Día #1.- Calidez.

705 73 39
                                    

Amanecía. Era tan temprano por la mañana de un domingo  que era casi un crimen que alguien madrugara.

Hacía frío afuera pero en aquel departamento se disfrutaba de un clima de veinte grados centígrados. 

La habitación estaba parcialmente iluminada por una suave luz que provenía de una lámpara. Ahí estaba, sentado; un chico de rasgos tranquilos y de cabello bicolor. Se podía apreciar en él una marca de quemadura en su ojo izquierdo.

Vestía un pantalón negro de pijama, bastante común para ser sinceros, y dejaba su torso desnudo. Estaba sentado, al borde de la cama.

Parecía afligido, como si estuviera demasiado distante. Todo a su alrededor le era indiferente.

Todo, menos un notorio bulto en la cama.

Se trataba de una figura humana. Por encima de las sabanas, un alborotado cabello verde salía a relucir. Aquel cabello le llamó poderosamente la atención.

Comenzó a acercarse lentamente. Sin embargo, se abstuvo de continuar con su plan.

Su idea era besarle. Un beso tierno en la mejilla, en sus tiernas y notorias pero también características pecas.

Sonrió. Todo parecía mejorar al escuchar su respiración, al verlo dormir con tanta tranquilidad. ¿Qué se suponía que era el tiempo? Ese concepto físico no tenía ningún efecto al verlo dormir.

Se levantó de la cama apagando la luz detrás de él. La alfombra del piso silenciaba sus pasos, permitiéndole salir sigilosamente de su recámara.

Tomó un jersey que estaba en el armario y se fue.

Se dirigió a la cocina. Shoto Todoroki parecía ser un joven audaz, valiente y decidido; no por nada era un joven que por su porte y elegante forma de vestir llamaba la atención de todos a su alrededor, destacando entre las jóvenes damas que codiciaban a tan atractivo soltero.

Era joven y tenía toda una vida por delante y no obstante, era muy reservado en el ámbito personal. Su padre, Enji Todoroki, era el dueño de una de las empresas más importantes de todo Japón, Todoroki Enterprises.

A pesar de tener más hermanos, era el claro heredero del imperio económico que representaba la compañía familiar.

Su departamento era muestra clara de la riqueza que ostenta su familia. Quizás su familia no estaba en la lista de las 10 familias más ricas de Japón pero no se podía quejar.

Todo apuntaba a que Shoto debía ser el chico más confiado de la ciudad y aún así, no era capaz de ser sincero consigo mismo ni mucho menos con su acompañante, el chico que estaba durmiendo en su habitación; el sucio secreto que escondía de la prensa, de sus amigos y hasta de su familia.

Sólo bebió un poco de leche antes de regresar a la habitación. 
Aquella habitación era cálida. Le agradaba estar ahí y más por quién estaba ahí.

No regresó a su lado de la cama. Sino que se arrodilló frente al "ovillo" que era aquel chico.

Le gustaba que él durmiera de esa forma. Le recordaba a un cachorro.

Si se quedaba lo suficientemente callado, podía escuchar el latir de su corazón y a veces, en breves lapsos de tiempo, podía darse cuenta de que soltaba un pequeño ronquido, silencioso como el susurro de copos de nieve, pero adorable.

Lo amaba.

Jugó con su larga y despeinada cabellera verde, intentando no despertarle. Lo reafirmó con el mismo: en verdad lo amaba.

Su mirada se desvió por breves segundos al reloj despertador: eran casi las 7 am. Y como si tuviera 5 años, pidió un deseo para sus adentros... "Quédate conmigo para siempre"

-Te amo... -Rompió el silencio, con ese susurro casi imperceptible, incluso más silencioso que los ronquidos del pecoso.- ...Me gustaría que el resto de mi vida seas lo último que veo antes de dormir y que seas lo primero en cada uno de mis despertares. Lo eres todo para mi.-Concretó su afirmación con ese beso que tanto deseaba darle.

Esto lo hizo despertarse.

-Todoroki...-Dijo el que recién se despertaba.- ¿qué hora es?

-No importa, ¿recuerdas que es domigo?

-Es verdad...-Confirmó, seguido de un bostezo.- ¿Dormimos un poco más?- Asintió.

El lado de Todoroki fue invadido por el pecoso, y fue ahora el bicolor cambió lugares con el chico, no sin antes quitarse el jersey.

El pecoso se reposó en el pecho de Todoroki y volvió a caer dormido profundamente, respirando por la boca. Inhalaba y exhalaba.

Su aire caliente chocaba con el pecho ligeramente musculado de Todoroki y este lo abrazó con fuerza, como si temiera que se fuera de su lado; en realidad, aquel aliento relajaba a Shoto, lo llenaba de paz.

Amaba la calidez que había en aquella habitación.

-Te amo, Izuku...- repitió de una forma casi muda, temeroso de que el susodicho lo escuchara...

-[Final del Capítulo.]-

(Un "poco mucho" tarde, pero espero les guste.)

Lo que te conté cuando te hacías el dormido. •[TodoDekuWeek]•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora