La Cadena Del Amor y Del Destino

110 21 9
                                    

-Ragnor, ¿estás en casa? – pregunto Magnus al entrar en la guarida del oráculo, y al ver que el lugar estaba vacío... o eso parecía, y le inquietaba.

-Lo estaba esperando alteza – Magnus se giró para ver a Ragnor, quien caminaba firmemente hacia el - ¿en qué puedo ayudarle?

-Honestamente Ragnor, ¿no te cansas de hacerme siempre la misma pregunta?, siempre sabes perfectamente la razón de mis visitas.

-Si no pudiera ver el futuro, pensaría que estas aquí para hablar sobre los problemas por los que está sufriendo el reino.

-¿Y no es así? – pregunto con ironía.

-Lo que más me interesa saber, es porque no le ha dicho nada al rey respecto de sus sentimientos – Magnus aparto la mirada, claramente avergonzado.

-Eso es lo que me pregunto, todos me están presionando, tal vez no me lo dicen abiertamente pero sus miradas son más que suficientes... pero todo esto me confunde.

-La confusión solo es el indicio de que realmente hay algo, alteza, usted sabe muy bien lo que siente por él... y sin embargo se aleja.

-Él no parece sentir lo mismo – Ragnor sonrió, nunca había visto a Magnus tan agobiado.

-Entonces todo es un juego para usted.

-¿Qué? – pregunto ofendido.

-Si me permite hablar con libertad – Magnus asintió – usted le coquetea, se ríe, se aleja... pero al final de cuentas ¿Qué arriesga?, ¿Cómo puede dar fe de que él no siente lo mismo?, ese sentimiento siempre es así, con obstáculos y confusión... pero es gracias a ellos cuando se es capaz de saber que hay algo ahí, pero si no persigue ese instinto puede arrepentirse toda la vida, hágase un favor alteza, y deje a un lado la arrogancia y egocentrismo y sea usted mismo.

-¿Estás diciendo que debo decírselo?

-Eso depende.

-¿De qué?

-¿Lo hará por él... o por usted?



Silas y Denis estaban halando a Alec a través del gran vestíbulo, ese día habían acordado ir a los Cwn Cau, una costumbre que habían adoptado tras la llegada de Alec. Maia y Presi los estaban esperando en aquel bello lugar, excusándose porque no querían escuchar los sermones de los elementales para cuando salieran del castillo.

Sumado a eso, que faltara poco para el atardecer, Alec solo había visto aquel espectáculo nocturno una vez, por ello no protesto cuando los semi espiritus se lo propusieron. Además, los cuatro semi espíritus habían notado que Alec estaba triste, molesto y totalmente ido hacia unos días, sin mencionar su ley del hielo contra Magnus. Esa era la razón principal por la que los semi espiritus querían distraer a su pequeño amigo.

Cuando estaban a punto de salir, Magnus estaba entrando, mirándolos con curiosidad, Alec aparto la mirada – ¿puedo saber a dónde van ustedes tres?

-A Cwn Cau – dijo Silas con una sonrisa.

-¿A estas horas?, el sol no tarda en ponerse.

-Usted sabe lo que pasa en la noche en ese jardín, príncipe – añadió Denis.

-Ya veo – dijo, sin embargo Magnus seguía obstruyendo la salida, miro a Alec y suspiro – Alexander, ¿podemos hablar?, por favor.

-¿Ahora si quieres hablar? – dijo el con indiferencia.

Mundos Distintos... Pecado DivinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora