1. Peter Parker

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Queens, Nueva York {Actualidad}

Saltó sobre la azotea y se acomodó en el borde, dejando que sus piernas colgaran en el vacío. Cerró los ojos y dejó que su mente se vaciara. Últimamente el estrés le tenía bajo presión, oprimiendo su pecho y provocando que el llanto le acompañara hasta que los primeros rayos de sol volvieran a asomar por entre los edificios de Nueva York. Peter necesitaba un respiro. Un cambio en su rutina. Claro que alternar entre su vida de adolescente y su vida de súper héroe era divertido y le restaba poder al estrés y los problemas que lo atormentaban pero no podía seguir de esa forma. Llevaba casi cinco años siendo Spider-Man, desde aquel día en el laboratorio, cuando aquella araña lo cambió todo. Había vivido demasiadas cosas en muy poco tiempo y aún no lograba acostumbrarse a algunas de ellas. Cuando apenas estaba descubriendo sus nuevos poderes, aquel ladrón le arrebató a su tío arrancando así un pedazo de su corazón. Pasó mucho tiempo llorando en silencio, siempre a escondidas de su tía. Conteniéndola y apoyándola en todo lo que podía, borrando los recuerdos de una mejor época y maldiciendo a la araña por haberle picado. Si hubiese detenido al ladrón, Ben seguiría allí con ellos, se hubiese casado con la mujer a la que amaba y serían felices. Lo peor de todo es que a pesar de que el tiempo hubiese pasado, jamás se sintió capaz de contarle a May la verdad.

Dejando aquel tema de lado, Peter había conseguido muy buenas notas en cada curso a pesar de su doble identidad que lo mantenía ocupado la mayor parte del tiempo y su relación con May estaba en uno de los mejores momentos. Incluso Ned y MJ habían prometido guardar su secreto cuando se enteraron de su alter ego. Su vida no podía ir mejor. Faltaba muy poco para finalizar el curso, le faltaban un par de exámenes que debía aprobar y sería libre. Después de lo ocurrido hacía relativamente poco, cuando "murió" por culpa del Titán, May le pidió que dejara de ser un Vengador y este tuvo que explicarle que aunque no lo hubiese sido, los efectos hubiesen sido los mismos pues Thanos no elegía a las víctimas de su ataque.

Por otro lado, el señor Stark le había dicho que podría conservar ambos trajes, pues el Ironspider le serviría para misiones importantes y el otro para patrullar la ciudad como siempre había hecho. Le tenía un cariño especial a aquel traje, no solo porque era el primero que había tenido -quitando su «pijama»- sino porque había sido diseñado por el mismísimo Tony Stark, el hombre que tanto admiraba desde los ocho años. Adoraba usar aquel traje pues tenía a Karen y a su pequeña Drony y se sentía muy cómodo al llevarlo.

La luna estaba casi llena, decorando el firmamento junto a las estrellas. Las noches en Nueva York por lo general eran frescas, no llegaban a frías pero sí se necesitaba algo de ropa de abrigo. Aquella noche el frío calaba hasta los huesos. Se acercaba el verano y aún así el viento azotaba contra los edificios sin piedad. Habrá tormenta. Pensó mirando las nubes grises cargadas de agua que se acercaban lentamente a la ciudad. Probablemente sería bueno terminar su salida y volver a casa antes de que Thor decidiera jugar a las muñecas con él.

Se dejó caer al vacío lanzando una telaraña antes de llegar a rozar la copa de los árboles que adornaban las luminosas calles de la ciudad. Recordaba la extraña sensación que le había producido balancearse las primeras veces, cuando aún no estaba familiarizado con sus poderes. Ahora era todo lo contrario, aquel movimiento le relajaba como nada más conseguía hacerlo; se sentía libre y a veces, durante unos segundos sus problemas parecían quedarse atrás, liberándolo por completo. Tras balancearse por un par de edificios más, alcanzó la ventana de su habitación, entrando con cuidado para no despertar a su tía. Eran alrededor de las tres de la mañana. Por suerte no tenía clase al día siguiente así que podría descansar tranquilamente. Cerró la ventana, se despojó de la máscara y gateó por el techo hasta llegar a la puerta que seguía entreabierta, cerrándola lentamente antes de dejarse caer sobre la alfombra. Lo sucedido en aquella nave y aquel planeta desconocido lo habían hecho cambiar, darse cuenta de cosas que antes desconocía, había crecido. Suponía que era algo normal, tenía ya diecisiete años, debía madurar o acabaría siendo objeto de burla del mundo entero.

Enamorarse No Es Una Opción, ¿O Sí? | StarkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora