Capítulo 20

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"You gave me wings and taught me to fly when I was out there on my own. You gave me wings and brought me to life, and now I need to know If you wanna fly, cause I wanna fly"

Wings (Cimorelli)

-¡Vamos, vamos, Ishy! ¡Que te duermes en los laureles!- me grita Leo.

Estoy en mi entrenamiento diario. Ahora mismo estoy corriendo y subiendo y bajando escaleras portátiles en un descampado a unos kilómetros de Gernos.

Ya ha pasado un mes desde que llegamos. Todos en el Frente nos están ayudando a formarnos. Nos preguntaron qué queríamos ser, luchadores, francotiradores, informáticos... Kentran eligió ser francotirador, yo elegí ser espía.

Cuando me decidí, no me esperaba para nada que mi entrenamiento iba a ser el más duro de todos. Como siempre me dice Chris, "un buen espía sabe hacer de todo".

Así que ahora me paso el ochenta por ciento del día entrenando y el veinte por ciento restante, durmiendo.

Amy me da clases de tiro. Es muy simpática y paciente, y, aunque tengo la puntería en el culo, estoy mejorando bastante. Entre James y David me enseñan a luchar. O al menos lo intentan. James es duro y no quiere parar hasta que el golpe que me han enseñado me sale perfecto, pero afortunadamente, David es más indulgente y casi siempre consigue convencerlo para darme un descansito.

Rachel se fue la noche de nuestra llegada. No sé los motivos, pero Pau está muy cabreada con ella. No para de repetir que su prima es una inconsciente mientras me enseña el funcionamiento de todas las armas habidas y por haber.

El señor Yang me da clases de informática, me dice cómo hacer que esos trastos electrónicos funcionen. Y también me cuenta sus sueños premonitorios. Chris me cuenta los secretos de ser espía, todo lo que tengo que saber, cómo actuar, cómo camuflarme si me descubren. Todos son duros y los entrenamientos me ponen al límite, pero el peor de todos es Leo. No estoy muy segura qué es lo que me enseña, pero es una mezcla de todo. Como una práctica. Suelo terminar arrastrándome por el suelo cuando el entrenamiento con él acaba.

Vuelvo a la realidad cuando me resbalo con una piedra y me caigo al suelo.

-¡Venga, levanta!- exclama Leo. Me dan ganas de pegarle un puñetazo.

-¡Estoy destrozada!- sollozo.

-¡Ya, y si esto fuera real, estarías muerta!- grita. Ese es mi entrenador, siempre tan positivo.

Me levanto a regañadientes y sigo corriendo.

-Ya está, enana, ya puedes parar- me dice cuando ya me apoyo con las manos en el suelo para caminar.

Lo miro con alegría y me dejo caer .

Leo se ríe, me coge por la cintura y me levanta en volandas.

-¡Eh, qué haces!- grito- ¡Me has tenido toda la mañana corriendo, ahora me dejas descansar, hombre!

Leo sigue riéndose, pero me deja en el suelo.

-¿Podrás andar hasta el camión?- me pregunta con ironía- ¿O estás demasiado cansada?

Pongo los ojos en blanco y me levanto, pero las piernas me fallan y vuelvo a caerme.

Me mira con una ceja levantada y yo resoplo.

-Joder, no me puedo levantar.

Leo sonríe levemente, a peñas levantando las comisuras de los labios y se agacha dándome la espalda.

-¿Qué haces?- digo.

-Súbete a mi espalda, anda.

Me río pero no me hago de rogar. Él me coge a caballito y se levanta.

Deep #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora