Capitulo 13

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Yo siempre concebí en mi mente la imagen de Adriano como un ángel de nobles alas que me salvó cuando toqué fondo; pero ese ángel se dejó seducir por seres infernales, endemoniados, maliciosos ¿Quiénes eran? Pues un grupo de chicos de su grado, "populares" eran llamados ¿Qué hacían para resaltar del resto? Ser guapos ante los ojos del inmenso grupo de chicas ciegas o desesperadas del colegio. Para mí eran nada más ni nada menos que los corruptores de mi noble ángel, eran los que le quitaron la venda de la inocencia y la ternura para llevarlo a conocer un mundo lleno de depravaciones que él nunca había conocido y que le causauron una tentadora curiosidad. Pues eso es lo que pasó exactamente, Adriano se dejó llevar por la tentación del alcohol, los cigarros, las drogas y las fiestas pervertidas donde de noche todos son de todos (y en donde al siguiente día, los mismos que se tocaron descaradamente en toda la velada vuelven a ser los mismos desconocidos que siempre fueron). Los celos me invadían por las noches hasta el punto de llegar a la locura "¿Con quiénes habrá bailado indecentemente? ¿Seguirá siendo casto? ¿Con quién se habrá acostado? ¿Qué nueva droga habrá probado? ¿Cuántos cigarros habrá fumado? ¿Cuantas copas habrá derramado?" Mi odio a ese grupo de muchachos iba en aumento día tras día. En los recreos o en las salidas, percibía como ellos me señalaban y se reían a carcajadas mientras que Adriano no les daba el pare y se hacía el de la vista gorda ¿Me dolía? Claro que me dolía, pero esa no fue lo peor de todo. Lina, la amiga de Ernest, se había vuelto muy unida a él (demasiado unidos diría yo). Los veía fumar juntos a escondidas, hablando de cosas que yo nunca logré enterarme. No me gustaba para nada la aproximación de Lina hacia Adriano, me provocaba unos celos desgarradores que en más de una ocasión no pude controlar. La encaré como cualquier mujer enamorada haría al ver que una zorra está asediando y poniendo en peligro la relación con su hombre. Y no sólo a ella, a Adriano le pedí también explicaciones. Le pregunté el porqué de sus actitudes "sarnosas" e inmorales, pero él me respondió con una sutil frescura indiferente, como si lo que hiciera fuera normal y aceptado por todo el mundo. "Eres una exagerada, yo decido qué hacer con mi vida" me respondía ante mis disyuntivas. Un día, ya no pudiendo contener la rabia y el dolor, rompí nuestra relación; él, borracho y tan cambiado, ni siquiera entendió las palabras que pronuncié. Ese día regresé a mi casa corriendo y llorando y mordiéndome la lengua. Nada ya tenía sentido. El amor, con todas sus aureolas y momentos dorados, se puso en contra mio y me dio el mayor de los sufrimientos. Yo lo quería demasiado, y él, para subir su autoestima y egocentrismo, hacía todo lo que hacía. No se si comprendes cómo me sentía. Realmente es desastrozo, desilucionante. Entonces entendí que aunque un hombre sea mayor que tú seguirá teniendo el poder de romperte el corazón con sus estupideces si es que una se lo permite. Mi Adriano, tan insensato y tan equívoco, me seguía queriendo. Yo mantuve viva la esperanza cual llama quemándose ante las brasas a que él regresaría a pedirme perdón. Pues regresó, pero no para pedirme perdón, sino creyendo que nustra relación seguía a flor de piel. Pero, lector, yo también tenía algo de dignidad; asi que no le consentí que me haga sufrir y con todo el dolor de mi corazón lo deje ir. Él se arrodillaba ante mi y me pedía perdón y lloraba y me suplicaba que regresase con él, y fue entonces en que mi dignidad fue débil y lo acerqué a mi pecho y lo volví a abrazar con el amor que aún me seguía sobrando. Andrés me insistía en que era una arrastrada, en que no lo merecía, en que un hombre así de cagado no podría brindarme el amor que yo esperaba, en que alguien que me quiera de verdad estaba esperando a que me olvidara de él, pero yo hacía oídos sordos ante sus palabras. Andrés se alejó de mi después de esa conversación y yo no entendía por qué. El mundo me dio la espalda durante todos esos meses. Sin Andrés yo no era nada, él era mi soporte, mi amigo, mi todo.  Es que se suponía que no debía estar sola. Se suponía que en esta tierra todos debían tener un amigo en quien confiar, con quien sincerarse, con quien sin sentido andar; pero yo ya no lo tenía. Y Lina trás de Adriano, arrastrándose incluso más que yo, me ponía peor aún. Y él no le ponía ningún pare. El saber que Adriano no había dejado sus malas juntas y sus malas mañas era otra cosa que me atormentaba. En un tiempo no muy lejano a ese, yo todavía era feliz, todo era lozano aunque vivía entre aquel ángel endemoniado. Y todo lo que había logrado había sido en vano, había pasado de ser la flor de estación a una flor fuera de tiempo, mi alegría plena se había convertido en un terrible desequilibrio emocional. Me sentía tan sola... "¿A caso no tengo habilidades que muchos han enviado desde siempre? ¿A caso no tengo el elixir del arte corriendo por mis venas en forma de notas, colores, trazos, tintas, movimientos y melodías? ¿Entonces por qué me siento tan infeliz? ¿Será porque no logro curar esta cicatriz?" Yo con sólo ver a Adriano o soñar con él me sentía en otro plano emocional, en donde los sentimientos adquieren otro tipo de sensibilidad y pasión y espiritualidad. Aunque mi vida con mi padre no fuera de lo más rosada, Adriano me hacía flotar en dorados ensueños. Sus brazos fuertes transformaban la mañana en un edén colorido y florido cuando me abrazaban. Todo era bonito ¡Ay Adriano! Si no hubieras cambiado todo hubiera sido tan distinto! Yo traté y traté de sacarte de todos esos vicios, traté de convencerte para caminar juntos en un sendero más sencillo y apacible, pero hacías caso omiso a los consejos que te daba con la más buena de todas las voluntades. Luego de pensar y darle mil vueltas al asunto, comprendí que la muerte de tu madre fue la gran pérdida que te sostenía en tus vicios ¡Pobre Adriano mío! Si tan sólo hubiera podido ayudarte... Estarías tan perdido, solo, desesperado y melancólico ¿Cómo no pude haberlo notado mas deprisa en aquel entonces? Culpable, culpable culpable. Adriano, Adriano, Adriano. Estimados editores, necesito en mi libro una página entera que repita su nombre las suficientes veces para llenarla y deleitarme cada vez más al leer una por una las repeticiones de su perfecto e italianísimo nombre... Tal vez esta página sería la ideal....

Adriano

Adriano

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⏰ Última actualización: Oct 19, 2014 ⏰

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