CAPÍTULO 12

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Mi sangre negra

Te ensucia el vestido,

tu carne blanca me excita tanto.

Su piel olía a desesperanza, sus ojos soltaban ríos de dolor y el solo podría disfrutar el espectáculo. Su deseo por ella es tal, que no puede contenerse y al verla tan despampanante, no duda en atacarla sin reparo. El dulce sonido de la risa femenina lo sacó de su labor, las lagrimas se habían borrado y en su lugar apareció una sonrisa burlona, podría jurar que hasta diabólica. Se detuvo con la vista fija en ella, esperando de manera absurda algún tipo de explicación, su mirar debió delatar lo que pensaba pues ella le mostró su mas reluciente sonrisa a cambio.

–¿Satisfecho? Seguro que no. – logró soltar una mano que se enredo en los mechones que ahora se pegaban en su rostro. – sería mucho mejor si tan solo te pudiese corresponder, que patético tener que rogar por ello.

Molesto continuo tocándola por la fuerza, lo que inicio como una simple burla ahora era una sonora carcajada que sin querer golpeaba en su orgullo, no lo disfrutaba de eso estaba seguro, sin embargo se regodeaba del hecho que mendigaba un poco de su afecto.

Sin decir nada salió de la alcoba aun con el eco de su risa siguiéndole muy de cerca, si ella quería jugar rudo entonces podían hacerlo juntos.

***

–  ¡No te atrevas a dar un paso más! – escuchó le gritaban en la lejanía, un cuchillo rosó la manga de su kimono estampando parte de la tela en un árbol cercano.

–  Tama. – escupió con inusual veneno a la deidad de rosado cabello, más cuchillos saliendo de su delantal.

–  No lo tomes contra ella, estás siendo irracional. – el pequeño ser gris le decía afligido, tal como mediador su cuerpo impedía una pelea entre ambos.

–  ¡Detente ahora mismo, es una maldita mala idea! – finalmente shigaraki aparecía con el semblante cansado, y no por ello menos enojado.

–  ¿No lo entienden? ¡Esta en peligro, todo su ser me pide auxiliarla! – desesperado se explicaba aun cuando sabía no cambiaría nada.

–  ¡Eres un desertor por esos lugares, es un jodido suicidio! Si vas sabes que no volverás a pisar este mundo, ni siquiera lograras ayudarla.

–  Pero al menos... - trató de razonar, si lograba sacar información entonces podría decírselas.

–  Claro que no, lo sabes bien. – el tanuki previendo lo que pensaba corto su respuesta, lo maldecía por conocerlo tan bien.

–  ¡Debo hacer algo maldita sea! – gritó con odio, ya no podía soportar un día más así.

–  Pero no de ese modo ¿Qué te hace pensar que te brindara ayuda siquiera?

–  Su sed de vengarse. – contestó seco, shigaraki entendió creando en su propia mente la manera de engañar a lo único a lo que el zorro le huía.

–  Solo si puedo acompañarte, vas a necesitar el ojo experto de un estafador. – al principio dudó, pero si con eso finalmente obtendrían respuestas certeras entonces que así fuera.

–  ¿A dónde van ustedes dos? – gritó desde el otro extremo jimenko, a pesar de ser reacia a hablar con cualquiera –a excepción del anciano tanuki- cada día había ido esperando recibir noticias de Kohina.

Im Laufe der ZeitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora