20 | sentimientos

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Seguí esperando que Jos exclamara algo, pero no, no decía nada.

– ¿Puedo tomarme una foto contigo? – por fin habló la chica.

No sabía como actuar, ¿debía voltear? O solo empeoraría las cosas.

Claro – respondió Jos.

Está bien, decidí voltear. Justo en el preciso momento cuando se estaban tomando la foto.

La chica abrazó con fuerza a Jos y de igual forma él correspondió.

Gracias Jos, te quiero – dijo mientras lo abrazaba.

Hasta que se pudo percatar de mi presencia, y no quito los ojos para nada de mi.

Y yo a ti – respondió Jos, aunque la chica lo había ignorado.

¿Quién eres? – siguió mirándome.

Comencé a balbucear cosas que ni siquiera yo entendía. Jos me miraba esperando mi respuesta, hasta que él decidió salvarme.

Es mi prima – habló algo nervioso.

La chica me veía de pies a cabeza, aún seguía viéndome.

No es Rebeca – dijo la chica.

Golpe bajo, muy bajo. Aunque por fin había salido el tema, Jos no podía dejarlo a un lado.

¿Verdad? – añadió la chica.

Jos me miró como si se estuviera disculpando conmigo, o al menos así la había captado.

Rebeca es una chica que quiero mucho – respondió –, pero no es ella – se refirió a mi.

Lo había tomado mal, por alguna razón.

Vaya, creí que Rebeca era tu novia – habló algo rápido –, me gustó verte Jos, adiós – volvió a abrazarlo.

Seguí caminando a la par de Jos, aunque sin decir una sola palabra por unos minutos, hasta que por fin llegó el momento que había esperado.

Viste la nota – aseguró.

¿Cuál nota? – me hice la desentendida.

Sobre Rebeca – respondió.

No sé cuál nota – volví a mentir.

Jos se frotó las sienes, sabía que ya la había visto y que solo estaba fingiendo.

No es mi novia.

No respondí nada, solo quería que él continuara explicando. Realmente el tema de Rebeca me hacía sentir mal.

No es mi tipo de chica – añadió

¿Ah no? – me crucé de brazos.

Claro que no – sonrió.

¿Entonces? – lo miré con una ceja levantada.

No te emociones, tú tampoco lo eres.

Rodé los ojos. No podía dejar atrás a aquel Jos engreído.

Trabaja en ello – guiñó el ojo.

Si, será mi prioridad – respondí con sarcasmo.

Tomó mi mano nuevamente, como cuando salimos de la casa. Se sentía bien, me sentía protegida y como si nada pudiera pasar, como si nadie pudiera descubrirnos, como si ningún fotógrafo pudiera captarnos e inventar que yo era Rebeca.

Aeropuerto | Jos CanelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora