12 |Un nuevo hogar|

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—Violetas

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—Violetas. —La hermosa mujer que Letty tanto quería le tendió una flor que ella se llevó a la nariz inmediatamente, aunque no tuvo la oportunidad de sentir su aroma por más presión que ejerciera. —Amo las violetas.

—Siempre me lo has dicho. —Letty amaba estar con aquella mujer, ¿Y cómo no? Era encantadora, amable y siempre la trataba con toda la dulzura que era capaz de disponer en su corazón, la cual era en realidad bastante.

—Tu padre siempre me daba violetas. Creo que por eso las amo. —Letty no supo de donde, pero la mujer consiguió otra flor y también se la llevó a la nariz, creando así la escena más maravillosa que pudiera existir. —Tú también amas las violetas, ¿No es verdad? —Letty abrió los ojos de par en par, dejando caer la flor al suelo mientras la mujer se reía suavemente. —Oh, cariño ¡Me refería a las flores! —Mintió.

—Si... Es hermosa... ¡Hermosas! Que linda Violet... ¡Las violetas! —Se corrigió de inmediato, pero por el tartamudeo nadie (excepto la hermosa mujer de sus sueños) le podía entender. —Ay, dios...

—No hay nada de malo en que te gusten las violetas. —La castaña le rodeó los hombros con el brazo para acercarla y después le besó la mejilla mientras Letty seguía con la mirada clavada en la flor sobre el suelo. —Es correcto.

—No lo es... —No hablaban de flores, hablaban sobre algo que aparentemente la mortificaba incluso cuando dormía. —Así que, ¿Papá te daba violetas cuando salían?

—Era nuestro secreto. —Ella sabía que quería dejar el tema de lado, así que se lo permitió. —Regalar flores no es muy común entre los de su especie, tú especie. —Aclaró viendo a la joven de cabellos castaños como los suyos. De hecho, quien las viera jurarían que eran versiones de diferentes edades de la misma persona, solo que con diferente color de ojos. —Me las daba a pesar de eso y en forma furtiva... Dejó de darle vergüenza poco después, pero no queríamos perder la ternura de ocultarlo.

—Hablas de él con mucho amor. —Letty sabía quién era ella y de quien le estaba hablando ¿Cómo no? Ella no se reservaba la palabra "papá" y no era precisamente para el padre que mejor recordaba. —Lo amabas mucho, ¿No?

—Aún lo amo. —Era su sueño y lo sabía, tal vez no tenía el control, pero le gustaban las conversaciones que tenía con su madre a pesar de ser ficticias. —Solo estamos en diferentes lugares y es un poco más difícil demostrárnoslo, pero nos amamos mucho.

—Yo sueño con un amor así. —Los ojos de Miranda brillaban cada vez que hablaba de Peter y no necesariamente por las lágrimas que contenían, era por el amor eterno que le profesaba.

La mayor levantó una ceja.

—¿Tú no tienes novio? —Las mejillas de Letty se tornaron rojas cual carmín. Miranda la atrajo más a sí misma y la abrazó. —Creo que hay varias cosas que estás haciendo muy mal, hija.

She Wolf {Teen Wolf}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora