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—Bien, entonces haremos eso último como lo dijimos —hablo para que todo quede claro —Este mes nos meteremos de lleno en los casos de violencia de género como hicimos un mes anterior pero por encima. Hay que ser originales ¿sí? Esta revista se basa en dar nuestra opinión.

—Se nos echarán encima los medios  —se cruza de brazos Clara, jefa de redacción.

Es una mujer en sus 30. Desde que la conozco, envidié el pelo rubio liso que tenía. Siempre tan brillante. Y encima con unos ojos azules espectaculares. Era el tipo de mujer que llamaba la atención de cualquier hombre y que nadie querría dejar escapar.

—Ya se nos echaron otras veces. No importa —le resta importancia Juan, director creativo. Hombre de 50 años, con piel de color, pelo moreno, ojos castaños y sonrisa demasiado blanqueada.

—Le pediremos a alguien famoso que nos conceda una entrevista. De eso me encargo yo —vuelvo a hablar —Luego quiero que nuestras trabajadoras escriban un relato sobre ello y los trabajadores sobre lo mismo. Ambos se compararán. Alicia, —llamo la atención a nuestra fotógrafa, una chica rubia de ojos verdes y tez blanca —esta vez serán fotos a mujeres de todo tipo con ropa de todo tipo pero nada de desnudos —ella asiente —Eso es todo. Cualquier cosa, ya sabéis dónde estoy —empiezo a recoger los papeles. 

Todos se empiezan a levantar y a hablar entre ellos. 

—Laura —me llama Clara y yo la miro para que entienda que la escucho —Ya es la hora de comer y voy a ir con Mara y Alicia a comer ¿te vienes? —me pregunta. En ese momento me vibra el móvil en el bolsillo. 

—No, gracias —declino la invitación—Ya quedé con mi novio para comer —sonrío 

—Otro día será —sonríe —Adiós —se despide. Veo como las otras dos la esperaban y caminan hacia el ascensor. 

Miro mi móvil una vez que dejé mis carpetas en el despacho. 

No puedo, ya quedé para comer con los chicos y no puedo decirles que no. Nos vemos esta noche. Besos    

Sonrío de forma forzada y le contesto. 

Okey cariño. Te amo.

Bajo en ascensor a la calle y camino hacia otro bar. Donde sé que no estarán las chicas. No quiero que sepan que me dio plantón por tercera vez en la semana. 

[...]

Suelto las llaves sobre la encimera de la cocina al igual que el bolso. Manuel todavía no llegó como de costumbre. 

Me descalzo en medio de la cocina y me quito la chaqueta para empezar a hacer la cena para ambos. 

Cuando la cena está lista para servir, miro el reloj. Ya son las 22 y todavía no ha llegado así que cojo mi teléfono y le mando un mensaje. 

Manu, la comida ya está. ¿Te queda mucho?

Dejo el móvil sobre la isla de la cocina y me siento en la silla mirándolo fijamente, esperando su respuesta. 

El móvil brilla y cuando leo su mensaje siento que, una vez más, me rompe. 

No llegaré para cenar. Quedé con mi jefe y unos socios para cenar y no puedo decir que no.  

Apago el fuego y desbloqueo el móvil para contestarle. 

La próxima avísame ¿sí? No llegues muy tarde que mañana tienes que madrugar, otra vez. Te amo.

Me sirvo un plato y meto lo que sobra en un tupper por si viene con hambre. 

Ceno en el sofá viendo la televisión. Desde hace mucho que no ceno en otro lugar que no sea este. 

[...]

Escucho la puerta de la entrada cerrarse y al abrir los ojos, le veo entrando con la corbata desecha. 

—Manu —me levanto y me acerco a él. 

—Laura, ¿qué haces a estas horas despierta? —frunce el ceño y enciende las luces. 

—Me quedé dormida esperándote. ¿Qué hora es? —cuestiono.

—Son las dos de la mañana —deja su chaqueta sobre el sofá.

—Te dije que no regresaras tarde. Mañana te querrás levantar de nuevo a las 6 de la mañana y no podrás con tu cuerpo —me cruzo de brazos. 

—No importa. Por un día no pasa nada además de que yo puedo —empieza a subir las escaleras y yo le sigo. 

—Manuel, es que ya no es hoy. Llevas haciendo esto ya desde hace dos semanas —me quejo. 

—Pero es mi trabajo levantarme a las 6 para que quede todo perfecto y acostarme tarde para que quede bien —se deshace de sus zapatos ya en la habitación. 

—¿Y qué hay de mí Manuel? ¿Es más importante tu trabajo que yo? Porque si es así quiero saberlo ya y no desilusionarme cada vez que veo una negativa de tu parte —alzo la voz haciendo que me mire. 

—Sí eres importante para mí Laura. Eres mi pilar —se acerca a mí y rodea mi cintura con sus brazos. 

—No lo parece —susurro apoyando mi frente contra su pecho —Me siento ignorada —murmuro con la voz entrecortada. 

—No lo eres. Mañana almorzamos y cenamos juntos. Te lo prometo —miro a sus ojos y sé que lo dice de verdad. 

—Vale —sonrío y junto mis labios con los suyos. Llevo todo un día sin probarlos. 

 Pone su mano en mi nuca pegándome a él y paso las manos por su pelo mientras saboreamos la boca del otro. Voy a su camisa y me pongo a desabrocharle los botones de la camisa. Cuando por fin se la quita, me insta a que me suba en él así que eso hago mientras nos guía a la cama. 

[...]

Mi despertador suena y yo sonrío de solo recordar lo de anoche. Sin abrir los ojos, lo busco a tientas a mi lado y al no encontrarlo, los abro. Estoy sola en la cama. Gruño y me levanto de la cama de un salto. 

Me pongo de forma rápida mi lencería y me pongo por encima su camisa blanca. Se habrá puesto otra. 

Bajo las escaleras de dos en dos y veo afuera como sale de la casa en su coche. 

  —Me cago en sus muertos —le doy un golpe a la pared —No te despidas, no pasa nada. Lo de anoche no fue nada —refunfuño escaleras arriba. 

Me doy una larga ducha y desayuno lo de siempre. De nuevo al trabajo. 

—Buenos días —saludo entrando. Algunos me saludan. 

Cierro la puerta de mi despacho y me dejo caer en la silla. 

Buenos días mi amor 

Veo como lo lee pero me deja en visto. Trago mi nudo en la garganta y apago la pantalla para empezar a trabajar. 

RecupérameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora