Salmo.

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Ridículo es pensar que pertenezco al cielo que se grabó entre tus caderas y que se oculto entre el crepúsculo de tus párpados;
Párpados ojorosos que brillan por un momento de revelación y sinceridad efímera;
Sinceridad efímera producto de la fusión de las bombas de humo y cenizas que colorean tu silueta;
Silueta que he de conectar con la luz del sol para relucirla ante el contraste de tu risa y dolor;
¡Pero que lindo dolor!, ridículo y arritmico que marca mi pecho al verte estar y al verte ser;
Porque has de ser el ejercicio magno de la expresión simbólica del hombre por la mujer que se convirtió en Diosa;
Qué se convirtió en Diosa por proclamación y que se consagró como parte del plan que nadie ideó, pero que se adueñó de todo;
Porque todo era suyo y nadie se lo pudo negar, porque pensé pertenecerle y qué ridículo que fue creerlo;
Qué ridículo fue creer en las auras que desprendía el aroma de sangre y flores de tu piel;
Las flores de tu piel, los mechones de tu pelo y sin abrir los ojos podías ser y estar, podías ir y venir;
Ir y venir, vivir y morir, soñar y reír, y en la ternura de los campos podías enceguecer hasta a los mejores artistas, porque no sos un chica cualquiera;
Y cualquiera podría tomar armas y conquistar Troya, sólo por el capricho de no verte caer;
De no verte caer y de transportase a mitad de la nada para sentir lo que se siente ser parte de vos al amanecer;
Al amanecer vendados y atados, pero felices por descubrir en tus entrañas y en tus átomos la magnificencia de la creación;
Magnificencia de la creación, que por un momento vino al mundo y beso, abrazo y bendijo, sin hacerlo, todo lo que piso y miró.

Abismo Challenger.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora