Otro día

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—Se le nota muy feliz... ¿No crees, Bestia?

Este ladró.

—Por fin encontró a alguien después de 17 años —miró a su perro —. Yo le dije que no era asexual ¿Ves? Tenía razón.

Bestia volvió a ladrar.

—Estropajo, te estoy escuchando —le dije cruzándome de brazos.

—¿Enserio? Yo pensé que estabas más lejos —me contestó sin mirarme.

Mangle se colocó a mi lado y miró a Springtrap.

—Tú debes de ser Springtrap —sonrió.

Y ahí sí que se levantó, sonrió y le estrechó la mano.

—El mismo —me mira pícaramente —. ¿El idiota se porta bien contigo?

Alto ¿Acaso me llamó idiota?...

¿Y acaso Mangle se está riendo?

—Tranquilo, se porta muy bien conmigo —reía Meg junto con Estropajo.

Y juraría que hasta Bestia se estaba riendo de mi.

—Bueno ya basta —pero nada, se seguían riendo —. ¡Agh!

En eso, me acerqué a Springtrap y le dí una "leve" patada en la entrepierna a lo que él, nada más sentirla, cayó al suelo.

—¡Fox! —gritó Meg.

—¿Qué? —le dije levantando los hombros —. Enseguida se le pasa, no te preocupes.

Ella frunció el ceño y se agachó para ayudar a Springtrap. Bestia también se acercó y empezó a lamerle la cara.

—¡No, bestia! —se quejaba mientras Meg se echaba a reír nuevamente.

Yo tampoco pude evitar soltar una pequeña risa que acabó en carcajadas junto a ellos.

Ayudé a Estropajo a levantarse y este me sonrió.

—Dentro de poco tengo que ir a trabajar, así que sólo vine para saludarte, hermano —le sonreí.

—¿Sabes? Conseguí un pequeño trabajo.

Me emocioné ante la noticia.

—¡Eso es genial! —exclamé seguido de una palmada en la espalda.

—Lo sé, lo sé —se reía.

Una hora después...

—Y... ¿Qué te ha parecido Springtrap? —le pregunté mientras me servía un vaso de jugo.

—Creo que tiene un gran corazón... —sonrió —. ¿Desde cuando se conocen?

—De toda la vida, nos conocimos en el orfanato —respondí.

Se me escapó una risa al recordar todos los buenos momentos que pasé con él.

—... ¿También estuviste en un orfanato? —susurró Meg.

—Sí... —me senté junto a ella —. ¿No te lo conté?

—Creo que no. Bueno, no importa porque... —me mira con tristeza —. Yo también estuve en uno —confesó —. Aunque supongo que ya te diste cuenta después de todo este tiempo...

—S-Sí, bueno... —empecé a jugar con mis dedos debido al nerviosismo que sentía —. Siempre decías que tus padres no estaban, trabajas muchas horas y tienes toda la casa decorada a tu gusto —sonreí al igual que ella.

—Sí... Es algo obvio si lo dices así —susurró mirándome tímidamente.

Ambos nos miramos y, lentamente, nos fuimos acercando hasta que nuestros labios conectaron. La agarré de la cintura con delicadeza para poder colocarla sobre mi regazo, ella me rodeó el cuello con sus brazos a la vez que enterraba sus dedos en mi alborotado cabello.

—Te amo... —susurré contra sus labios.

—Yo también... —me siguió, pero no me separé del beso.

Nuestros pulmones necesitaban aire, así que tuvimos que hacerlo.

—... Me encanta como besas —rió sosteniendo mi rostro con ambas manos.

Yo la abrazé con fuerza y así volver a juntar nuestros labios.

Si es que ya lo había dicho... Ella, simplemente me encanta.

¿Puedo confiar... En tí? [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora