30 de Julio. Peñiscola.
- Te das cuenta que tienes a mis padres justamente enfrente ¿verdad? -Pregunte nada mas sentir como una de las manos de Cepeda se posaba en mi trasero.
Ya había terminado el concierto y estábamos junto a toda mi familia en el aparcamiento del recinto. Como siempre había problemas para ver quien se iba con quien.
- Luis, ¿tu has bebido? -Mi padre le pregunto aquello pues uno de mis tios iba un poco perjudicado para ponerse al volante.
- Me he tomado una copa pero puedo conducir.
Quien decía una copa decía tres pero era consciente de la resistencia al alcohol que podía llegar a tener, además me fiaba de él.
- Pude haber sido yo, la que a tu lado siempre se despierte pero el futuro nunca nos llegó. -Cantaba la nueva canción de Tini con Morat que tanto me gustaba mientras me grababa para luego subirlo a las historias de mi Instagram.
- Ya lo eres. -Vi como se giró para mirarme mientras conducía. Trataba de no mirarle mucho ya que aunque estaba mas que acostumbrada a ir con él en coche aun me movía todo por dentro.
- Mira a la carretera.
- Ya lo hago, voy siguiendo a tu padre pero es un lento.
- No, lo que pasa que a ti te gusta pisarle mucho.
Escuche como mi tio se reía medio dormido en la parte de atrás, negando con la cabeza. El plan era ir a cenar todos pero no sabia como iba a terminar la noche.
Miraba fijamente a Cepeda en la mesa mientras lo veía reírse y bromear con mi familia. Ya no quedaba rastro de aquel chico vergonzoso en las primeras reuniones y comidas. Ahora era uno mas y también agradecía a todos por haberle acogido tan bien.
Estaba adorable con sus ojitos achinados cada vez que se reía y tenia un poco de color en sus pómulos a causa de todas las copas que se había bebido en la cena.
No me arrepentía de haberle dicho que sí a acompañarme hoy.
- Cuidaros.
- Que si papa, que vamos con cuidado.
- No me estaba refiriendo a eso precisamente.
Mi cara tuvo que ser un poema y justo cuando pensaba que Cepeda iba a agarrarme para subirme al taxi y escapar de aquella situación escuche como se empezaba a reír a carcajadas, sumándose luego la risa de mi padre. Surrealista
- Venga si si, muy gracioso todo. Hasta luego. -Esta vez fue a mi a quien le toco arrastrar a Cepeda del brazo hasta el taxi. Que malo era el alcohol en los hombres.
La mano de Cepeda se posó en mi muslo nada mas el taxi arranco, girando la cabeza para mirarle con una ceja alzada. Por mas que deseara que me tocara no era momento ni lugar por lo que cerré las piernas cruzándolas luego. Primer error. Parecía que se lo había tomado como un reto porque intento separarme las piernas con su otra mano y cuando mi fuerza flaqueo aprovecho para subir la mano ahora por la cara interna del muslo y llegar hasta casi a mi feminidad. Parecía que iba a hacerlo cuando después aparto la mano de golpe, dejándome confundida.
Le mire con el ceño fruncido y él solo pudo mirarme con una sonrisa coqueta en los labios. Jodido cabrón como sabia jugar sus cartas. Ahora me había dejado con las ganas.
- Ay, Luis...
- Ay, Aitana...
Maldita manía tenia de imitarme cada vez que decía algo parecido a eso.
- Estoy muerta del viaje, a dormir, por favor Luis.
No quería dormir pero siempre me gustaba picarle con decirle aquello. No tardo mas de dos segundos en aparecer detrás mía pegándose todo lo que podía a mi mientras yo dejaba los pendientes y las cosas en la mejilla.
Me agarro de la cintura parar girarme y así empujarme hasta la pared de la habitación dejándome de aquella manera acorralada. Nos besamos como desesperados. Intentábamos devorar los labios del otro mientras en un momento la lengua paso a la acción y ahora eran ellas quien parecían estar librando una batalla por el poder sobre la otra.
- ¿Te imaginas que no llego a venir? No hubiera pasado esto.
Me volvió a girar de golpe para ahora dejarme de cara a la pared poniendo las manos en esta y así evitar que no me aplastara demasiado, no comprendía a donde quería llegar con todo esto.
- Así no me gusta Luis, no puedo tocarte. -Suplique en un intento de que me dejara darme la vuelta.
Me quito los pantalones y la ropa interior dejando ambas prendas en mis tobillos. Ni siquiera se esforzó en quitarme los zapatos para poder quitármelo del todo, lo dejo así. Sentía el peso de su cuerpo apretarme contra la pared asique eche mi trasero hacia atrás para que dejara de hacerlo pero aprovecho eso para rodearme con un brazo por la cintura y así poner la mano por delante y acariciar mi feminidad.
Mi frente se pego a la fría pared mientras miraba hacia abajo para ver la clase de maravillas que podía hacer con su mano. Mis ojos no duraron demasiado abiertos, los tuve que cerrar por el placer que sentía en aquellos instantes.
Mi boca iba a abrirse para algo mas que soltar gemidos cuando deje de sentir su peso en mi cuerpo, señal de que se había separado de mi. Mire hacia atrás por encima de mi hombro para verle quitarse la ropa, quedándose desnudo.
Quise darme la vuelta pero fue mas rápido y me agarro por un brazo para volver a dejarme como estaba. Como si le estuviera leyendo la mente di unos pasos hacia atrás para poder acercarme a él y tuviera un mejor ángulo para introducirse en mi.
Los gruñidos de Cepeda siempre eran música para mis oídos, era el claro reflejo de lo mucho que me deseaba y disfrutaba de nuestros encuentros sexuales.
Mis manos estaban firmes contra la pared mientras mantenía las piernas abiertas una vez pude quitarme las prendas de mis tobillos, sintiendo como el ritmo de sus caderas aumentaba chocando contra mi cada vez mas fuerte. Podía escuchar el sonido de nuestras respiraciones agitadas mezcladas con un sinfín de jadeos y gruñidos.
Dejaba besos por mi espalda mientras hundía mas sus dedos en la carne de mi cadera para tenerme de esa forma mas agarrada y poder impulsarse para hacer sus penetraciones mas fuertes y profundas. Ahora una de sus manos se encontraba encima de una de las mías, entrelazando los dedos haciendo el momento mas intimo. Entrelazar los dedos era algo simbólico para nosotros, era nuestra forma de decirnos te quiero.
Me pase una mano por la frente para echarme el flequillo hacia atrás ya que lo sentía mojado por el sudor sabiendo que Cepeda se encontraría exactamente igual o peor pero no tenia fuerzas para mirar hacia atrás, solo podía centrarme en el placer que sentía y en lo poco que me faltaba para llegar al orgasmo. Era increíble como antes no sabia lo que era uno y con Luis había llegado a tener dos en una noche. Descubrir el sexo con él estaba siendo emocionante.
Estábamos los dos boca arriba mirando el techo de la habitación. Me había traído en brazos una vez habíamos terminado. Esos momentos en silencio eran de mis favoritos, ninguno estaba diciendo nada pero a la vez nos lo estábamos diciendo todo por que cuando la ropa sobraba las palabras también.
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