40 | cumpleaños

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Escuché la puerta principal abrirse, era Valentina que regresaba de comprar comida rápida para ambas, de igual forma para Helen, aunque seguramente no tocaría esa comida. Me había ofrecido a acompañarla pero ella se había negado, no tenía idea de por qué, pero quería tomar el aire, no quedarme encerrada en casa.

—¡Helen!— gritó de inmediato Valentina, y yo la miré extrañada, pues llevaba el mismo tiempo que yo sin hablarle.

—¿Estás bien?

—No voy a permitir que no se coma lo que le traje, tuve que gastar parte del dinero que estoy ahorrando para mi laptop.

Comencé a reír bajito, para poder escuchar si Helen le respondía. Pero eso no sucedió.

—Comamos— dijo resignada Valentina, pues ya sabía que no le respondería.

Fuimos al comedor a servirnos la comida que había traído Valentina, eran Hot Dogs. No era muy fan de ellos, pero realmente estaba hambrienta.

—¿Y qué tienes en mente para hacer en tu cumpleaños?— me preguntó mientras se llevaba su hot dog a la boca.

—Nada en realidad, pensaba bañarme— bromeé.

Comenzó a reír.

—Al menos vas a bañarte— dijo entre risas —. Pero hablo en serio, ¿piensas salir conmigo al menos?

—Sorpréndeme— dije para evitar seguir hablando de eso.

Aunque al momento me arrepentí, no quería que ella intentara hacer algo de lo que yo no tuviera ganas, como alguna reunión.

Era mi cumpleaños número dieciocho y antes de sentirme mal habría pensado que no debía pasar desapercibido, pero ahora deseaba esperar hasta mi cumpleaños número veinte, ese también era especial.

El número dieciocho ya no me importaba tanto.

Los pasos de Helen se escucharon arrastrados, se acercaba al comedor, traía cara de pocos amigos, se encontraba despeinada y embarrada de maquillaje. Se asomó a la mesa donde comíamos Valentina y yo.

—¿Quieres comer?— le preguntó Valentina.

Helen suspiró resignada y por fin nos dirigió la palabra.

—Olvidé comprar comida, no voy a quedarme sin cenar— se cruzó de brazos —, no crean que estoy aceptando su ayuda, solo son mis necesidades — se sentó junto a nosotras en la mesa.

Valentina y yo nos sonreímos cómplices sin que Helen pudiera darse cuenta.

—This is for me, I'm not losing my dignity— habló en su lengua materna Helen.

•••

Sentí caer pequeños papelitos en mi cara y la luz apuntándome en la cara. Además, para rematar, las mañanitas estaban al máximo volumen a las 8 am en un sábado. Era pecado.

—¡Feliz cumpleaños ____!— gritó emocionada Valentina, me envolvió en un dulce abrazo que casi me deja sin oxigeno.

Me sentí decepcionada al ver que Helen no se encontraba en la habitación, pues aunque ya me había acostumbrado a ser ignorada por ella, este era un día especial.

—Arréglate más linda de lo que ya eres— me dijo Valentina mientras se separaba de mi —, porque vamos a salir.

—¿Salir? Yo no quiero salir Valentina.

Aeropuerto | Jos CanelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora