Aeropuerto | Jos Canela

37 | todo

Helen se encerró en su habitación, no sin antes arrebatarme su celular de las manos. Yo sólo quería saber que había ocurrido, cómo había llegado ese álbum a sus manos.

Me quedé paralizada en medio de la sala, Valentina se acercó a mi y me tomó de los hombros, me ayudó a sentarme en el sillón como si no pudiera hacerlo sola.

—¿Sabes cómo llegó eso a ella?— me preguntó Valentina mientras se sentaba a mi lado.

Negué sin decir palabra alguna.

En ese momento se me ocurrió llamarle a Jos, no importaba si Jesus respondía, de igual forma Helen ya lo sabía, ya no podía cumplir su amenaza.

Tomé mi celular, lo busqué en mis contactos y lo llamé. Tenía una gran ira dentro de mi, solo quería golpear al responsable del álbum.

—Diga— dijeron del otro lado de la línea, pero definitivamente no era Jos.

En ese momento se me prendió el foco, definitivamente era Jesús, no solo el que había respondido la llamada, si no también el que había enviado ese álbum a Helen. Entonces mi ira creció y creció.

—Usted lo hizo, usted le mandó ese álbum a Helen— le grité.

—Te dije que te alejaras de Jos.

—No tenía el maldito derecho a mandar eso— volví a gritarle.

—Te lo advertí niña— podía escuchar su voz burlona —. Jos es una figura pública y tiene veintidós años, tu eres una niña insignificante y además eres menor de edad, no voy a arriesgarme a que en un arranque de estupidez y de ganar fama intentes arruinar su carrera.

—En menos de dos meses seré mayor de edad, jamás le haría eso a Jos, pero a usted si, así que será mejor que se cuide.

Se escuchó una sonora risa del otro lado de la línea.

Sabía que me había escuchado muy estúpida, pero no sabía lo que decía, estaba realmente furiosa.

Terminé la llamada, no quería seguir escuchando su estúpida voz. Lancé mi ropa al suelo, la ropa de mi armario, lancé todo lo que se me atravesaba. No podía tranquilizarme y necesitaba hablar tranquila con Helen.

—_____ cálmate, esto se va a solucionar.— dijo Valentina entrando a mi habitación, se acercó a mi y me abrazó, entonces flaqueé.

Comencé a llorar de coraje, me sentía culpable porque Helen no se había enterado por su propia prima. Debí haber actuado antes y decírselo yo misma, pero no había sido valiente. Por mi culpa me odiaría toda mi vida.

—Nunca debí haber conocido a Jos, nunca debí haber accedido a hablar con él, nunca debí enamorarme de él— repetía.

—Tranquila, no es un pecado lo que hiciste.

—Traicioné a Helen.— dije entre sollozos.

—Traición habría sido si Jos fuera su novio y tu la amante.

—Nunca debí ocultárselo.

Valentina se dio cuenta de que yo no prestaba atención a nada de lo que me decía, pero no sé enfadó conmigo.

Ambas dejamos de lado lo que hacíamos cuando escuchamos a Helen salir de su habitación, llevaba una mochila en los hombros y caminaba rápido. Parecía que no quería ser vista por nosotras, pero era imposible.

—¿A dónde vas Helen?— preguntó Valentina.

—Venderé los boletos— respondió sin mirarnos.