CAPITULO 2

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La música llegaba hasta sus oídos, haciendo que múltiples vibraciones recorrieran en su cuerpo, olvidándose del lugar en el que se encontraba, olvidándose de sí misma y dejando que las melodías guiaran sus pies. La melodiosa voz de Dianna Ross llenaba el lugar, de verdad que amaba esa melodía, esa canción. Su amiga la había dejado en ese lugar donde los de "su clase" no pertenecían, pero eso no le importaba en absoluto, solo quería moverse al ritmo de la noche.

Cerrando sus ojos y sintiendo cada nota fue recorriendo toda la pista de baile ella sola, realmente no necesitaba de nadie mas para disfrutar, dando vueltas y atesorando ese momento, tal y como Dianna lo decía en aquella canción. Pero eso cambió de un instante a otro cuando se percató que un chico se dirigía a ella, de la misma manera en que se encontraba momentos atrás. Lo observó detenidamente y se había dado cuenta de que estaba sintiendo la música al igual que ella.

Sin perder más el tiempo, se acercó a él al ritmo de la canción que los tenía envueltos en aquella locura musical. Al situarse cerca de él no hizo mas que bailar, y dejar que la sonrisa se marcara en su fino rostro. El chico abrió sus ojos al percatarse de que no se encontraba solo; una chica bailaba junto a el de una manera muy peculiar.

Siempre había sido muy tímido, pero en cuanto la música comenzaba, toda esa timidez se iba por un tubo dejando salir a su verdadero yo, y en esta ocasión no fue la excepción. Sonrió a la chica de piel lechosa que tenía enfrente, las luces no eran lo suficientemente claras, pero aun así pudo notar lo bella que era con su cabellera pelirroja, aunque en ese momento no le importaba eso, simplemente el disfrutar de su compañía en un buen baile, le era suficiente.

Ambos notaron como sus movimientos se sincronizaban a la perfección, como si lo hubieran ensayado meses atrás, pero todo era simplemente nuevo para ambos, las risas, las melodías, los movimientos...todo.

- Realmente bailas muy bien – La voz de la chica se elevó a través de la música, llegando apaciblemente a los oídos de él.

- Tu no te quedas atrás – Sonrió de la manera más agradablemente posible – Mi nombre es Michael.

- Emilie, mucho gusto – Ambos chicos se tomaron de la mano, si saber lo que el destino les tenía deparado.

Se miraron por unos segundos, dejando que sus sonrisas se ensancharan más de la cuenta por el hecho de haberse conocido en ese escandaloso lugar de la parte rica de la ciudad de New York.

- Emilie es hora de irnos – Una joven se acercó a la chica, por su mirada impasible sabia que estaba harta del lugar en el que estaban, pero Emilie no tardo mucho en revisar su reloj de pulso que traía consigo.

- Apenas son las nueve cuarenta y cinco, espera un poco más Katty – Se giro para dejar la rubia a sus espaldas y concentrar toda su atención en el joven moreno que tenía enfrente de ella.

- Tu padre nos matara si llegamos más tarde.

La joven rubia se percato que su querida amiga no le prestaba ni la más mínima atención, algo que le molesto demasiado, por estar embelesada mirando al joven de piel morena que se encontraba con ella. Le dedico una mirada despectiva al chico, la cual este noto.

- Además, este no es lugar para nosotras – Se acercó más a su amiga y le susurro esas palabras al oído, pero fueron lo suficientemente audibles para el joven.

- Ya vas a empezar – Emilie puso sus ojos en blanco al saber hacia donde se iban encaminando las palabras de su amiga – Pero esta bien, esta vez cederé a tus peticiones solo por que no quiero tener problemas con mi padre por el horario

En esta vida...y en la otraWhere stories live. Discover now