26 | lo siento

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Dedicado a VillalSchnapp
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Volvió a tocar la puerta; y debía admitirlo, me sentía la peor persona por ignorarlo. Decidí abrir un poco la puerta, donde sólo pudiera asomar mi cara.

¿Estás enojada? – me miró angustiado.

No – mentí.

Sé que estás molesta.

– Que no – respondí de mala gana; de acuerdo, mi mentira ya había salido a la luz.

– _____ – dijo en tono de súplica.

Ninguna luz nos acompañaba, pero a pesar de eso podía mirarlo, sus hermosas pestañas, y su cabello negro peinado hacía un lado; debía admitir que tenía ganas de no estar más enojada con él.

Desde que tú entraste a mi vida – comencé a decir.

Te he ocasionado muchos problemas – completó, estaba cabizbajo.

Tenía ganas de abrazarlo, no quería hacerlo sentir mal; pero mi orgullo no podía permitírmelo.

Mi tía se paró justo a un lado de Jos, mi cuerpo se paralizó en ese momento; nos observaba a ambos.

«¿Ves?» dije con tan solo mover mis labios, hacia Jos; dándole a entender que se diera cuenta de los problemas que ocasionaba.

Sé que eres Miguel – por fin habló –, y no sé por qué se lo ocultan a Helen.

Me quedé en silencio durante unos minutos, al igual que Jos. Mi tía seguía observándonos a ambos.

____, no se lo ocultes más – dijo mi tía, estaba a punto de marcharse pero la detuve; no quería que ella le contara a Helen.

No sé cómo lo tomará – hablé.

Siento ocasionar problemas – dijo Jos hacia mi tía.

Mi corazón se estrujó al escuchar eso de Jos; yo misma se lo había dicho, le había dicho que él era un problema.

Solo no le mientan a Helen – dijo y esta vez se marchó.

Jos me miró arrepentido, aún a pesar de estar enojada, en el fondo me sentía culpable por decirle las cosas no de la mejor manera.

Me iré, voy a despedirme y luego me iré – besó mi frente, y lo vi desaparecer entre la oscuridad del pasillo.

No hice nada al respecto, simplemente lo deje irse.

Mi nudo en la garganta desapareció convirtiéndose en algunas lágrimas que comenzaron a brotar. No me sentía bien con esta mentira y tampoco echándoselo en cara a Jos cada que podía.

No encendí la luz, quería estar en la oscuridad y no mirarme la cara, seguramente mi maquillaje estaba más que arruinado.

Había puesto el seguro de la puerta para evitar visitas inesperadas, no quería ver a nadie al menos en lo que restaba del festejo.

Mi almohada estaba llena de lagrimas y maquillaje, o al menos eso supuse ya que no podía verla con exactitud.

____, bailaremos, ¡baja! – dijo Helen del otro lado de la puerta mientras la intentaba abrir –, ¿por qué estás encerrada? – preguntó cuando se percató.

Helen déjala, ya está dormida – se escuchó la voz de mi tía; debía quizás agradecerle.

Decidí hacer justamente lo que había dicho mi tía, dormir, eso me haría relajarme. Ni siquiera me coloque mi pijama solo me quité el vestido, ni intente desmaquillarme, ni nada; solo me metí entre las cobijas así como me encontraba.

Aeropuerto | Jos CanelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora