CAPÍTULO 8

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¿De que manera perciben tus ojos el color del amor? ¿Rojo como las rosas o negro como la profunda noche? Si algo de valor tuviese mi opinión diría que verde como las esmeraldas y toda planta que nos sustenta ¿Cuál otro representaba la existencia misma?

Tan verde como un campo italiano en verano, todo aquello que podía ver en tal color gritaba rebosante en juventud y vitalidad. Ese tono tan natural como el bosque mismo lo había salvado en tantas ocasiones, fue lo primero que vio en ese entonces donde el frío lo acompañaba, fue la dueña de ese color quien le entregó algo más que desprecio.

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A todos les era tan sencillo olvidarse de aquellos que no poseen ni siquiera un compañero y sin embargo se daban el lujo de emitir quejas por insignificancias, él que había nacido sin nada daría todo por una mirada compasiva, pero la verdad era que a nadie le interesaba después de todo los humanos ni siquiera ayudaban a los de su propia especie ¿Qué oportunidades tendría? La muerte no tardaría en venir por él, lo presentía, pocas fuerzas le quedaban y no tenía manera de conseguir alimento, moriría así abandonado ya lo había aceptado.

Por supuesto que si la vida siempre fuese así de mala tendría milenios que toda especie hubiese desaparecido al no encontrar motivos para procrear, y como en todos lados el suyo había llegado justo cuando sus pies acariciaban el borde oscuro de su mente. Una humana con los ojos esmeraldas lo había sostenido en brazos sacándolo del dolor, durante varios días muchas otras habían pasado por allí lamentando su estado pero incapaces de hacer algo, se sorprendió que una pequeña niña tuviese más valor que ellas. La mirada de esa pequeña mujer no le decía nada, pero ni siquiera era necesario todo le era claro como su mirar; ambos estaban solos.

Ella lo sostuvo observándolo con seriedad, la lluvia comenzó a caer sobre ambos por lo que no tardo en romper el contacto para acunarlo entre sus brazos, era la primera vez que podía sentir el calor y la seguridad que te proporciona alguien más, aquellas dolencias que le aquejaban perdían su peso mientras era resguardado por ella, podría vivir miles de sufrimientos con tal de seguir allí con la niña. Su diatriba fue interrumpida al sentir cálidas gotas que caían sobre su pelaje, la chica lloraba desconsolada en silencio y él mismo se quebró por dentro; de ser capaz de hacerlo él también habría llorado con ella.

Cualquiera que en ese momento hubiese presenciado tal escena seguramente pensarían que eran unos locos bajo la lluvia, no culparía a nadie de eso después de todo era imposible comprender algo de lo que nunca careciste, pero se permitiría llorar como nunca para tratar de desahogarse, lo necesitaba tanto.

No sabía decir con exactitud cuánto tiempo había pasado, pero eso era lo de menos su alma se sentía tan liviana ahora y podía percibir la tranquilidad en ella también, sus miradas cruzaron una vez y sintió entonces que podía amar a esa niña humana, nadie te da razones de tu existencia ni mucho menos se te da un camino, pero creía firmemente que había encontrado el suyo.

Im Laufe der ZeitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora