《Paz》

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Capítulo 13 - 《Paz》

Aquella tarde de domingo transcurrió pacíficamente.

Tan pacíficamente como podría ser teniendo dos alfas rubios en la casa.

Luego de almorzar, Katsuki subió a su habitación y comenzó a prepararse para salir a caminar un rato por los alrededores de su vecindario, en verdad no le agradaba la idea de estar encerrado en su casa por tanto tiempo, necesitaba un poco de aire fresco.

No podía estar tranquilo con el aroma del Omega siempre debajo de su nariz.

Aunque, lastimosamente, sus padres no pensaran de la misma manera. Mitsuki, quien había subido tras él para reclamar el haber dejado al susodicho en la mesa, no tardó en descifrar sus planes y lanzarle una catarata de insultos y quejas.

Rodeando los ojos, al alfa menor no le quedó más que obedecer, bajando de nueva cuenta al salón y sentándose al lado de Shouto, quién al sentir su presencia se acercó instintivamente.

No logró prestarle demasiada atención a la conversación, algo de considerar esa casa como suya, o dios sabe qué. Gruñó por lo bajo frunciendo el ceño, de verdad necesitaba unos segundos de paz. Masaru lo tomó como pie para irse, regalando una sonrisa al de cabellos bicolores.

Una vez solos, el Omega giró para ver a su pareja, su rostro inexpresivo habitual, un aura calmo rodeando su ser. El rubio, en cambio, irradiaba molestia.

Algo habitual también. Pero que nunca le había molestado tanto como en ése momento.

Su suegro le comentó , en la agradable charla que tuvieron, la ardua tarea de estar enlazado a el alfa rubio. Hablando desde la experiencia, no omitió la nueva responsabilidad adquirida, calmar los malestares de su pareja. Algo que ya de por sí es un instinto, pero que se debe incrementar con Katsuki.

Con un deje de incomodidad, vergüenza tal vez, y aprovechando la soledad de la habitación, se hizo lugar en las piernas del alfa. Copiando la posición en la que estaban horas antes, mientras trabajaban.

- Helado de fresa, qué carajos quieres? - Se quejó, aunque no hizo nada para quitarlo, incluso rodeándolo con sus brazos.

"Calmarte" Se mordió la lengua para no contestar. Achicó la poca distancia de sus cuerpos, acomodando su cabeza en el hombro ajeno y liberando su aroma con suavidad.

Katsuki respiró hondo, impregnando sus pulmones de las feromonas, alfa contento por tenerlo entre sus brazos.
Reforzó el agarre, sacándole un suspiro de satisfacción al heterocromático.

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Pasaron la tarde dormitando en el sofá, disfrutando la calidez que sus cuerpos transmitían. Con la satisfacción de tener sus estómagos llenos y de estar con su pareja, en la 'privacidad' de la sala.

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Mitsuki los volvió a despertar unos minutos antes de cenar, ambos jóvenes estaban esparcidos en el sofá, sus piernas entrelazadas.

La escena era bastante dulce, a su parecer. Idéntica a la de comienzo del día. En sus adentros, mientras sonreía recordándolo, deseaba que las cosas marcharan sin más complicaciones en su relación.

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El lunes llegó en un abrir y cerrar de ojos. Ambos adolescentes se levantaron lo suficientemente temprano para regresar a la UA.

Los Bakugo se despidieron de Todoroki en la puerta con un un simple apretón de manos por parte de Masaru y un abrazo más que asfixiante de Mitsuki, haciéndole prometer que volvería la próxima semana.

Todoroki sonreía en su interior, caminando al compás del alfa, a una distancia que los terceros no considerarían prudente. Rozando sus manos varias veces pero sin tomarlas. ¿Falta de valor? Seguro se debió a ello; de todos modos, no tenían que ser como todas las demás parejas.

Cuando solo quedaban unos minutos para llegar al imponente edificio, se cruzaron con Midoriya e Iida, quiénes los saludaron con simples ademanes.

Katsuki no desaprovechó la oportunidad para irse de allí, apurando el paso con las manos en los bolsillos, pronto perdiéndose de sus vistas.

- ¿No estuviste en tu casa, Todoroki? Vienes por el mismo lugar que... Kachan. - Preguntó el peliverde, la curiosidad disminuyendo en su voz a medida que caía en cuenta de lo que significaba. Un rubor se instaló en sus mejillas a la vez que el nerviosismo se mostraba a través de sus acciones. - ¡No tienes que responder si no quieres! Digo, no quería meterme en tu vida, perdón, entiendo si estás enojado conmigo, es que tú y Kachan, ahh ¡Perdón! - Comenzó a balbucear encogiéndose en sí mismo.

Todoroki elevó una de sus cejas, sin entender a qué se refería y permaneció callado mientras Iida intentaba calmar a Izuku.

Caminó el resto del trayecto en silencio, esquivando las preguntas de sus amigos con palabras sueltas. Aún no se sentía de ánimos para contarles lo ocurrido, no por falta de confianza, solo no lo consideraba indicado en esos momentos.

Suspiró, cruzando las puertas, despidiéndose de ambos para dirigirse a la enfermería. En su bolso cargaba con los medicamentos y observaciones del médico que llamaron los padres de Bakugo; la escuela necesitaba tener constancia de aquello, aunque le molestara.

Le entregó los papeles a Recovery Girl y caminó hacia la camilla, a la expectativa de lo que diría. Reprimió otro suspiro, no podía evitar sentirse cada vez más decaído estando solo y en ése estado. El día anterior no tuvo tiempo para pensar en ello, ya que la cálida presencia del alfa y su familia servían para distraerlo.

Pero ahí.
En esa blanca enfermería, con el olor a desinfectante llenando su nariz y sentado en la camilla, la repentina desesperación y tristeza inundaban su ser.

Las manos de la heroína levantaron su camisa con suavidad, comenzando con su examen con el golpe de su estómago y su progreso con la pomada recetada. Era un golpe grande, el hematoma ocupaba un área extensa de su abdomen y tardaría un mes en abandonar su cuerpo normalmente. Luego revisó la quemadura sobre su lazo, aguantando la mueca que luchaba por asomarse de sus labios.

Los medicamentos rendían frutos, sus ojos podían apreciar la mejora, pero ella podría hacer una tarea mejor, al menos con las heridas físicas.

Dos besos bastaron para sanar las heridas, pero la energía que debió usar del Omega fue bastante, por lo que debería descansar unas horas allí.

- Duerme todo el tiempo que necesites, Todoroki, luego te haré un certificado para tus profesores y hablaré con Aizawa, puedes estar tranquilo. - Dijo con voz suave, antes de retirarse de la habitación con los papeles de ambos médicos sobre su situación en las manos.

La habitación se hizo aún más solitaria con la ausencia de la heroína y Todoroki no pudo evitar pensar que la paz nunca estuvo presente en su vida. Y los momentos en los que creía alcanzarla, no eran más que simples espejismos.

Una lágrima traicionera se deslizó por su mejilla, y sonrió amargamente al sentir el nudo en su garganta.

Sin duda la paz no existía en su diccionario.

Lazo [BnHA] BakuTodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora