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Finalmente su pequeña figura apareció ante mis ojos una noche antes de cerrar el estudio. Se encontraba de pie en su usual esquina con lo que parecía un cigarrillo en sus labios.

No pude contenerme, corrí hacia su encuentro como un hombre perdido en busca de una chispa de felicidad.

ꟷCamila.

Sus profundos ojos se posaron en los míos y el fantasma de una sonrisa se posó sobre sus labios.

ꟷHola, Thiago.

Escondí mis temblorosas manos en los bolsillos de mi sudadera intentando contener las enormes ansias de abrazarla.

ꟷ¿Te encuentras bien?

ꟷLo estoy.

Mi corazón se saltó un latido y el dolor que aprisionaba mi pecho se hizo más profundo.

ꟷEspero que... que tengas una buena noche.

Asintió en modo de agradecimiento y sentí que el abismo entre nosotros se alargaba más y más. Giré sobre mi propio eje aguantando las ganas de gritar que inundaban mi garganta.

Quise maldecir. Maldecir a su jefe. Maldecir la vida que la había tocado. Maldecir mi estupidez. En su lugar callé pero luego entendí que las injusticias había que gritarlas.

ꟷ¿Thiago?

ꟷ¿Si?

Extendió un papel hacia mí y lo tomé sin entender lo que sucedía.

ꟷEs la dirección de mi casa, puedes ir cuando quieras.

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¡Hola, gente! ¿Creen que Camila se está ablandando? ¿Creerá en el amor finalmente?


Sin mirar atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora