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Dejo la pizza y las bebidas en la mesa y me siento con los pies en el sofá. Manuel sigue con su estúpido teléfono.

—Ahora sé que cenar sola y cenar contigo son sinónimos —comento cogiendo un trozo de pizza pero ni se inmuta.

Me paso la mano por la cara y me pongo a ver la película como si estuviera sola.

—A Julio le llamó su mujer —deja el teléfono sobre la mesa.

—Julio es una buena pareja —susurro con el trozo de pizza sobre mi boca.

—Hoy ha sido un día agotador —murmura y yo gruño por lo bajo. Al cabo de los minutos se me pasa el enfado.

—Dentro de poco es nuestro aniversario —comento bebiendo de mi lata.

—Sí —me esperaba que dijera más.

—Podríamos ir a cenar fuera ¿no crees? —sigo insistiendo —Tres años son ya bastante —opino

—Claro, reservaré en un restaurante de por ahí —no me mira. Solo tiene la atención el maldito televisor.

Termino de cenar y me subo sin decirle nada. Estoy harta de como me trata como si no fuera absolutamente nada. 

Esa noche no sentí cuando se acostó en la cama, yo solo le estaba dando la espalda a su lugar, mientras lágrimas caían de mis ojos hasta quedarme dormida. 

En la mañana tampoco está a mi lado pero quizás eso ya sea una costumbre. 

Me doy una ducha tranquila y me pongo unos vaqueros y una chaqueta algo más formal. 

[...]

—¿Te vienes a almorzar Laura?—asoma la cabeza por mi puerta Mara. 

—Claro —acepto y apago el ordenador. Antes miro el móvil por si Manuel me dijo algo de ir a almorzar juntos. Como siempre, no es así. 

Con las chicas me pongo a charlar de cualquier otra cosa y me olvido por unos instantes de Manuel y de la posible crisis que estemos sufriendo. 

—En dos días es tu aniversario —chilla Clara —¿Qué le comprarás? 

—No lo sé. Mañana como es sábado, por la tarde iré a comprarlo. Dijo que reservaría en un restaurante —sonrío 

—Tres años ya son varios —opina Alicia —Yo todavía no duré con ninguno más de uno —ríe y todas con ella. 

—Ya. Tenemos aguante —murmuro y miro para otro lado. 

Cuando las chicas van al baño, aprovecho para enviarle un mensaje a Manuel.

¡Hola! ¿Cómo te va el día? ¿Hoy vienes a cenar? 

Veo que está en línea pero no responde. A los minutos me llega su respuesta. 

No. Voy a cenar en casa de Julio. 

Bien. 

Trago el nudo de mi garganta y le sonrío a las chicas tranquilamente, como si no pasara nada. 

  —Chicas, ¿queréis veniros a cenar a mi casa esta noche? —propongo y ellas me miran con el ceño fruncido. 

—¿Y Manuel? —pregunta Mara sospechando algo. 

—No vendrá a cenar. Va a casa de su amigo —me muerdo la lengua para no soltar nada indebido. 

—¿Y no te lleva? —le parece extraño a Clara. 

—Nunca lo hace —me encojo de hombros.

—Bueno, pues entonces claro —acepta Mara entrelazando su brazo con el mío en una señal de apoyo. Las otras dos acaban aceptando también. 

Los dos días pasaron rápido y seguí sin ver a Manuel por ningún sitio, pero supongo que ya me estaba haciendo a la idea. 

La mañana del domingo llegó y ni siquiera en ese momento se encontraba a mi lado. Supongo que se habría ido a correr como siempre y al maldito gimnasio.  

Decido darme una larga ducha y al salir, me pongo unos vaqueros con un chaleco negro de mangas largas que muestra mi barriga para estar por casa. Es por ello que ni me molesto en ponerme zapatos.

Me recojo el pelo en un moño y empiezo a hacer mi desayuno tatareando "¿Cómo te va?" de Lola Índigo y Beret. 

  —Buenos días —saluda Manuel entrando en la cocina con ropa de deporte. 

—Buenos días —le sonrío. 

—Feliz aniversario —me da un beso en la mejilla y eso me sorprende. Últimamente no me esperaba mucho de él.  

—Feliz aniversario —me doy media vuelta y pongo mis manos alrededor de su cintura a pesar de que está lleno de sudor —Creía que no te acordabas.

—¿Por qué no lo haría? —susurra contra mis labios.

—Quizás porque en lugar de despertarme a tu lado con la cama llena de rosas y el desayuno, como todos los aniversarios, me encontré sola de nuevo —quito las manos de su cintura, cabreándome de solo recordarlo.

—Sabes que me gusta ir al gimnasio. Este cuerpo no se mantiene solo —me señala su músculo y a mí se me acumulan lágrimas en los ojos —Pero ¿qué te pasa mujer? —exclama y yo niego con la cabeza mientras me doy media vuelta.

—Dúchate, estás sudando —me apoyo en la encimera sin mirarle.

—Laura —susurra.

—Manuel, que vayas a ducharte. Ahora te preparo el puto desayuno —elevo la voz y él se acaba yendo de la cocina.

Seco mis lágrimas y me pongo a terminar de preparar el desayuno, esta vez en silencio.

[...]

—Acabo de reservar en nuestro restaurante favorito —me avisa mientras se lleva la taza de café a los labios.

—Manuel —dejo mi plato terminado a un lado —¿por qué no te he visto en tres semanas? —le pregunto de una vez por todas.

—Laura, sabes que mi puesto necesita de mucho tiempo —decido cortarle.

—¿Y el mío no? Te recuerdo que soy directora de una revista que recién se está haciendo conocida —me echo para atrás en la silla y me cruzo de brazos.

—Ya pero tú no tienes jefe, yo sí —se encoge de hombros.

—¿Y tu trabajo es más importante que yo? Porque por lo que parece, así es —espeto molesta.

—Laura, llevemos la fiesta en paz. Es nuestro aniversario. Vamos a disfrutarlo —se levanta de la silla y camina hacia la cocina dejándome en el comedor molesta.  

Me echo hacia delante en la silla y apoyo mi barbilla en mi mano pensativa. Así me llevo unos segundos hasta que decido levantarme y seguirle.

Allí le veo metiendo las cosas en el lavavajillas. Dejo las cosas al lado suya para que las meta y yo me quedo apoyada en la encimera de atrás observándole.

—Solo siento que soy una segunda, o incluso una tercera, prioridad para ti Manuel —me atrevo a decir —Eso duele —se me quiebra la voz.

Se incorpora y se gira a mirarme con pena reflejada en sus ojos. Yo no quiero que sienta lástima. Yo solo quiero que se dé cuenta de que me hace daño con sus acciones.

—Yo te adoro Laura —se acerca a mí y pone su mano en mi mejilla fría.

—Yo no quiero ser adorada —intento decir ya que no quiero llorar pero es un esfuerzo muy grande el que estoy haciendo —Quiero ser amada —le miro a los ojos y no veo nada en ellos. Es como si no quisiera mostrarme lo que siente.

—Te amo Laura —junta su frente con la mía mientras me sujeta la cara entre sus dos manos.

—Y yo a ti Manuel pero cuando te dije eso, no soltaste un "te amo", soltaste un "te adoro" —intento sonreír pero no puedo.   

RecupérameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora