13 PVO's Manuel

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Cuando veo que su coche se aleja por la solitaria y oscura calle, no puedo evitar gritar de rabia y pegarle un puñetazo a la pared.

Me paso la mano por mi cara pasando por mi pelo hasta acabar en la nuca, en el mismo sitio que tengo escrito su nombre.

Lágrimas furiosas caen por mis ojos y me dejo caer al suelo.

Me dejó. Todo se acabó porque soy un puto imbécil.

Solo su cara llena de lágrimas y con el dolor escrito en ella, es lo que me aparece en la mente.

Bajo abajo y abro la despensa para coger varias botellas de vino. Ese vino que tanto adoraba ella que tomasemos juntos junto un poco de queso.

Sorbo la nariz y me empurro la botella. Bebo como si fuera agua. Cuando la separo de mi boca, ya va por la mitad. Sonrío con falsa alegría.

¿Dónde habrá ido? ¿Sentirá este mismo dolor ardiente en el pecho que yo? ¿En serio fui tan estúpido para no retenerla? ¿En serio fui capaz de marcharme sabiendo lo que causaba eso en ella? ¿Volverá cuando todo esto se enfríe? ¿Me superará rápido?

Despierto con un dolor de espalda y de cabeza increíble. Miro las botellas a mi alrededor vacías y el recuerdo me golpea duramente el estómago. Me quedo sin aire como si me lo hubieran dado de verdad.

Anoche bebí tres botellas de algo que no consigo leer ahora mismo. Sigo bebiendo y llego al coma etílico.

Me levanto con pesadez y siento que todo huele a ella. Ahora que no está me huele a ella.

Me meto en el baño y me desprendo de mis ropas. Veo todo sus jabones y champús en la bañera. Siempre le encantó comprar mucho y con diferentes olores.

Dejo que el agua fría congele hasta mis huesos. Necesito espabilarme de una puta vez. Esto es real y aunque duela, lo es.

No soy capaz de ponerme la corbata. No me puedo centrar en nada y me caigo varias veces. Tengo la cabeza en las nubes, o más bien, en ella.

Mi teléfono suena y tengo la esperanza de que sea Laura. Al ver el nombre de Melanie, dejo que suene.

Me tomo un café cargado y ya está. No tengo ganas de comer nada más.

Cierro la puerta de esa casa ahora tan solitaria y me monto en el coche.

Me parece ver a Laura en la ventana de nuestra habitación y cuando parpadeo un par de veces, esa imagen desaparece.

Arranco el coche y me alejo de la casa.

—¿A dónde vamos Manu? —pone su mano en mi rodilla y me la aprieta.

—¡Qué pesada eres Laura! —exclamo soltando una risa.

—Amo tus sorpresas pero sabes que no puedo evitar preguntar —salta en el asiento y me recuerda a una niña pequeña.

—Ya te dije que no te lo diría —le saco la lengua.

—Siempre igual —pone los ojos en blanco y quita su mano de mi pierna.

—Ya lo verás —le cojo la mano y la miro de reojo con una sonrisa.

Aprieto los ojos para no acabar llorando de nuevo.

—¿A dónde vamos? —me sobresalto al escuchar la voz de Laura.

Me giro y no veo a nadie. Me estoy volviendo loco.

Aparco en mi plaza y saludo a los recepcionistas cuando paso.

Las puertas del ascensor se cierran y me miro en el espejo. Dios. Estoy demacrado.

Las puertas se abren en mi planta y veo a mi personal andando de un sitio para otro.

—Llegas tarde —se acerca a mí Julio.

—Mira. Laura me dejó por tu puta culpa así que me importa un carajo el haber llegado tarde ahora —le suelto. 

—¿Qué? —es lo único que suelta y dejo abierta la puerta de mi despacho para que pase.

—Por lo del maldito domingo —dejo mis cosas en la mesa —La descuidé y por eso la perdí.

—Mira tío. No es mi culpa que no sepas poner una lista de prioridades para ti y que tu novia no sea la primera —se encoge de hombros.

—Estoy jodido. Destrozado —me tiro en mi asiento y me paso las manos por el pelo.

—¿En serio te rendirás y no lucharás por un amor como el vuestro? —me pregunta.

—Manu —interrumpe mi respuesta Melanie entrando por la puerta.

—Después hablamos —le digo a Julio y él sale diciendo cosas por lo bajo que no llego a oír.

—Manu, hoy te llamé y no atendiste —me habla con ese acento inglés suyo.

—Sí, lo siento. Estaba liado en ese momento —me paso la mano por la nuca.

—Podrías habérmela devuelto después —se queja.

—Venía hacia aquí. No tenía mucho sentido. De todas formas, ¿qué querías decirme? —me echo hacia atrás en el asiento y la observo.

—Te amo Manu —veo a Laura frente a mí sosteniendo un ramo de rosas y sonriéndome de par en par.

Sacudo la cabeza y vuelvo a ver a Melanie.

—¿Te enteraste Manuel?  Es que no me escuchas cuando te hablo —se cabrea y empieza a murmurar cosas en inglés, supongo que insultándome.

—Perdona, ¿qué decías? —paso la mano por mi pelo.

—¿Qué te pasa? Hoy estás en las nubes y eso nunca te pasa —cruza sus piernas cuando se sienta.

—Me dejó ayer Laura —le confieso.

—Oh —es lo único que dice —Lo siento mucho por ti —estira su brazo y toca el mío dándome un apretón para reconfortarme. Solo lo haría si fuera Laura quien lo hace.

—Fui un mierda con ella y estoy destrozado. Ella me odia. Yo me la veo por todas partes, la escucho. La tengo en mi cabeza —cojo mi cabeza entre mis manos alejándome del tacto de Melanie.

—Todo pasará Manu. Al principio duele mucho pero con el paso de los días el dolor disminuye y solo queda como un recuerdo. Laura será una de tus exs que les contarás a tus nietos —intenta reconfortarme pero eso me pone peor.

—¿Y si no deseo que eso sea un recuerdo? ¿Y si no quiero hablarle a mis nietos de Laura como una exs de mi juventud sino de su abuela? —la miro fijamente y ella queda cohibida por mis palabras. No se esperaba esa respuesta de mi parte.

RecupérameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora