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Sus profundos ojos, que almacenaban un océano de dolor, se posaron en mí y un suspiro escapó de mis labios maravillado por la belleza que significaba su presencia.

ꟷHola –repetí, temiendo que no me hubiese escuchado aunque sabía que lo había hecho.

ꟷ¿Puedo ayudarte en algo?

Preso de un hechizo inexistente sus palabras sonaron como la melodía más bella jamás creada y en ese momento me replanteé la existencia de Dios. Esa muchacha era un ángel.

ꟷSoy Thiago, trabajo enfrente.

Asintió con la cabeza y se acomodó el cabello.

ꟷLas reglas son claras... –comenzó con un susurro cargado de dolor que hizo doler mi alma.

ꟷOh, no, no, no.

Negué con la cabeza, no quería que pensara que estaba allí por ello. No quería que pensara que era uno de sus clientes. Quería ser mucho más que un simple rostro que olvidaría, que se obligaría a olvidar, quería ser alguien en quien pudiese confiar y con quien pudiese reír sin sentirse en compromiso.

Quería ser su amigo y quizás más.

ꟷSólo quería presentarme.

Las palabras escaparon en estampida, atropellándose unas a otras. Sin embargo, pude notar el entendimiento en su rostro así como la confusión.

ꟷ¿Por qué?

Sus palabras eran duras y sentí mi cuerpo llenarse de miedo. Miedo a ser rechazado, miedo a que me prejuzgara.

ꟷNo lo sé, quise ser amable.

Su cabeza se movió de manera ascendente y luego en sentido contrario, para luego desviar la mirada dando por finalizada nuestro primer encuentro.

Un encuentro desastroso que marcó el inicio de todo lo que habíamos sido ese año.



Sin mirar atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora