Epílogo

782 55 5
                                    

Peter abrió los ojos y descubrió y techo blanco sobre él, tan blanco que no podía descubrir el material del cual estaba hecho, porque no había líneas que delataran si se trataba de baldosas, tejado o cualquier otra cosa en el mundo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Peter abrió los ojos y descubrió y techo blanco sobre él, tan blanco que no podía descubrir el material del cual estaba hecho, porque no había líneas que delataran si se trataba de baldosas, tejado o cualquier otra cosa en el mundo.

Se sentía extraño, casi como si flotara, como nunca en su vida se había sentido. Con eso en mente trató de recordar cómo es que había llegado a ese lugar y nada le venía a la cabeza, de hecho, no tenía muchos recuerdos de los acontecimientos recientes: se sentía como un bebé al cual sus padres habían transportado de un lugar a otro mientras dormía.

Volteó la cabeza a un lado y quedó maravillado con lo que descubrió al hacerlo: un par de preciosos ojos verdes lo observaban atentamente, la sonrisa de la dueña de esas esmeraldas le sonreía ampliamente, emocionada de poder verlo finalmente. Lucía preciosa, como si la hubieran...

Bajado del cielo.

—Hola. —Lo saludó y él suspiró, porque casi había olvidado como el sonido de su voz le acariciaba los oídos cada vez que le hablaba. —Ya traje el agua. —Levantó su mano y señaló tras de Peter, quien solo por una especie de obligación moral de atender los deseos de ella dio la vuelta para descubrir una mesa de mármol donde descansaba un vaso repleto de agua con hielo. —Ahora no tenemos que separarnos.

Peter la vio. Estaba recostada a su lado en una enorme cama con sabanas mullidas de color blanco, de hecho, ellos mismos usaban batas similares a las que se usaban en los baños, del mismo color. Todo ahí era blanco, pero no se veía aburrido, se veía relajante ¡Como un sueño!

Entonces recordó que había tenido sueños así... Bueno, no así, nunca tan calmados, siempre había una disonancia, pero soñaba.

—¿Estoy soñando otra vez? —Debía preguntar, porque su cabeza le jugaba malas pasadas y siempre al despertar la pesadilla continuaba.

Haciendo esa pregunta, notó algo más. En sus sueños él no era consciente al nivel de tener que preguntar, solo vivía el sueño hasta que la enfermera del hospital lo despertaba o algo más entraba en acción para recordarle que estaba en un mundo horrible donde había perdido lo único bello que tenía.

—Puedes verlo de esa forma. —Miranda, tan dulce como era le hizo ojitos tiernos y encogió los hombros, remarcando sus lindas mejillas. Peter no resistió más y la acarició, dispuesto a atenerse a la consecuencia de que desapareciera ¡Pero no lo hizo! De hecho, le sujetó la mano y le besó la palma. —Lamento que haya sido de esta forma.

—¿Qué haya sido qué de esta forma? —Él no lamentaba los acontecimientos que lo habían llevado hasta ese momento, fueran los que fueran porque no los recordaba. Algo debió haber hecho bien para tener a Miranda a su lado. —Tardaste mucho en ir por el agua. —Se quejó, comenzando a recordar fragmentos, pero solo lo bueno, nada de lo malo.

—Me siento mal por decir esto, pero creo que quien tardó eres tú. —Miranda también le acarició la mejilla a él y así se quedaron un par de segundos: las cabezas recostadas en las almohadas mientras de acariciaban el uno al otro. —Te extrañé mucho, Peter. —Declaró con voz melosa y Peter se sintió el hombre más dichoso del mundo. —Me alegra que estés aquí, pero hubiera querido que fuera luego de mucho tiempo... Desearía que Scarlett también hubiera tenido más tiempo.

—Scarlett... —Comenzó a tener recuerdos, pero, de nuevo, nada de lo malo venía a su cabeza. Su llegada a ese reino de paz estaba incluida en lo malo, así que no podía recordarlo. —¿Dónde está nuestra hija? Quiero verla. No me quiero separar de ustedes nunca más.

—Y no tendrás que hacerlo. —Prometió Miranda, acercándose poco a poco a él. —Pero, lamento decirte que tendrás que compartir tu paternidad. —Peter frunció el ceño, sin entenderle. —Siempre has sido terrible compartiendo, pero tendrás que hacerlo. Nunca olvides que Scarlett los ama a los dos, no importa el nombre que le des.

—Deucalion... —Maldijo ese nombre y Miranda soltó una risita porque ya lo veía venir. —¿Ese bastardo está aquí? Porque planeo despeda... —Miranda lo calló, inclinándose hacia adelante para poder juntar sus labios con los de él, dándole el beso tan ansiado que solo duró un par de segundos. —Hazlo otra vez. —Suplicó Peter cuando perdió el contacto de piel con Miranda.

Esta vez fueron los dos quienes se inclinaron, el uno sobre el otro, para de esta forma poder besarse de la forma más tierna posible. Peter vio su vida parar frente a sus ojos, lo bueno y lo malo ¡Sintió terror cuando llegó a la parte final! El momento más horrible de su existencia ocurrió segundos antes de que su hermano acabara con ella, pero Miranda le susurró que todo estaba bien ahora y volvió a besarlo mientras le acariciaba la parte trasera del cuello.

Cuando se separaron, los ojos brillaban como un par de estrellas en el cielo nocturno. Sonreían completamente enamorados, se deseaban y se amaban de una forma tan poderosa y pura que ningún amor en el cielo o la tierra podría igualarlos en ese momento.

—¡Mami, papi! —Una voz chillona mejoró el momento y Peter sintió que volaba cuando sintió el peso de una niña de tres años caer sobre él y después arrastrarse ágilmente hasta recostarse entre ellos dos. —¡Estamos juntos los tres! —Celebró la pequeña Scarlett, que también tenía puesta una bata de color blanco, solo en versión pequeña porque era una niña.

—Sí, Estrellita. —Peter sintió que las lágrimas surcaban sus mejillas y Scarlett levantó sus manos para limpiarlas, sintiéndose triste de ver a su papá llorar. —Estamos juntos los tres.

—Papi, ¿Por qué lloras? —Se quejó la pequeña de tres años y ella también comenzó a llorar. —¡Debes estar feliz! Estamos los tres. Mami, papi y Scarlett ¡Estamos juntos! —Celebró, aplaudiendo con sus pequeñas palmas para dar énfasis a sus palabras.

—Estamos juntos los tres. —Repitió Miranda, haciendo que Scarlett se acostara en medio de los dos, pero era una niña inquieta y estaba muy emocionada, así que los padres se tomaron de las manos para atraparla en la cama y así no soltarla.

—¿Y ya no me volverán a dejar? —Preguntó ella jugueteando nerviosamente con sus diminutos dedos, observándolos con miedo.

Peter con su mano libre hizo que su hija girara el rostro para que lo viera a los ojos. Azul y azul se combinaron... Padre e hija, juntos al fin, un padre con su pequeña hija de tres años ¡Juntos para ya no volver a separarse! No habría más dolor, más soledad, no habría nada más de eso, porque eran una familia de nuevo.

—No te volveremos a dejar, Estrellita. —Prometió Peter y se inclinó a darle el beso en la frente que estando en vida no pudo darle. —Ya nada ni nadie podrá separarnos jamás.

Scarlett comenzó a chillar de la alegría, tenía tanta que comenzó a saltar en la cama, pisando a sus padres de vez en cuando, pero a ellos no les importaba porque, si no fueran los adultos, harían exactamente lo mismo.

Estaban los tres juntos nuevamente, trece años después y en otra... Vida, pero eran una familia una vez más y eso era todo lo que podía interesarles en ese mismo instante.

Papá, mamá e hija juntos al fin.

Peter, Miranda y Scarlett, una familia que merecía su final feliz y, en cierta forma, lograron tenerlo.




FIN

She Wolf {Teen Wolf}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora