien volvió a meter el libro en su mochila y se quedó observando la esfera—. Ya has dicho más que suficiente. Por cierto, ¿cómo dijiste que se llama mi sucesor? Solo el nombre, no quiero saber nada más.

—Da igual, de cualquier modo no tenía pensado contarte otra cosa y dudo que conozcas a sus familiares. Se llama Hill Fell.

—¿Que está pasando? —les pregunto Xi, ya harto de su charla criptica—. ¿Porque le das esa información, Mirya? ¿No nos dijiste que debíamos mantenernos callados?

Theria Volumen 5: La batalla de MirieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora