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Yoongi gruñó por segunda vez en un minuto. Andaba junto a Nam buscando la dirección de aquel trabajo y parecían perdidos, lo peor es que tenían encima un calor de horrores y llevaban una hora con tanto y seguían sin ubicar la calle del folleto, dando sólo vueltas por todo sitio.

—Seguro es el universo diciéndote que el trabajo no es para ti

El pelinegro rio antes de mirar su celular, como si lo que había dicho le diera igual. Faltaban treinta y seis minutos para que cumpliesen dos horas buscando y él había prometido quedarse con su amigo hasta que termine con todo ese asunto. Se preguntaba cómo sería aquel "Médium", seguro una cuarentona con mucho pelo de gato en la ropa que intentaría aprovecharse de Nam en cuanto pudiera o un tipo gordo y calvo vestido con sastre una talla más grande de lo que debería usar, como la mayoría de profesores de matemáticas.

Suspiró otra vez guardando el teléfono en el bolsillo trasero.

—¿Andas enamorado? —preguntó Nam viendo los cuadros de las direcciones de la casa.

—Aburrido más bien. Dame el folleto —jaló el folleto de las manos del otro.— Apuesto a que yo la encuentro primero

—¡Uy sí, uy sí! Lo dice el que siempre se pierde buscando sus salones —Se burló Nam.

—La puta universidad es enorme —se excusó.— ¿Quién no se pierde? Yo he visto a nue-

—¡ES AQUÍ!

El grito hizo saltar a Yoongi y a otras dos personas que estaban cerca a ellos.

Sintieron un poco de decepción al no encontrarse con una tienda o anuncios en plena calle que publiciten el negocio de esa casa. Era una normal, en un barrio normal frente a un parque normal y probablemente con vecinos normales que no sabían con qué tipo de personas compartían calle. Yoongi tocó el timbre al ver que el castaño se había hecho piedra frente a la puerta.

Un chico abrió la puerta y a diferencia de su casa, barrio y parque, su cabello no era normal, de un rojo brillante y una sonrisa amplia los miró de arriba abajo antes de hablarles.

—¿Quiénes son? —preguntó mirando a ambos.

El pelinegro codeó a Nam para que hablase y no diera una mala impresión, al final era él quien venía por el trabajo después de todo.

—V-vengo por e-el trabajo —informó nervioso enseñando el folleto que Yoongi tenía.— ¿A-aún está disponible?

—¡Sí! Ustedes dos vienen por el anuncio. Pasen, pasen...

Namjoon jaló a Yoongi al interior de la casa caminando tras el chico pelirrojo por un pasillo que más parecía ser una galería de fotos por la cantidad de estas que había en las paredes, todas con dos chicos o niños juntos, sonriendo ampliamente.

—Bueno —El pelirrojo se sentó en uno de los muebles viendo como esos dos chicos se sentaban frente a él como si fuesen a romper el sillón. Le causó gracia la lentitud en que lo hacían.— Recién nos hemos mudado aquí así que quizás al principio no tengamos muchos casos que resolver, pero eso nos da tiempo de conocernos los cuatro... ya saben —hizo un guiño.— para llegar a tener una relación más profunda.

—Creo que te equivocas —interrumpió Yoongi.— ¿Qué cuatro? —señaló a Namjoon. — Sólo es él quien que viene por el trabajo

Por la mirada del pelirrojo supieron que no entendía que pasaba. Yoongi suspiró por décima o novena vez en la tarde, la verdad, ya había perdido la cuenta.

—Yo sólo vengo a acompañarlo —culminó.

—Oh, pero en el folleto dice que son dos —soltó sorprendiendo a ambos visitantes.— Se supone que nosotros pedimos un combo, un paquete. Son dos o nada.

|| I Still Here || #BearsAwards2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora