Por favor

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Se había volteado en el preciso instante que sintió la mano cálida de Jason envuelta en su muñeca, provocando una corriente eléctrica tan sorpresiva e intensa que casi soltó un grito. Y él sin esperar un minuto más, la arrinconó contra la puerta donde estuvo a segundos de salir, ¿qué pasaba? ¿Acaso no le permitiría irse? Imposible, hasta ahora Jason nunca tuvo problemas con que fuera por ahí en la casa o por el bosque, entonces, ¿qué?
Abigail alzó la mirada desafiante y determinada, pero al verlo todas sus ideas cayeron de golpe y su ira se desvaneció por completo dejando un vacío en su interior que dolía. Jason no estaba molesto, no tenía fuego en la mirada y tampoco fruncía el ceño como ella había imaginado y hubiera preferido, porque sería más fácil irse. No, él estaba herido, su temple lo demostraba todo en un ceño de tristeza y sus ojos… Oh sus queridos ojos miel que siempre habían brillado cuando la miraban, que emitían calor y fuego, se encontraban perdidos en pensamientos del pasado; dolorosos y oscuros.
—Abigail, por favor —suplico en un susurro con voz lastimera. Jamás lo vio de esa forma. No quería seguir mirándolo, así que bajo su rostro negándose a continuar allí, le dolía y su pecho se comprimía al saber que ella lo estaba provocando—. No te vayas, no ahora. Te lo suplico.
Ella volvió a negar con la cabeza incapaz de hablar, necesitaba saber que pasaba a su alrededor, pelear por su vida.
—No lo entiendes, no puedo perderte —siguió él, soltándole la muñeca para entrelazar sus dedos—. No cuando al fin te encontré.
Sus palabras resonaban en su mente golpeando cada rincón como un eco. Al fin la encontró, por más raro que sonara, no sospechaba de ello, es más su mente estaba de acuerdo con estas mismas, gritando un ¡si! En respuesta. Pero estaba mal, tenía que salir de allí ahora. Le solto la mano y lo empujó mirándolo con todo el valor posible para no quebrarse ahí mismo.
—No, hay solo una forma en la que no me vaya. Dime todo y permaneceré aquí.
Con la tristeza y el silencio, solo llegó más silencio que daban una respuesta que Abigail no quería, porque debería irse, buscar por ella misma respuestas y eso significaba acercarse más a los Behemá. Estaba consciente de que aquello era peligroso, como si un buceador se acercara a la boca de un tiburón para contar sus dientes, o un alce fuese a la cueva de los lobos par averiguar de qué trataba el olor que salía de allí. Pero, no tenía otra solución hasta ahora. O esperaba a que Jason aceptara contarle la verdad, o decidía encontrarla por sus propios medios.
—Eso pensé —dijo mirándolo por última vez, afligida y traicionada, molesta y abandonada.
Luego tan solo dejo la habitación, abandonando a un Jason tembloroso por el dolor, roto y asustado, a punto de destabilizarse.
Bajo las escaleras con rapidez, sin hablar con ninguno de los demás miembros de aquel peculiar y raro grupo, ignorando sus miradas conocedoras de todo el asunto que crueles la juzgaban en una situación personal. Sin embargo al salir de aquella inmensa casa, se encontró con Tomás; el chico nuevo que la detuvo en un ligero choque al ir ambos caminando en dirección contraria.
—Disculpa —dijo él—, no te vi. Por cierto, ¿dónde vas con tanto afán?
Al igual que antes, lo miro con curiosidad y asombro. No podia aceptar aún el color tan vivo y radiante de sus ojos, como tampoco el hecho de que fuera un simple desconocido. ¿Debería confiar en él? Recién lo conocía, no sabía cómo reaccionaria o que le diría, pero al mirar en el pasado, nunca se detuvo por algo tan simple como no conocer a la otra persona.
—Me voy de aquí, y si piensas en detenerme te advertiré que lucharé así que no será fácil.
Una risa brotó de él, cantarina y alegre, lo cual la desconcertó porque esperaba de todo, menos eso.
—Yo no haría algo así, no soy quien para detenerte. Además ya saludé a todos así que, ¿puedo acompañarte?
¿Acompañarla? Se preguntó, ¿por qué haría tal cosa? Bueno tampoco deseaba ir sola entre todo ese campo, y luego entre las calles de la ciudad de los Ángeles, donde podría perderse fácilmente por la falta de información además que no recordaba con exactitud como llegaron allí. Lo cual fue hace días atrás con ella envuelta en el cansancio.
Abigail esbozo una sonrisa amplia, mientras aceptaba la idea, no sería malo ir acompañada por alguien sin conocimiento como ella, y al ser recién conocidos no sabían nada del otro, lo que significaba ninguna incomodidad o miradas llenas de desdén, riéndose de su impertinente actitud.
—Te seré sincera, no recuerdo como ir a mi destino, pero encontraré una solución.
—No importa, somos dos cabezas pensantes, podremos buscar un camino a tu destino —la ánimo.

Y así fue, lograron crear un camino lleno de buses hasta la pequeña comuna donde vivía Emilie; su pequeña y adorable amiga a quien extrañaba demasiado. Como no tenía su celular en mano y tampoco dinero suelto para utilizar un teléfono público, llegarían de sorpresa, una muy buena según pensaba ella, aunque se encontraba nerviosa y ansiosa, deseaba que estuviera allí en su casa, que la recibiera y que sus padres… que ellos no estuvieran ahí.
Cruzo sus dedos anhelando con todas sus fuerzas que lo que habían ido a hacer saliera perfecto, y luego tocó el timbre esperando una respuesta con el corazón acelerado.
……
…...
—¿Quién es? —se escucho la voz dulce y calmada de su amiga.
—¡Emilie! Soy yo, Abigail —exclamo sin poder contener su emoción, lo que atrajo la sorpresa de Tomás.
—Es maravilloso lo fácil que puedes estar feliz, antes pensaba que era un trabajo difícil.
Pasaron solo segundos y Emilie, la chica de estatura baja, cuerpo delgado y un cabello hermoso, salieron disparada de la entrada directamente a los brazos de Abigail. Ambas se abrazaron con alegría, riendo como un par de niñas mientras se decían lo mucho que se extrañaban. Quizas para un tercero fuera exagerado, pero ellas no habían estado tanto tiempo lejos desde que se hicieron amigas, y nunca imaginaron que pasaría, o que en un futuro sería peor.
—Eres una idiota, ¿sabes lo preocupada que estuve desde que llamaste? Pensé que te habían matado o algo.
—Lastima que seguirás sufriendo con mi presencia —bromeó Abigail, sin soltarla.

Locura infinita. ★Jason the toymaker★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora