Abismo Challenger.

Nudos sin desenlace.

Pronto llega la sensación fluctuante del desvarío nocturno en mis ojos,
Llamando con gestos y palabras a alguien que no puede ver ni percibir,
Pero ahí esta,
Sugiriendo con notas adornadas y con labia insolente a la dulce caricia del acto final.
Acto que simboliza el cierre brusco de la armonía utópica que trae el orden;
Orden que se marcha con pasó arritmico del pecho andrajoso que hoy poseo
Y que no puede aguantar la fría lluvia de golpes y presiones en el tejido cárnico que sustenta la vida.
¡Pues hoy escapa la vida!,
Se va tan lejos que ya no es posible distinguir su silueta de los puntos que conforman el horizonte,
Se pierde rápido y sin ser detectada por lo mismo que alguna vez creo,
Por lo mismo que alguna vez se maravillo y llamo "obra maestra" y "milagro imponente";
Por lo mismo que ahora no es más que un templo perdido,
Hundido en las profundidades desconocidas del Abismo Challenger.
Hoy estoy aquí...
Mañana no sé con seguridad de dónde me he de encontrar,
Pero hoy estoy seguro de que siento el tormento de mil rayos en mis sienes
Y de cientos de erupciones volcánicas escupiendo lava en mis muñecas,
Qué se endurecen ante la pérdida de la propia razón de ser
Y del brío que se confunde con el medio y se difumina en el mismo;
¡Dolor!,
Sensación reconfortante que llena de irá los nervios gastados de quien no siente,
De quien ya no puede complacerse con los viejos cuentos infantiles de hadas y reyes,
Porque ya no hay enfermedad que sirva de placebo ante el vacío,
Nada más que importe ante las bajas temperaturas de una luna de ladrillos.
Nadie ha de cantar,
Pues el llamado ensordece los oídos de quien escucha su parloteo
Y despedaza los corazones débiles de quienes no pueden confiar en nadie,
Porque es dulce el viaje de miles de leguas submarinas
Y más dulce es aún la caída eterna al fondo horripilante del mar.