Capítulo 11: Confusión.

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"Número desconocido"

...

"Llamada perdida"

Ugh...— Entreabriendo los ojos, encendió su móvil y lo silenció para volver a dormirse. Eran las 4 de la madrugada... ¿Por qué le llamaban a esa hora? No lo comprendía...
Mañana bloquear...— Justo se quedó dormido, sin terminar la frase y con el dichoso móvil en la mano, encendido y alumbrando su rostro.

¡Buenos días, Bambi!

¿Eh? ¿Pero qué?— Se despertó de sopetón y aún sin saber que pasaba, cerró sus ojos cayéndose en la cama.

Venga vamos, ¡despiértate ya...!— Tomó a Koichi por los hombros e intentó levantarlo pese a la poca fuerza que tenía.

Déjame dormir más..., pesado...

¿Pesado? ¡No he venido aquí en vano, levántate si no quieres que te tire una cubeta con agua!

Minpha...— Se levantó lo más rápido que pudo de la cama y tambaleándose un poco se recargó en la pared. —¿Cómo que estás aquí? ¿cuándo llegaste?

Te dije ayer que quería hacerte visitas inesperadas así que eso hice. Me desperté temprano y me vine para acá. ¿Algún problema? Lávate el rostro de ciervo recien nacido y ayúdame a meter las cajas que te quedan en el coche. Ah, Sara me invitó a comer, así que me quedaré más tiempo...— Ordenó saliendo de la habitación para dejar a Koichi vestirse y demás.

Joder..., y eso que no hablabas a penas...— Pensó.

Veinte minutos o así después, el mayor estaba listo para ayudar... Aunque aún seguía con sueño cosa que le impedía pensar con claridad.

¿Minpha? Ya estoy listo...—

Voy a acompañar a Sara al mercado que hay al lado, tardaremos un poco... Ve vaciando tu cochecito, querido... y si vas guardando los objetos en su lugar, mejor que mejor...

¿Qué? Yo debería de ir...

Eh, chh, no. Tú no, tú hoy te quedas aquí, cuando termines, entonces... Bye, bye!

Minpha se marchó con la sirvienta del pelirrosado mayor quedando este completamente sólo y a disposición de la casa.

Bueno... ¿Por qué empiezo? Se preguntó saliendo de la casa para cargar con las cosas del coche.

Tomó dos cajas, dos de las más grandes y sin ver casi nada, caminó para llevarlas adentro pero algo no fue bien... se tropezó con su propio pie y chocó con alguien...

¡Lo siento!— Las cajas por suerte no cayeron pero las apartó rápido y sin mirar al frente, hizo una reverencia hacia aquella persona en señal de su disculpa.

—Tsk, no importa... Tenga más cuidado.— Aconsejó serio alejándose de Koichi y siguiendo su camino.

¿Eh?... Esa voz... No, es imposible... Claro que no es él... Está a tres metros bajo tierra por muy fuerte que suene... ¿Verdad? Creo que estoy alucinando...— Pensó. Su cuerpo se erizó cual gato asustado al girarse y observar a aquel chico. Tragó saliva y un poco tembloroso, se incorporó para segundos después, seguir a aquella persona.

Al parecer, se dirigía a la casa vecina del Bambi. Él continuó siguiéndole y estando a un metro y medio o así, a punto de dejar de caminar, dió una mala zancada e hizo ruido provocando que el chico aquel diese media vuelta y viese al pelirrosa.
La expresión de esa persona cambió radicalmente: de tener una cara larga y molesta a tener una de asombro totalmente.

Koichi quedó en silencio, sin apartar la vista de él, tembloroso y con muchísimas dudas. Tragó saliva de nuevo notando su corazón bastante acelerado. Se le iba a salir en cualquier momento o eso creía. No tenía ni idea de qué hacer, podría salir corriendo, podría acercarse a él o podría intentar no llorar y buscarle la lógica a todo aquello que estaba pasando en ese momento.

No optó por ninguna. Su queridísimo Tsuzuku estaba frente a él, no era ninguna ilusión, ningún sueño, nada de eso. Todo era real. Pero... él ya no lucía igual, tenía su cabello corto, incluso podía apreciarse el ojo tatuado en su nuca; estaba más fuerte y un poco bronceado. ¿Tendría razón MiA cuando dijo que Tsuzuku se fue a Dubai? Obviamente no.

—H-Hey, ¡pero no llores!— El azabache rompió el hielo cuando brotaron varias lágrimas de los ojos del pelirrosa y, acercándose lo más rápido posible a él, le abrazó sin soltarlo ni un segundo. —Estoy aquí...— Acarició el cabello de Koichi.

—¿Esto es real? Necesito ser pellizcado...— Las lágrimas dejaron de cesar cuando pellizcó su brazo y Tsuzuku pasó su mano por la mejilla del menor. —No entiendo nada, estoy realmente confundido...—

—Tantas noches sin dormir..., tantas veces te nombré..., tantas veces te llamé... Siento todas las molestias que causé... me sentía realmente solo...— Se apartó de él y agachó su cabeza apenado. Pasó por mucho durante ese tiempo que estuvo ausente, aunque nadie todavía lo sabía.

—Así que tú... tú eras el de las llamadas... Cambiaste de número...— Quedó unos segundos en silencio. —¿Qué provocó tu ida sin avisarle a nadie? ¡Tu madre me llamó y me dijo que te habías suicidado...! ¡Incluso te vi en el ataud! ¿Cómo lo hizo? ¿Por qué?  ¡Joder...! Sigo con tantas dudas...— Cerró sus puños con fuerza conteniendo las ganas de llorar. Estaba muy dañado pero intentaba disimularlo...

—¿Qué? ¡Me tienes que contar todo eso...! Es más, ¡lo exijo...!— Tomó a Koichi por los hombros y le hizo mirarle fijamente. —Por favor...— Susurró.

¡Koichi! ¿Dónde estás?— Canturreó Minpha, que llegaba de hacer las compras junto a Sara.

—Mierda, como te vean, se mueren ahí mismo. ¡Me voy!— Murmuró dándose la vuelta para irse.

Antes de que se fuese, tomó al pelirrosa de la mano y lo sostuvo: —Está bien, háblame en cuanto puedas, por favor. Necesitamos hablar...—

—Mucho, no te preocupes. Te llamaré más tarde... por cierto..., no sabes cuánto te eché de menos...— Se volvió tan sólo para darle un abrazo y después se fue corriendo hacia Minpha, que estaba lejos de ahí. A saber qué excusa se inventaría para justificar que no hizo nada de lo que le ordenó...

Mi cerdito, mi lindo y tierno cerdito...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora