Regis

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Maxwell se disponía a cerrar el gimnasio. A causa de las fiestas finales decembrinas, no muchas personas iban al gimnasio, era en esa temporada donde el lugar presentaba una baja demanda. Sin embargo, abrir solo la mitad del día era lo justo, dado que, las personas que aun visitaban el gimnasio en esa temporada, lo hacían en las mañanas, eso era algo bueno, querer estar en buena forma.

Pero eso también le recordaba a Alec, el acudía a sus entrenamientos por las mañanas, la mayoría del tiempo, siempre estaba en buena forma, sorprendiéndolo a cada momento con la velocidad en que aprendía cada nueva técnica, sin embargo... Maxwell sabía que Alec necesitaba esforzarse aún más... considerando la situación actual.

Cuando se aseguró de que todo estuviera en orden, Maxwell se dirigió a su oficina para apagar su ordenador y guardar los papeles que había revisado temprano en la mañana. No le llevo mucho tiempo organizarlos, solo fue necesario guardarlos en un sobre y colocarlos en uno de los estantes. Por último, termino de apagar su ordenador alzándolo del mismo modo, en uno de los cajones de su escritorio, era más seguro tenerlo ahí, nunca se sabe que podría pasar en cualquier momento... como ese.

-No hace falta que se escondan – dijo Maxwell cuando aseguro el cajón bajo llave – hace tiempo que sé que estaban aquí.

-No parece sorprendido – dijo la joven que entraba a la oficina de Maxwell, con un joven a su lado.

-No sé porque piensan que debería sorprenderme, ¿y bien?, ¿Qué los trae por aquí?

-Si has podido detectarnos, entonces si eres tú a quien buscamos.

-¿Y quién se supone quien soy para captar su interés? – Pregunto Maxwell mientras se recargaba en el borde del escritorio, con los brazos cruzados sobre su pecho – pero más importante, ¿Por qué están vigilando a mi hijo tan de cerca?

-¿Su hijo? – el joven parecía confundido.

-Escuchen, ¿Por qué no empezamos desde el principio?, ¿Cuáles son sus nombres?

-Simon, y ella es Rebecca, mi hermana – contesto el, pero rápidamente volvió a hablar antes de que Maxwell pudiera decir algo – y usted es a quien llaman "el Centurión", el guardián del mundo humano.

-Que sorpresa – respondió Maxwell con una sonrisa de satisfacción – entonces, ¿utilizaron a mi hijo para llegar a mí?

-Suena absurdo que pretenda no ser consiente de quien es el realmente – comento Rebecca.

-Además, el guardián de la barrera mágica, no menciono que usted tuviera un hijo.

-"Demonios, hable más de la cuenta" – pensó – supongo que tienes razón, sin embargo, hay secretos que no pueden ser revelados antes de tiempo.

-¿A qué se refiere?

-Primero respondan a mi pregunta, ¿Por qué lo han estado vigilando?

-Es nuestro deber – respondió Simon – él se ha vuelto nuestro señor y como tal debemos servirle y protegerle a toda costa.

-Ya veo, se ha formado un vínculo... una alianza con ustedes ¿cierto? – Los mellizos asintieron – eso parece explicar la situación, por cierto... no solo vinieron a corroborar su teoría de quien soy ¿me equivoco?

-El príncipe Magnus ha querido comunicarse con usted – respondió la joven vampiresa – sin embargo, por alguna razón que ignoramos, no ha podido hacerlo, cree que usted tiene algo que ver.

-No he sentido el llamado de Magnus desde hace tiempo – respondió con sinceridad – de haberlo hecho, pueden estar seguros de que me comunicaría con el cuanto antes.

Mundos Distintos... Pecado DivinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora