CAPÍTULO 10

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A veces el amor parece muy lejano,

No quedan palabras para decir

Cierro los ojos y me dejo llevar



¿Alguna vez te has sentido atormentado ante los reclamos de tu mente? 

Justo en ese momento no era capaz de experimentar nada más que el constante reproche de su conciencia, quizá si en ese momento hubiese reaccionado más rápido o si simplemente sus decisiones hubiesen sido otras no estaría en la posición que el destino le obligo a tomar. Luego de otra ronda de seguir buscando sin realmente hacerlo se detuvo en el borde de un tejado con la vista fija en la caída de más de diez pisos que estaba de frente, y como ya era su costumbre comenzaba a albergar intenciones homicidas en contra del ser que le había arrebatado todo.

Sintió la misma mano posarse en su hombro tratando de otorgarle algo de consuelo desde que todo el desastre se desató, tal parecía que ese viejo mapache leía a la perfección lo que pensaba, y como queriendo evitar que su mente divagara en posas negativas colocaba su mano a manera de ancla a la realidad. No pronunció palabra alguna mas parecía sugerirle volver a casa, a sabiendas de que solo perdían tiempo buscándola en las cercanías de la ciudad, ninguno sentía su presencia, pero queriendo olvidar ese hecho se forzaba a recorrer cada rincón de Japón con la esperanza de encontrar una pista o en el mas simple caso, esperaba sentir que estaba haciendo algo para no perderla a ella ni a su cordura.

Dando media vuelta seguía los pasos del mayor de regreso a la casa Ichimatsu, ese lugar al que ya no podía llamar hogar, donde la actual y única descendiente de ese nombre no se encontraba desde hacia casi dos semanas, siendo privada de su libertad por el pecado de ser amada por él y corresponderle. Kokkuri-san observó el cielo nocturno estimando que eran alrededor de las dos de la mañana, si las cosas hubiesen sido diferentes en ese momento podría estar acunando a la joven mientras la observaba dormir, era un completo masoquista por recordar todo aquello que anhelaba hacer y que nunca tuvo oportunidad de concretar.

Tan pronto arribaron se dirigió con paso veloz a la habitación de Kohina para dejarse caer sobre el futom de ella, absorbía lo que quedaba de la escencia de la chica con temor de que desapareciera y el dolor de la perdida lo abrumara, su Kohina no podía quedar como un simple recuerdo. Recobrando su ahora rutina se paseó en el tocador tomando las fotografías enmarcadas de la pelinegra, ese había sido su primer paso a la locura pues las había colocado él mismo el segundo día de desaparición, verla aunque fuese solo de esa manera lo calmaba en demasía incluso permitiéndole conciliar el sueño que tanto necesitaba.

Amargamente rosó sus labios tratando de rememorar la sensación producida ante el primer y único beso que habían compartido, sus garras cortaron accidentalmente su piel como una especie de representación por lo que tan pequeña acción había provocado en la vida de ambos, tal vez Inari quería recalcarle lo que hacía tanto años atrás le había dicho.

"Nuestro deber es protegerlos, no amarlos y la decisión de un dios es la única que es correcta"

Consideró la veracidad tras esas palabras ¿Qué pasaba si estaban siendo castigados por desear a esa humana? Si resultaba ser así entonces realmente era su culpa, personalmente él podía manejarlo pero odiaba que ella tomara parte en esa condena, pero tampoco era tan benevolente como para absolver las culpas que recaían sobre Inugami, admitía que tanto Shigaraki como él habían cometido un error al haber subestimado la demencia que ese pelinegro ostentaba; pero no había manera de predecir la barbaridad que estaba dispuesto a cometer.

Im Laufe der ZeitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora