Capítulo 8

271 18 5
                                    

Tal vez no debí hacerlo, pienso esa noche. Kentran ha estado hasta muy tarde deambulando solo. Cuando ha llegado, no ha dicho nada y se ha metido en su cama. Estoy tumbada, intentando dormir, pero esta noche me es imposible. Giro la cabeza y miro a Kentran en su cama. Duerme, pero se agita en sueños. Me siento horriblemente culpable.

En medio de la noche, Hopkins se sienta al borde de mi cama y me mira con una sonrisa dulce.

-¿Qué te pasa, cariño?

-Se lo he contado a Kentran. No debería haberlo hecho.

-Antes decías que deberías contárselo, ahora, que no deberías. ¿Por qué se lo has dicho, entonces?

-Merecía saberlo.

-Pues deja de cuestionártelo. Has hecho lo correcto, Kentran merecía saber la verdad.

-Lo sé, pero... ¿y si no era el mejor momento para decírselo?

-¿Cómo saber cuándo es buen momento? No merece la pena martirizarse, has hecho lo que debías y punto.

Consigo esbozar una sonrisa cansada. Al principio creía que me iba a costar tomar la confianza de un padre con Hopkins, pero lleva toda mi vida siendo algo parecido, ha sido mi guía todos estos años, y no puedo evitar quererlo.

Me da un beso en la cabeza y me dice:

-Vamos, deja de pensar y duérmete.

-Buenas noches.

-Buenas noches, cielo.

-Ishy, tenemos que hablar- dice Kentran nada más levantarse.

Miro a Hopkins con preocupación, él se encoge de hombros.

-Vale- respondo.

Llevamos quince minutos dando vueltas por el CRD en silencio. Entramos en la sala común, que, extrañamente, está vacía.

-Nunca había visto esto vacío- digo.

-Ni yo, menuda casualidad- dice Kentran, sonriente.

Sin saber por qué, me pongo nerviosa. No tengo ni idea de qué va a decirme.

-¿De qué querías hablar?

-Dos cosas. Primero, te doy las gracias de verdad por decirme lo de mi madre. Sé que te ha costado mucho hacerlo, pero si pensabas que me voy a enfadar contigo porque me lo hayas dicho, tranquila, no pienso hacerlo.

-Me alegro. Tenía miedo a decírtelo porque no sabía como ibas a reaccionar.- digo con alivio y sonrío- ¿Y la segunda cosa?

Kentran esboza una media sonrisa y me coge la mano.

-Me siento un poco culpable, pero en realidad te he traído aquí sólo para esto.

Y me besa.

Vuelvo a la normalidad cuando se separa de mí. Está sonriendo.

-¿Qué se supone que acaba de pasar?- pregunto, completamente descolocada.

-Nos acabamos de besar, creo.

-¿Qué? ¡No! Me has besado tú y yo... no sé muy bien qué he hecho.

-Tú me has devuelto el beso, nena.

Intento replicar, pero Kentran me pone un dedo en los labios.

-Shh déjame hablar. Llevo prendado de sus encantos desde el mismo instante que la vi, señorita Pull -dice con una sonrisa irónica-. Es muy frustrante estar colado por ti, ¿sabes? No me dejas ni un momento de distensión para hablar contigo, no dejas ni un segundo de pensar que estamos encerrados.

-¡Pero es que estamos encerrados! ¡No estamos para tonterías!

-¿Estás segura?- me mira con profundidad y se acerca.

-Kentran...venga ya- digo yo, pero no retrocedo.

Él me aparta el pelo de la cara y me besa. No pienso, sólo le devuelvo el beso.

Han pasado ya tres días. Si me sentía culpable por haberle contado lo de su madre, ahora me siento más culpable todavía. Kentran no deja de mirarme y yo no paro de acordarme de Hugo.

Pienso que lo he traicionado, pero ¿por qué? ¿Qué siento realmente por Hugo?

Salimos de nuestra habitación para ir a comer. Hopkins va primero y yo me retraso para hablar con Kentran.

-Kentran,- lo cojo del brazo- lo del otro día no puede volver a pasar.

Él resopla y pone los ojos en blanco.

-¿Por qué, si puedo preguntar? Es por tu "amigo"..., ¿verdad? ¿Cómo se llama? Ah, sí, Hugo.

-Pues sí, es por él, pero no de la manera en la que piensas. Me gustas, Kentran, pero no estoy segura de lo que siento por ti.

-¿Y crees que algún día lo estarás?

-No lo sé.

-Muy bien, de acuerdo- hace una mueca y mira al suelo.

Me muerdo el labio y lo veo alejarse con la cabeza gacha.

Comemos en silencio.

-Dios, ¿qué os pasa?- pregunta Hopkins.

-Nada- respondemos Kentran y yo al unísono.

Hopkins levanta las cejas, pero no dice nada.

-Voy a por un vaso de agua- dice.

Kentran y yo nos quedamos solos, pero seguimos en silencio.

El sonido de un golpe llama nuestra atención.

Cerca del dispensador de agua, un hombre de mediana edad ha cogido a Hopkins del brazo y le da un puñetazo en el estómago mientras grita:

-Pero a quién tenemos aquí... pero si es Pull. ¿Cómo te va? ¿Qué tal tu niña? Bien, ¿no? ¿Y tu mujer? Ah, no, perdona, que está muerta. ¿Qué haces aquí? ¿Por fin recibes tu castigo? ¡Cobarde! ¡No tuviste cojones de quedarte, NO TUVISTE! ¡Dejaste a Maryan sola y la mataron, como a todos!

Hopkins aprieta los dientes, se deshace del hombre y lo agarra del cuello de la camiseta.

-Yo muy bien, ¿y tú, Jack? Oh, ya veo, igual de imbécil que siempre.

Le da un puñetazo y el hombre se desmaya.

Deep #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora