Capítulo 10: Aún nos queda trabajo por hacer...

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Pasaron dos semanas... Qué rápido, ¿no?

Pues al parecer, a nuestro Bambi no se le pasó así... En su rostro podía notarse el cansancio que tenía... En cuanto la primera semana comenzó, se levantó temprano para viajar hasta la casa que pronto compraría.
Y... eso mismo hizo, la compró.

Se percató que estaba en un barrio... un tanto intranquilo pero alegre y bonito. Tenía vecinos así que aumentaba las probabilidades de tener amigos ahí. Regresó a su otra casa y avisó a su sirvienta de que se mudarían en cuanto terminasen de empaquetar las cosas.

La segunda semana se la pasaron cargando y descargando sin parar entre Sara, Minpha y él, haciendo demasiados kilómetros con el auto...
Por cierto, si os preguntáis si las llamadas extrañas dejaron de cesar, estáis equivocados... Varias veces Koichi descolgó la llamada y contestó pero sólo lograba escuchar aquella respiración agitada...
Estaba bastante harto y hasta pensó en cambiarse de número pero no lo hacía. ¿Tal vez por pereza o tal vez por que quería saber quién le llamaba?

¿Ya se terminó? ¿Ya nos podemos ir?— Dijo el pelirrosado alegremente merodeando por la casa por si se le olvidaba algo.

—Sí, señor... Por cierto, Minpha me comentó que en cuanto estuviésemos allí, le enviásemos la dirección de la casa. Que no prestó mucha atención cuando fuimos.—

—Está bien, vámonos.

Sara asintió con la cabeza y caminó tras el pelirrosado hasta llegar al auto. Subieron a él y se marcharon de allí para no volver jamás.

El viaje se hizo muy pesado, eran 3 horas conduciendo pero en el momento en que llegaron a la casa, Koichi volvió a renovar sus energías bajando tanto maletas como cajas y llevándolas al interior de esta.

"Minpha-Chan"

Menos mal que es él el que me llama y no ese número raro...— Balbuceó descolgando la llamada. —¿Sí?

Bambi, ¿ya estás ahí? ¿estás... cansado? Debí haber ido y ayudar... ¿A que sí?

—No, para nada. Todo está bien, no te preocupes.—

—Uhm... está bien. Se te nota animado, ¿podrías enviarme la dirección de tu casa más tarde? Quiero hacerte visitas inesperadas...— Rió un poco tímido a través del teléfono.

—Okay! Ya hablamos, tengo que meter algunas cosas...—

¿Pero qué vas a meter tú, alma de cántaro?Está bien..., Koi, ¡hasta luego!— Colgó la llamada dejando al pelirrosado mayor impactado por aquella respuesta. Empezó a reír y luego asintió dándole la razón...

Tan sólo eran las 7 de la tarde. Ni tan mal, oye. Koichi le envió la dirección a Minpha, dejó su móvil en la sala y llevó gran parte de las cajas a su nueva habitación. Las desempacó y sacó de ellas todo lo que se había llevado: libros, camisetas que no cabían en las maletas, pósters, peluches y más peluches, discos...

Mientras tanto, Sara se estaba ocupando de la cocina la cual era lo suficientemente grande como para contratar a tres cocineros y un par de meseros como mínimo.

"Número desconocido"

...

"Llamada perdida"

—¡Mierda, no lo cogí! ¿Por qué me llama tanto si después no me dice nada?— Suspiró llevándose las manos a la nuca. Respiró hondo y avisó de su ducha.

De una caja, sacó botes con sales, shampoo, geles, mascarillas... junto a otros productos más como la esponja o el aceite para hidratar la piel. Los llevó al baño y al entrar se sorprendió pues este parecía el de un hotel aunque un poco menos cuidado. Antes que nada, limpió todo el baño y ya cuando sentía que estaba en perfectas condiciones de ser utilizado, se desnudó, se miró en el espejo como de costumbre y se metió en la bañera permitiéndose relajarse por un buen rato.

—¡Señor, le preparé una rica sopa de miso!—

—¿Eh? Si no le encargué nada...— Murmuró. —¡Está bien, enseguida voy!— De todas formas, no podía negar que hambre tenía.

Salió de la bañera y se cubrió con su toalla; se dirigió a la que era su habitación y allí se vistió con rapidez para comer. Su pancita ya no aguantaba más, rugía como un león...

Ya allí, se sentó y su sirvienta, le llevó la sopa, cerveza y un cuenco con arroz blanco.

—Gracias, Sara, si gustas, toma un poco...—

—Está bien, gracias a usted, señor.—

Mi cerdito, mi lindo y tierno cerdito...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora