Capítulo XV: ¿Él va a compartirme?.

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Fiamma:

Intento gritar en este momento, Giacomo sigue aplastándome con su codo sobre mi espalda, trato de respirar, la mordaza no me deja respirar. Su codo se aligera y yo aspiro con fuerza, pero tan pronto como lo hago, Giacomo golpea el viento fuer de mi de nuevo, él implanta besos en mi espalda y trasero que hacen que mi cuerpo responda. Él se inclina sobre mi espalda, sigo luchando por respirar, y de repente, se retira y puedo respirar.

Por un momento, la única cosa que puedo oír es mi respiración, entonces, escucho que abren la puerta, el horror se arrastra sobre mi, ¡Alguien está aquí! Giacomo está hablando en voz baja y puedo divisar su voz. ¿Qué está haciendo? Espero que la otra persona desconocida salga, pero no lo hace, más bien escucho sus pasos acercándose a mi.

-Esto será solo un minuto-. Esa es la voz de Giacomo.

-Es más que justo-. La otra voz dice, el miedo y la desesperación me consume, ¿Él va a compartirme?  No me puedo mover, no puedo hacer una maldita cosa. Golpeo mi cabeza contra la cama, intentando sacarme la venda de los ojos, entierro mis dientes en la mordaza, pero dejo de hacerlo porque me comienza a doler, también grito y sacudo mi cabeza. Sé que accedí a hacer esto pero nunca imaginé que él haría esto.

Antes de que pueda pensar, siento una mano fría en mi nalga y escucho una cremallera cuando se baja, mis ojos se llenan, no es Giacomo, Giacomo está de pie frente de mi. Oigo su voz susurrando que mantenga la respiración.

Quiero matarlo, antes de luchar por respirar siento la dura longitud del hombre pasar por la piel de mi trasero entrar en el, se inclina hacia mi, empujando en profundidad, suspira antes de que se queda quieto para luego empezar a sacudirse, él hombre empuja en mi una y otra vez, cada vez empujando más duro y más profundo. Mis manos se aferran a la cama y aprieto mis diente sobre la mordaza, tratando de soportarlo, cuando algo presiona con fuerza sobre mi espalda, son codos lo que hace más difícil respirar, el hombre empuja con más fuerza, más salvajemente. Sus manos agarran mi trasero, él me monta hasta que estoy tan herida que no lo puedo soportar, mis rodillas comienza a rendirse, él se sale después de echarme un liquido que se caliente en mi trasero y se corren en mis piernas. 

Camina por la habitación, escucho el sonido de sus pasos, su voz.

-Ella está muy apretada-. Dice el hombre.

-Mucho-. Ellos hablan, pero yo no estoy escuchando, estoy mordiendo la mordaza, hago sonidos ya que no puedo gritar, esta vez Giacomo cruzó la línea. Una mano acaricia mi mejilla y me saca de mis pensamientos.

-Respira-. Giacomo dice, lloro, mi boca me duele, mis brazos también y ni hablar de mis rodillas. Tiro de mis restricciones, ignorando las advertencias de Giacomo, tirando de mí misma más y más fuerte. Mis rostro se está destrozando contra el colchón, pero sigo luchando para liberarme.

-Empújate contra a mi-. No me muevo, yo solo quiero salir de esto. Se retira, por un momento no pasa nada, entonces me azota fuerte.- ¡Hazlo!-. Giacomo empuja dentro de mi y me muevo. No puedo respirar, no me puedo mover, yo no puedo hacer esto.

Mi cuerpo está cubierto de sudor, mis muñecas duelen, no estoy entendiendo nada de esto, no entiendo por qué estoy húmeda o por qué quiero que Giacomo me toque de nuevo, nada de esta mierda tiene sentido, pero mi cuerpo responde a él, no puedo evitarlo. Me empujo de vuelta a sus caderas, sintiéndolo dentro de mi. Giacomo me toca otra vez, acariciándome y haciéndome gemir, siento las correas que me cortan la circulación, me muevo violentamente otra vez, o lo intento, pero no hay afloje, mis uñas arañan la cama, no puedo seguir soportando esto, la voz de Giacomo está en mi oído, pero no escucho, grito en la mordaza, pero sé que esto aún no termina. 

Estos es lo que él quería, tenerme luchando, llorando y totalmente fuera de control, se empuja contra a mi más y más fuerte esta vez, pero en el último segundo se mueve. Sus caderas golpean a las mía y siento su erección hundirse en mi trasero otra vez, los dedos de Giacomo se enreda en mi cabello y hala muy fuerte, tirando mi cabeza hacia atrás mientras sigue empujándose dentro de mi. No hay sutileza en las acciones de Giacomo sino una bestia desesperada por devorarme.

Giacomo me echa un liquido que se siente igual como lo que me echó el hombre desconocido hace un minuto, es caliente y su textura se siente muy pegajosa, hago quejidos pero los hago con dificultad porque la mordaza no me deja ni hablar, estoy esperando que Giacomo me desate, pero no lo hace, a mi lado la cama se hunde y escucho su voz en mi oído.

-Hay muchas mujeres que fantasean con estar con dos hombres, pero esa idea te asusta ¿Verdad? No ver su rostro, no conocer su nombre, es demasiado para ti-. Unos dedos me tocan la mejilla y sobresalto, no sé si son los dedos de Giacomo o del otro hombre.

La venda se desata y pude ver a Giacomo, nada más con su camisa blanca abotonada, su pantalón está desabrochado que sólo se le ven sus boxers. Está acostado de lado junto a mi observándome, yo, en cambio, mis lagrimas salen y sigo llorando, extiende su mano, apartando el cabello de mi cara, trato de liberarme, quiero gritarle pero él no me quita la mordaza, que por cierto es de bola.- El miedo es como el amor, tienen la misma profundidad y la misma intensidad-. Está mirándome, como si lo que me hizo fuera algo glorioso. Giacomo se levanta de la cama, abrocha su pantalón, toma su chaqueta y su corbata. Mis ojos me duelen, mi boca también todo mi cuerpo está adolorido e intento liberarme pero no puedo.- Bueno...Fiamma, te dejo, tengo que ir a trabajar, te veo después-. ¿Qué mierda? Él no me puede dejar aquí en este estado, trato de gritarle pero él simplemente se retira de la habitación y cierra la puerta con seguro.

2 Horas Después...

Sigo encerrada, atada y con la mordaza de bola metida en mi boca, desde hace rato que estoy llorando, trato de quitarme estas correas que me atan y me dejan inmóvil, mis brazos está acalambrados al igual que mis piernas. No puedo creer que Giacomo haya llegado a tanto, pensé que sólo me quería para él, que él solamente era el único que podía tenerme, no sé que hacer, mi cabeza me duele de tanto llorar, mis diente duelen de tanto morder la mordaza. Inesperadamente, abren la puerta, giro mi cabeza y es Giacomo.

-Hola, Fiamma-. Saluda. Dejo caer mi rostro en la cama, esto es lo que me faltaba.- Fiamma, sé que debería desatarte y liberarte, pero..-. Se sienta al lado de mi rostro.- No lo quiero hacer, ya quiero que conozca mi mundo-. Besa mi espalda.- Así me gustan las cosas-. Se baja el cierra y siento su dura longitud en mi nalga y luego me empuja hacia él, haciendo que choque contra sus caderas, otra vez esto.

Ya esto ha sido suficiente para mi, no puedo seguir tolerando esto, sé que dije que lo haría con tal de salir de aquí pero no sabría seguir soportando esta mierda, este tipo aparte de ser un pedofilo, es un sádico. Mi familia me sacrificó para que yo fuera la moza de este hombre y por culpa de ellos yo estoy pasando por esto. Giacomo se corre en mi trasero y se vuelve a ir y me deja atada otra vez.

¡Dios! ¿Cuando esto terminara?...

$Vendida$Donde viven las historias. Descúbrelo ahora