PORQUE TE CREES INTELIGENTE, PERO NO LO ERES (1/2)
Chico de genitales peque... Yoongi
Es la quinta vez, en esta tarde, que me paseo como desesperado por la sala de mi casa. No puedo mantenerme quieto por mucho tiempo y la necesidad de romper todo a mi paso es muy potente.
Resoplo con fuerza cuando recuerdo la imagen mental que está grabada en mi cerebro: cuando Rong se sentó en las piernas de otro chico y le devoró la boca como si fuera el platillo principal de la cena... o mejor aún, como si fuera el postre y todo el chocolate juntos.
Agg.
—¡Imposible! —grito de rabia mientras no dejo de pasearme de un lado a otro.
Esa no es Rong. La Rong que conozco es la que degollaría vivo al que le pusiera una mano encima, la que amenaza con castrar a todo aquel que le hable feo. Esa de allí, la exhibicionista, la desinhibida e insensata besadora de chicos rubios con cara como para una portada de revista no es la Rong que conocí cuando casi la atropellé con mi auto.
¿Yo la llevé a ese estado? ¿Fue todo eso mi culpa?
Sí, yo no fui de gran ayuda todo este tiempo.
—¡Pero si ella es más fuerte que esto! —grito de nuevo, agarrando a golpes la pequeña almohada con forma de pera que sigue formando gran parte de la decoración de la sala gracias a mis primas.
Y hablando de ellas, ambas me observan desde la parte superior de las gradas, viendo cada uno de mis movimientos. Bajan en silencio y me miran como si hubiera perdido la cabeza.
—¿Se puede saber qué haces? —pregunta Pam. Lleva unos grandes lentes de sol que cubren casi toda su cara.
—Busqué a Rong de nuevo —digo, furioso al recordar toda la escena en mi cabeza—. Hice todo tal y como me dijiste.
Eso llama su atención y veo cómo se quita los lentes para tomar asiento en el primer sillón que encuentra. Eileen, a su lado, hace lo mismo mientras acomoda una taza de café entre las manos.
—¿Contactaste al Sr. Kuroiwa? —pregunta Pam.
Asiento con la cabeza. Al menos esa es la única parte de mi plan que parece ir de maravilla.
—¿Y? —habla Eileen, haciéndome señas para que lo cuente todo.
Resoplo de nuevo, con irritación.
—Ese no fue el problema, esa fue la parte más sencilla de todo —digo—. Él aceptó el dinero que le ofrecí y ahora daré su clase por las próximas semanas.
Ambas, Pam y Eileen, gritan y aplauden de alegría.
—¡Sabía que Rong estaría en esa clase! —dice Pam, emocionada—. ¿El Sr. Kuroiwa dijo exactamente lo que pediste que dijera? ¿El cuento ese sobre ser de la familia y toda esa mierda sobre ser músico profesional?
Le doy una mirada de advertencia y luego asiento con la cabeza, suspirando con cansancio. Pam siempre ha visto con molestia el que yo toque en una banda.
—Aun no entiendo cómo averiguaste todo —murmuro de mala gana luego de unos minutos.
Pam eleva una de sus cejas y sonríe con malicia.
—Digamos que Rong tiene una vecina llamada Lucy a la que le gusta dar información personal de forma gratuita... y quien, curiosamente, era la mejor estudiante y amiga del Sr. Kuroiwa.
—Eres malvada —dice Eileen, elogiando las habilidades de Pam. También yo las elogio.
—Lo sé —responde ella encogiéndose de hombros con falsa modestia—. Pero, Yoongi, cuéntanos más.