Capitulo 12

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—Es un un buen partido —mi madre guiña el ojo cuando entramos primero  —Si fueras tan lista como tú madre, ya estarían casados —suspira antes de que Esteban nos alcance

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—Es un un buen partido —mi madre guiña el ojo cuando entramos primero  —Si fueras tan lista como tú madre, ya estarían casados —suspira antes de que Esteban nos alcance.

—Tenemos una cita con los Marcha —dice una vez se coloca frente al gerente.

Su traje es negro por completo, salvo por su corbata de un color dorado, su pelo es cenizo y arrugas forman su rostro. Quita, sobresaltado la vista del gran libro frente a él y abre los ojos, impresionado cuando nos ve de pies a cabeza.

—Si... los están esperando —dice, nervioso agitando la mano y llamando a una joven —conducelos  a la mesa 17, con los señores Marcha —la chica asiente —Bienvenidos —su sonrisa es más reluciente que los ventanales a nuestro al rededor.

El lugar es una combinación entre vidrio y paredes plateadas con linternernas modernas que respiran una luz blanquecinas.

Algo se rompe.

Por un momento, volteó a todos lados buscando la fuente de estruendo, hasta que por fin, con melancolía y desconcierto reparó en que he sido yo.

David y Ellie se están besando entre cristales y luces blanquecinas.

Una imagen que quizá nunca se borre de mi sistema por completo.

Mis manos empiezan a temblar y las uñas de mis dedos se clavan con energía en mis palmas cerradas.

Respira.

—¡Gloria! —mi madre retrocede cuando Aleja salta sobre ella, un tanto el susto, un tanto el peso; no es que la señora Landgrave pesará mucho, al contrario era de esas pocas mujeres que a cincuenta años desearían lucir la figura y rostro de una mujer de treinta, quizá cuando tuviera treinta las personas darían por supuesto que tenía veinte, al igual que a los veinte luciría como si tuviera...

—Linda, puedes sentarte aquí con tu novio. Espero que no te moleste que me robe a tu madre —pestañeo, desconcertada observando cómo mi madre y Aleja empiezan a alejarse susurrando entre si.

Esteban toma una silla y empieza a alejarla de la mesa para luego observarme como si esperara que dijera algo.

Levantó una ceja dándole entender qué no se lo que quiere que haga.

El sonríe. Mi desconcierto aumenta.

¿Porque sonríe? ¿Se supone que debo entenderle? Con palabras se comunican los hombres, no con gestos y claves, aunque es dependiendo del oficio, claro un militar debe tener amplia información sobre claves y códigos pero esta es una cena, ninguno es militar, aunque puede que Esteban sea un espía después de todo planeando el asesinato del presidente y fingiendo ser fotógrafo durante estos dos años, entonces él...

Mi cuerpo vibra cuando su respiración caliente choca contra mi oído

Trago saliva.

¡Santa Papaya del Nazareth!

The Wedding Jacket |Cazadora de Bodas|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora