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—Abigail... —la llamó con una suavidad que provoco que apretará con más insistencia el libro, dejando sus nudillos con un ligero color blanco.

¿Por qué no lo negaba? ¿Por qué simplemente no le respondía para calmar sus dudas y miedos? Tal vez era verdad, él planeaba abandonarla luego de haber traspasado la soledad que la envolvía. No lo permitiría.

Sin decir una palabra lo tomó por la muñeca y corrió llevándolo al bosque, donde le contó las historias que vivió con una sonrisa, en el lugar que su mente se expandió por la felicidad de saber que habían mundos y vidas más allá de esa jaula de oro en la cual vivía. Corrió hasta que sus piernas temblaban y su respiración fuera superficial, donde los inmensos árboles lo rodeaban todo perdiéndolos en un frondoso bosque, lleno de aromas nuevos y ruidos desconocidos. Se detuvo cuando su brazo no pudo tirar más de aquel hombre, que en ningún momento intento luchar y huir.

—Abigail —volvió a llamarla, pero esta vez una sonrisa pequeña se hizo presente—. Para la próxima avísame, hubo una roca que casi me tiro al suelo y la escena de mi cayendo sobre ti no te habría animado.

Por las estrellas. No se pudo contener y se giro decidida a él, propinándole un golpe en el pecho.
—Eres un idiota, no sabes lo aterrada que estaba, pensé que tú te irías y yo —titubeo en el último minuto cuando su voz se quebró—. Jason no se que me haz hecho, no he dejado de pensar en ti y nuestro viaje.
Oh.

Jason la miró impasible, recorría con lentitud cada parte de su rostro, memorizándolo con intensidad y cariño hasta terminar sobre sus labios, y luego volver a sus ojos.
—No pensé que todo este tiempo estuviste preocupada y asustada por mi culpa, Abigail. —Con cuidado la tomó por las mejillas esbozando una sonrisa envuelta por un amor nuevo. Jamás imaginó que un simple toque podría ser tan suave—. No vuelvas a tener miedo, ni sentirte sola, nunca más. Yo no dejaré que pase, siempre estaré aquí a tu lado, buscándote donde sea que me necesites, aún si te encuentras a mundos de distancia, o si tengo que aprender un idioma completamente nuevo para llegar a ti, lo haré Abigail, créeme.

Quien imaginaría que esas mismas promesas podrían algún día convertirse en una horrible maldición, que los perseguirían a ambos por la eternidad.

Con un suspiro calmado, asintió volviendo a ser abrazada por un hormigueo que se intensifico en su vientre, permaneciendo allí en todo momento, hasta que ambos se alejaron al avanzar más adentro de aquel gigantesco y hermoso bosque, cuya luz tenue provenía de las mismas flores y hojas, siendo absorbida por el suelo creando pequeños brillos igual que las estrellas, que otorgaban una ilusión infinita al caminar. Abigail que era nueva en aquellos lugares como en las emociones, había comenzado a reír a medida que daba giros con los brazos estirados. Podía sentir una brisa suave acariciar su piel, mientras que los pequeños rayos de sol que lograban filtrarse entre las ramas abrazaban su cuerpo con aquella cálida sensación. Su cabellera que antes había estado oculta por el paño, ahora bailaba libre embelesando la mirada de Jason, quien era contagiado por su alegría y tomaba valor para sujetarla de las manos, y girar con ella como si fueran dos aves libres.
—Tienes que enseñarme más —decía entre risas Abigail. Su felicidad y energía eran únicas y brillantes, completamente nuevas e inocentes. Por lo que un soldado común que siempre había sido envuelto en una vida llena de luchas, riesgos y muertes, fue rápidamente cautivado creyendo que la vida podría cambiar.
—Por supuesto que lo haré, te mostraré todas las maravillas que conozco.

Su viaje fue de inmediato ya que Abigail no lograba esperar un solo minuto más, y Jason no pudo rechazar aquellos deseos. Fueron al mundo más cercano, cuyo camino ni siquiera necesito de días o largos vuelos para llegar, sino que al pie de la salida del bosque junto a dos pilares hechos de rocas, se hallaba una puerta invisible ante la vista que abría un camino entre dos mundos, el de Abadón y la tierra. El hogar de varias especies incluyendo a los humanos, que la asombraron por su extraordinario parentesco, diferenciándolos pocas cosas como; la vestimenta, el idioma, la cultura y la forma en la que coexistían con ciertos animales.

Aquel día jamás lo olvidaría, sus ojos destellaban de curiosidad ante las pequeñas cosas; como los pequeños conejos que se acercaron a ellos permitiéndole acaricarlos, algo que, por las palabras de Jason era extraño de verse en esos animales tan pequeños y asustadizos. Sin embargo el momento fue más corto de lo que quiso, las horas habían pasado y tuvieron que volver a su propio mundo descubriendo que el tiempo corría de diferente manera, no solo el sol ya se había ocultado, sino que la noche se encontraba casi en su punto más alto, mostrando una preciosa luna menguante en el centro de un cielo tan negro como el abismo mismo. Con prisa corrieron de vuelta a la fuente donde se encontraron, Abigail había vuelto a cubrir su cabellera y Jason se alejo en el momento que pisaron el principio de las calles de piedras. Al final no podían ser vistos juntos a esas horas o su padre no tendría misericordia con él. En cambio ella por si sola podía crear varias excusas ante su ausencia, ya que era algo común por su gran curiosidad perderse entre las calles, jardines, o fuentes de aquel reino.

Los días avanzaban y los viajes se volvían cada vez más recurrentes, mostrándole vidas diferentes, en las cuales las personas se abrazaban, reían, vivían unidas creando familias en donde el amor lo rodeaba todo. Provocando una pizca de envidia por su parte. La forma de vivir que ellos disfrutaban era tan lejana a su realidad. Sin ser aislados o ignorados, podían experimentar el amor con libertad y sin confusiones, siendo independientes y libres. Abigail deseaba aquello, y cada vez que los miraba no podía evitar sentir la tristeza oprimir su pecho hasta un punto donde creyó que su corazón sería destrozado.
—¿Sabes, Jason? Estoy creando un plan para nunca volver, quiero vivir en la tierra.
—¿Eh? —Él se giro con rapidez, mirándola con estupor y miedo—. No lo dices en serio, ¿verdad?
Abigail le dio una sonrisa pesada y solo eso necesito para que él lo entendiera. 

Locura infinita. ★Jason the toymaker★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora