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¿Podría siquiera su subconsciente desear pertenecer a alguien más? ¿Quizás era una fantasía oculta en lo más profundo de ella? No, ni bromeando querría algo tan estúpido como ser propiedad de una persona, al igual que fuera un objeto recién adquirido; sin elección ni voz. Sin embargo, si contará aquel sueño como inquietud a su madre o a su padre, ellos responderían de la misma forma —relajados, indiferentes y tal vez con una sonrisa curvando suavemente sobre sus labios—, como si tuvieran ya las palabras y gestos ensayados para convencerla: No significa nada, cariño, solo fue algo de tu imaginación.
Pero no estaba tan segura de aquello en ese preciso momento, ni cuando su madre le fue hablar de manera gentil para que se arreglara para la escuela.
Al bajar vestida, se encontró con su padre ya sentado en la mesa con una taza, de lo que sospechaba fuera café, en la mano derecha, mientras con la izquierda revisaba algo en el teléfono, y su madre caminando entre la cocina y la sala ordenando algunas cosas.
—Abigail, ve a terminar o llegarás tarde —dijo sin mirarla. Estaba demasiado ocupada para siquiera notar que solo le faltaba cepillarse los dientes.
Aún así, con voz calmada y una gran sonrisa para su padre; que la escrutaba buscando alguna razón del porque se veía así en aquel día, respondió:
—Esta bien, aún falta mucho para que sea la hora de entrada. No llegaré tarde.
Luego sin más, Abigail se fue al baño para lavar sus dientes, y donde luego de alzar la cabeza vio su reflejo en el espejo descubriendo el porque la mirada tan intensa de su padre. Era obvio que no había dormido nada y su rostro lo estaba gritando con fuerza a los siete vientos. Quien estaba frente al espejo era una chica con ojeras, ojos somnolientos y el cabello alborotado —aún cuando pasó más minutos cepillándolo que vistiéndose—, sin contar la pasta de dientes saliendo de la comisura de su labio inferior. Agh, se lavo el rostro y cepillo su cabello nuevamente para así salir rápido de casa. Necesitaba pensar, distraerse. Solo fue una pesadilla y ya parecía morir, era demasiado débil, patética, además que no deseaba tener una charla con sus padres por lo de su aspecto, o eso intento evitar en su huida rápida de casa, que no funcionó en nada.
—Hija, ¿ocurre algo? —Fue su padre quién hablo esta vez, estaba de pie junto a ella y con su mano derecha la detenía por el hombro—. Pareces cansada, ¿no dormiste bien?

Locura infinita. ★Jason the toymaker★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora