CAPÍTULO 15

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Por tu cariño
veo todo posible,
estás conmigo.


Los ojos grises lo escaneaban de pies a cabeza, con paso delicado se colocó justo detrás del hombre de cabellos negros tal y como marcaban las costumbres de su mundo.  De vez en cuando  le lanzaba miradas persistentes, como una petición muda se mantuvo inquieta en su lugar suplicando a Inari en la medida de lo justo, se le permitiera acercarse a su hijo.

– Ven con él si eso es lo que deseas Ōmiyame, no sere yo quién te lo impida. – dijo tomándola de la mano para que diera un paso al frente, con una sonrisa de lado observo a Kokkuri-san como esperando que lo último dicho lo hiciese molestar por lo implícito.

– Eres tu quién impone las reglas ¿Quién si no tu se lo prohibiría? – acercándose el tramo que faltaba, soltaba un comentario mordaz.

Ahora sonriendo abiertamente ante lo dicho, le dedicó una mirada para dar media vuelta y marcharse. – Te veré en dos horas Sarutahiko, aprovecha bien mi tiempo. – Su padre se marchó siguiendo los pasos de la deidad sin decir una palabra, no como que quisiera decir nada en particular.

– No se moleste demasiado. – dijo su madre con voz tranquila. – Nuestro señor es de naturaleza traviesa.

– No es como si fuera la primera vez que no es capaz de contener su lengua. – comentó suspirando el peliplata.

– Tampoco es la primera vez para usted. – arqueando una ceja la mujer le regañaba por su comentario.

– ¿Para quién de aquí lo sería? – una sonrisa escapó del control de la fémina.

– Somos kitsunes después de todo, favorecidos o no es parte de nuestro carácter. – sacando un abanico de entre las mangas de su vestido, ocultaba una sonrisa juguetona de los dos hombres, pues su gesto bien podría ser considerado grosero.

– Lo siento, madre. – la sonrisa de su progenitora le había movido algo en el interior, tomando la mano de la mujer, el zorro se hincaba esperando un castigo o el reproche que sin dudas se merecía.

– Sarutahiko, de pie. – la mano femenina tiró de la suya débilmente esperando así urgirlo a levantarse, con solo la mitad del rostro descubierto por el abanico, le mostraba una mirada compasiva. – Estas equivocado además, si piensas que de esa forma voy a perdonarte. – nuevamente de pie, su madre le soltaba con un gesto molesto.

– Pídeme lo que sea, lo que consideres necesario para ganar tu perdón. – suplicaba dándole una mirada lastimera, la misma que solía hacerle cuando solo era un niño.

– Te daré la oportunidad de explicarte entonces. – y tal como en el pasado no podía negarse ante los brillantes ojos de su hijo, con molestia fingida le señalaba la caseta de té.

– Así que de ella es de quien has sacado esa forma de comportarte  - se burlaba en voz baja Shigaraki ante el tierno desplante de su madre.

– No sé de que estas hablando. – desviando la mirada apenado, kokkuri-san seguía los pasos de la mayor.

– De tal madre, tal hijo. – decía para si mismo el mapache, divertido con los gestos de ambos zorros. –Aguanta un poco mas pequeña, estamos más cerca de encontrarte. – sin quererlo Shigaraki se desanimó, había estado absorto presenciando el reencuentro de la familia del peliblanco, que por un instante los problemas que rodeaban dicho encuentro  habían desaparecido, si tan solo las circunstancias fuesen distintas tal vez se habría dado el lujo de disfrutar el momento.

*******************


De alguna forma las horas se fueron volando.

Despertó desorientado, con los brazos de la joven humana aún firmes rodeando su cuello. El cielo comenzaba a mostrar tonos rojos y rosas como señal de la inminente salida del astro. En algún punto de la noche se había relajado tanto que incluso se había quedado profundamente dormido.

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⏰ Última actualización: May 19, 2022 ⏰

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