9. Holidays

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Peter despertó muy emocionado esa mañana. Había tenido una noche considerablemente mejor que las anteriores, ningún sueño, no despertó y por fin consiguió descansar. Para cuando Tony fue a despertarlo, Peter ya estaba en la cocina terminando de desayunar. Maletas hechas, listo y preparado para el viaje.

—¿Ya estás despierto?— Preguntó el mayor incapaz de creer que realmente hubiese despertado él solo. Conocía su pasión por dormir y sabía que no solía despertar hasta las once mínimo.

—Sip, ¿ya nos vamos?— Preguntó el contrario llevando su taza al fregadero par lavarla.

—Venía a decirte que me ha surgido una reunión muy importante y tenemos que marcharnos cuanto antes.— Informó Stark arreglándose la corbata. Volvía a su atuendo elegante, traje y zapatos caros, dignos de su propietario.

—Oh, de acuerdo. Cuando usted diga señor Stark.

...

El avión privado los llevó hasta su primer destino. Peter "aprovechó" para dormir durante las numerosas horas de vuelo. Tony sabía que aquel chico era capaz de dormir en cualquier lugar y a cualquier hora, sin importar las circunstancias. Debía asistir a una reunión importante nada más llegar pero su cuerpo simplemente no quería descansar, sentía que esa noche dormiría como un tronco. Ni sus problemas de insomnio arreglarían eso. El avión aterrizó en la isla a las tres y media de la tarde, hora local. El cambio de horario y las demasiadas horas de vuelo tenían a Stark estresado. Peter sin embargo parecía feliz, descansado y totalmente lleno de energía. Nada más salir del aeropuerto fueron recibidos por un chófer en un coche deportivo. Sabiendo el estado de agotamiento del mayor, tanto físico como mental, Peter pidió al chófer que no lo dejara conducir. No creía conseguir algo pero para su sorpresa, Tony accedió, dejándose caer en el asiento del copiloto.

No estaba seguro de cuánto tiempo se quedarían allí pero era su primera vez en una isla y no pensaba desaprovechar su visita. Todo a su alrededor estaba escrito en español, idioma totalmente ajeno a su conocimiento. Claro que sabía las nociones básicas como "hola" y "cómo estás" pero si no fuese porque Tony tenía traductores virtuales personalizados, no hubiese entendido que se encontraban en La Palma, una de las siete islas componentes del Archipiélago Canario.

Peter suponía que dormirían en un hotel o algo por el estilo, sin embargo el coche los llevó hasta una zona restringida, una mansión situada en uno de los puntos más altos, rodeada de bosque y con vistas al océano. Jamás podría haber imaginado algo parecido. Cabe mencionar que no era la primera vez que Peter veía el océano pues tenía uno en Nueva York, era diferente pero seguía siendo eso. Una gran mancha azul, llena de misterios que él no tenía curiosidad por averiguar. Prefería quedarse en tierra o en aire, no en el agua. Había algo en ella que simplemente no podía soportar, le causaba ansiedad por algún motivo y no era para nada agradable.

—Me voy a la reunión, debe haber comida en la nevera, puedes explorar lo que quieras, solo trata de no alejarte mucho y de ser posible, de no hacerte daño. Las habitaciones están en el segundo piso, puedes elegir la que prefieras.— Comentó Tony arreglándose la corbata. Se había cambiado de traje y arreglado el pelo. Claramente aquella reunión era importante.

—Claro señor Stark, no se preocupe, y... Suerte.— Respondió el menor con una sonrisa.

...

Las horas pasaron. Peter exploró la enorme mansión, apuntando lo que veía interesante. Ocho dormitorios, cada uno con su propio balcón, exceptuando el más pequeño, cinco baños, una biblioteca y una sala de estar, todo en el segundo piso. El piso inferior estaba constituido por un pasillo principal con cinco puertas, la cocina, el salón, el comedor, un baño y la entrada. Una pequeña cascada decoraba parte del salón, junto a las escaleras. Varios cuadros colocados con luces blancas adornaban las paredes. Numerosas plantas y flores exóticas colocadas siguiendo un patrón. Olisqueó una orquídea violeta. Un perfume envolvía cada rincón de la casa aunque no conseguía distinguir de dónde provenía exactamente. Bufó aburrido. Pronto oscurecería así que no tenía sentido salir. Dejó la libreta y el bolígrafo en una mesa cualquiera y bajó corriendo las escaleras. Una casa tan grande debía tener jardín, o por lo menos un patio. Recorrió los pasillos tranquilamente (ya que tenía mucho tiempo) hasta por fin dar con una puerta corredera de cristal. La abrió sin problemas y echó un vistazo al exterior. Un patio no sería la palabra exacta para describirlo. Una enorme piscina ocupaba gran parte del espacio, algunas mesas y sillas la rodeaban junto a pequeños árboles y flores.

Enamorarse No Es Una Opción, ¿O Sí? | StarkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora