11 |Bienvenida al infierno|

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Letty sintió la humedad recorrerle el cuerpo, como pequeñas gotas caían en su piel desnuda

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Letty sintió la humedad recorrerle el cuerpo, como pequeñas gotas caían en su piel desnuda.

Le dolía cada musculo del cuerpo ¿Cuánto tiempo estuvo corriendo? No lo sabía, pero fueron días y corrió sin parar, casi desconectada. Su mente en un lugar distante mientras su cuerpo lobuno era metafóricamente libre de hacer lo que deseara, excepto volver a ser una niña pequeña.

Pero esa orden pareció apagarse de repente y terminó tirada en otro bosque. No era de Beacon Hills, lo sabía por la vegetación ¿Hasta dónde hacía llegado?

—Oye... —Le llamó una voz infantil. Letty al fin consiguió enfocar sus ojos humanos y al ver a una niña de su misma edad frente a ella recordó que debía de estar desnuda y se cubrió con los brazos. La niña rió. —No te preocupes, suele pasar. —Le tendió una botella de agua y Letty bebió desesperada de ella, aunque fue difícil, manejar sus manos humanas y cansadas era complicado, pero logró beber todo el líquido mientras la niña la veía sin importarle que estuviera desnuda. —¿Dónde está tu manada? —Preguntó en tono dulce.

Letty bajó la mirada recordando su manada, como los había decepcionado y la niña creyó que eso significaba que habían sido asesinados y que ella pudo escapar por suerte.

Letty se vio las piernas desnudas un momento, estaban cubiertas de sangre, de tierra y de desechos de animales, necesitaba una ducha. Nunca había estado tan sucia y le daba asco, tanto que no quería verse las manos ¡O el resto del cuerpo! Porque cada vez que se movía se sumaba al ejercito de sensaciones la idea de que no tenía ni una sola parte del cuerpo limpia.

—¿Cómo te llamas? —Preguntó la niña, sacando de su bolsillo algo y Letty se asustó, hasta que vio que era una galleta y ella atacó a comer. En esos días su cuerpo desconectado solo recibió comida de lobo, es decir: Conejos, zorros y de vez en cuando cosas grandes.

El venado era lo que más le gustaba, pero era difícil atraparlos y a veces solo podía comer el cadáver putrefacto de ese animal... O eso recordaba, porque cada vez que intentaba recordar, más parecía olvidar.

Así que el estar comiendo la galleta blanda que le ofreció la extraña era el paraíso y bien podía estar envenado, pero no le importaba, la sensación de una comida sin cartílagos era exquisita.

—¿Dónde estoy? —Preguntó Letty, casi ahogándose con la comida.

Se encontraba desnuda y pudorosa a pesar de que la mugre no permitía que se viera algo, también temblaba, a pesar de que el calor era casi mortal para su cuerpo agotado.

—Estás en el estado de Luisiana, en New Orleans. —Le explicó la niña y Letty ni se inmutó, no pensaba que estuviera muy lejos. —¿De dónde vienes?

—California. —Letty se llevó la comida a la boca y al ver la expresión de la niña casi se ahoga. —¿Qué?

—Cruzaste medio país para llegar aquí. —Letty también se ahogó al escuchar eso. Corrió más de unos pocos días. —¿Cómo te llamas? —Repitió la niña la pregunta.

Letty no estaba muy segura de decir su nombre, mucho menos por el obvio hecho de que no recordaba cómo había llegado hasta ahí, pero la niña no parecía ser mala como ella. Tenía los cabellos castaños recogidos en la cima de la cabeza, los ojos oscuros y utilizaba un curioso vestido de tela tipo campesina que dejaba ver que su pecho estaba dejando de ser plano a diferencia del de Letty.

—Letty. —Contestó ella más por desesperación que por confianza a la linda niña que la trataba con dulzura ¿Por qué desesperación? Porque seguía sufriendo de hambre y ya se había acabado la galleta.

—Yo soy Violet. —Contestó la niña tendiéndole la mano y Letty no la tomó porque el moverla significaría que tendría que ver su pecho desnudo. —¿Te avergüenza? —Preguntó ella y Letty asintió. —Ven conmigo, te daré algo de ropa.

Letty tragó en seco y tomó la mano de Violet, pero cuando lo hizo terminó en el suelo de nuevo, no se podía mover de más.

—¡Papá! —Comenzó a llamar Violet y Letty se agazapó aterrada en el arbusto donde estaba, encajándose las espinas de este en el cuerpo, pero poco o nada le importaba, mucho menos cuando un hombre se acercó corriendo hacia ellas. —Ella es Letty, necesita ayuda. —Dijo Violet al hombre.

Este hombre al notar a la niña agazapada en los arbustos aligeró el paso y se acercó como si se tratara de un animalito herido.

—¿De dónde vienes, Letty? —Preguntó con ternura hacia Letty, sin tocarla

—Inglaterra. —Ambas presentes fruncieron el ceño ¿Es que había nadado hasta llegar al continente? —Viajé en avión a California y... Vine corriendo hasta aquí. —Explicó, con la ilusión de que la dejaran en paz.

—¿Desde California? —Casi grita el hombre al darse cuenta de que había recorrido el continente de punta a punta. —Letty, debes de estar muy cansada y hambrienta.

—Pues... sí. —Hambre, la comida para un lobo solo es difícil de conseguir y más si no sabe cazar.

El hombre de nuevo intentó acercarse y Letty se encogió aún más de ser posible. No creía que llevarla a su casa fuera una buena idea porque a su alfa no le agradaría la idea de tener a alguien ajeno a la manada rondando por ahí, pero viéndola como estaba tampoco podía dejarla ahí y arrojarle sobras de comida.

Era padre y si un día uno de sus hijos estuviera en esa situación, agradecería que alguien los apoyara.

Con eso en mente dio media vuelta y segundos después regresó con un mantel, el cual utilizó para cubrirla y lograr así que sintiera un poco más de confianza.

—Mi nombre es Frank Swartz. —Se presentó mientras Letty se abrazaba a la áspera tela de cuadros blancos y rojos como si su vida dependiera de eso. —Creo que ya conoces a mi hija Violet. —Letty asintió, teniendo algo más de confianza ahora que sabía el nombre de él —Te vamos a ayudar. —Prometió.

Y, a pesar de todo, Letty seguía reacia a ir con ellos. Quería volver a transformarse en lobo y seguir corriendo a un lugar donde estuviera sola, pero estaba tan cansada que simplemente moverse era una tortura.

—Letty, somos buenos. —Violet se le acercó y solo de ella no huyó porque le inspiraba confianza. —Si llegaste corriendo hasta aquí quiere decir que eres especial y nuestro alfa tal vez permita que te quedes. —Ella no lo sabía, pero tenía razón en casi todo. —Yo te voy a ayudar. Podremos ser amigas y estarás bien, ya no tienes que huir.

Tal vez fue el cansancio, la desesperación o el simple hecho de que esa niña inspiraba en Letty un sentimiento que jamás había experimentado, pero decidió permitir que la ayudaran.

>>—No puedes caminar, así que papá te va a cargar. —Letty negó y Violet le besó la mejilla, sin molestarse de que estuviera sucia y oliera a desperdicios de animal no identificado. —Yo estaré ahí. —Prometió.

La niña de ojos azules asintió y Frank se inclinó para levantarla y llevarla a su casa, recibiendo gran cantidad de miradas por parte de todos los habitantes de ese improvisado pueblo entre el bosque. Por primera vez Letty se sintió incomoda de ser el centro de atención, pero estaba demasiado cansada para hacer algo.

Se sintió segura, se lo permitió por un instante, sin saber que desde ese momento (y mucho tiempo atrás en realidad), estaba siendo vigilada.


FIN DE LA PRIMERA PARTE

She Wolf {Teen Wolf}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora