hierbabuena.

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29 de Julio. Gijón.

Estábamos los dos solos en un ascensor y ninguno decía una palabra o hacia un movimiento para acercarse al otro. Como simples desconocidos esperando que las puertas se abrieran para escapar de la situación.

Suponía que él seguía enfadado por quedarnos a cenar y tener que prologar el encuentro romántico mientras que por mi parte no estaba enfadada pero si molesta por aquel olor a tabaco que me llegaba. ¿No se daba cuenta de lo poco atractivo que era eso?

Caminamos en silencio hasta llegar a la habitación pero Cepeda no se dignaba a abrir la puerta. Entonces, le mire por primera vez desde que se había ido a darle al vicio.

- ¿Piensas abrir la puerta?

- No hasta que me des un beso.

Si pensaba que iba a darle un beso iba list... Vale, ya me lo había robado. Me relamí los labios notando un cierto sabor a hierbabuena. Se había tomado un chicle, como de costumbre.

Por fin abrió la puerta y pasamos dentro. Pese a que dentro aun parecía existir aquella ley de hielo era totalmente consciente de que Cepeda estaba esperando. Era como un león a la espera del mejor momento para atacar a su presa.

Me desmaquille y me coloque un recogido cómodo en el pelo antes de salir y verle en calzoncillos sentado en la cama. Esperando algo. Esperándome a mi. Adiós a mis fantasías de arrancarle la ropa con mis propias manos, ahora ya solo iba a poder sacarle aquellos calzoncillos, si esos que solamente le quedaban bien a él y por ser él.

Como si no me interesara en absoluto aquella postura que tenía que era una clara invitación a que me sentara encima continúe andando por la habitación hasta llegar a mi maleta, sacando el pijama corto que usaba para dormir y quitándome la ropa del concierto luego.

- Yo no me molestaría en ponerme algo que te voy a quitar. -La voz de Cepeda ya sonaba ronca, dejándome mas que claro que el león estaba listo para atacar.

Y lo hizo.

Antes de poder pestañear dos veces ya me encontraba sentada a horcajadas sobre él. Sus manos fueron directas a mi trasero, apretando este y haciendo que me pegara completamente al bulto que ya crecía en sus calzoncillos.

Nunca jamás me había sentido tan deseada como con él, nunca había sentido lo que era que alguien realmente me necesitara.

Ya había desaparecido cualquier olor a tabaco, o al menos yo ya no le daba importancia a eso. Su boca sabia a menta y por un momento quise pasar mi lengua por toda su boca. No vi ninguna intención por su parte para no hacerlo por lo que colé mi lengua en su boca, haciendo exactamente lo que había dicho.

Las manos de Cepeda me movían una y otra vez de atrás hacia adelante para crear una especie de fricción entre nuestros cuerpos haciendo que comenzara a sentir ese característico calor hasta las puntas de mis dedos.

Rompí aquel beso primero para tomar aire y segundo para poder atacar su cuello. Me había estado llamando todo el dia y ya no podía aguantarme mas las ganas. Estampe mis labios contra la piel ajena. Escuche una especie de jadeo salir de los labios de Cepeda, sintiendo mas ganas de seguir pasando mis lengua por toda la piel que me encontraba a mi paso.

Por alguna razón mi boca y mi lengua se movían de una forma mas brusca, aun seguía un poco cabreada por el tiempo que me dejo sola y lo mucho que tardo en llegar aquel día.

- Aitana, ¿estas intentando hacerme un chupetón?

Pude escuchar un deje de diversión en su voz pero solamente me dedique a negar con la cabeza. No quería que aquello llegara a twitter y mucho menos a la prensa.

Subí una de mis manos para agarrarle por el cabello superior de la cabeza y así tirar de ellos sin mucha delicadeza para hacer que echara la cabeza hacia atrás y tener mejor acceso a la exquisita piel de su cuello.

- Ya. -Como si fuera el dueño y señor de la situación me agarro de los brazos para apartarme y obligarme a que dejara en paz su piel.

Ambos nos miramos intensamente mientras jadeábamos, incluso podía percibir su sabor cada vez que me relamía los labios.

Me acaricio la mejilla tiernamente antes de sentir como su mano bajaba por mi cuello hasta llegar a mis pechos. Se dedicó a acariciar uno de mis pezones, endureciéndose este al instante mas de lo que ya había estado desde que me había sentado encima de él. Note como sus ojos ya no estaban mas en mi cara si no en mis pechos, viendo la forma en la que sonreía complacido al saber que únicamente era él quien los podía poner así.

- Me encantas. -Dijo antes de agachar la cabeza y atrapar uno de mis pezones. Lo chupo con ganas antes de pasar al otro y hacer lo mismo.

Con un ágil movimiento de sus dedos me agarro de las partes laterales de las bragas y levantándome un poco me las quito, pero solo hasta la mitad de los muslos debido a la postura.

No estaba preparada cuando deslizo con experiencia sus dedos entre mis pliegues antes de meterlos dentro. Pude notar como doblaba estos para poder llegar mas al fondo y de paso, darme mas placer. Se me escapo por los labios un gemido mientras mi cabeza caía poco a poco hacia atrás, agarrándome con una mano a su cuerpo para no caerme.

Unos pocos minutos pasaron antes de que sacara los dedos, acariciándome de forma lenta después de la rapidez que había usado anteriormente con los dedos. Aquello me sacudió, emitiendo el gemido mas alto de lo que llevábamos de noche.

Me levanto en brazos para luego dejarme caer de espaldas en la cama, terminando entonces de quitarme las bragas. Dejo que me acomodara y luego se tumbo sobre mi, haciéndose hueco entre mis piernas, sintiendo su duro miembro de nuevo contra mi. Esta vez piel con piel, sin tela de por medio.

Entro dentro de mi, haciendo que cerrara los ojos para sentir esa sensación de forma mas intima, mas personal. Sus caderas comenzaron lentamente a moverse contra mi pero luego parecían no tener freno. Una de las manos de Cepeda se agarro contra el cabecero de la cama para poder impulsarse desde allí. Notaba las venas de sus manos mas grandes de lo habitual por el esfuerzo que hacia al agarrarse. Entre aquello y sus penetraciones un escalofrió recorrió por toda mi columna vertebral haciendo que arqueara la espalda hasta casi pegar mis pechos con el cuerpo ajeno.

Ninguno aguanto muchos minutos antes de llegar al orgasmo. Hacia mucho tiempo que no lo hacían y las ganas habían sido mas grandes que prologar el encuentro un poco mas.

Nuestros pechos subían y bajaban a gran velocidad por culpa de la respiración. Se podía ver algunas gotas de sudor resbalar por la frente de Cepeda, dibujando una sonrisa placentera en mis labios.

- Te echaba de menos. -Me moví en la cama para ponerme de lado y así abrazarlo por la cintura con un brazo.

- Yo también, pero espero que descanses esta noche porque mañana antes de irnos cae otro. -Me dio un beso en la frente, abrazándome pegándome a su cuerpo y cerrar los ojos para ir con Morfeo. 

Nocturnos » eróticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora