Capitulo 18

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—¿Cómo termine aquí?

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—¿Cómo termine aquí?

—Eso mismo me he estado preguntando... —contesto —todo este tiempo. —veo por el rabillo del ojo que Annie se rasca la nuca —No estés nerviosa.

—No quiero.

—Sí quieres.

—No, no quiero Estefanía.

Un león enjaulado. Si no la detengo va a matar a alguien.

Pueden que nos den comida...

—Y recuerden chicas, nada de calorías desde ahora —. Aleja, querida Aleja espero verte en el más allá.

Me voy —chasquea Annie.

—Bien —Annie nisiquiera puede dar ni un paso sin que alguien la intercepte. Primero fui yo, después fue Aleja y ahora son las chicas sonrío-aunque-sea-el-fin-del-mundo —, sigues tú.

Y así fue como nunca volví a ver a Annie. Amén.

El aire es distinto, más limpio, más brillante, más estético. No me sorprendería chocar con una celebridad.

Hay sonrisas por todos lados, sí pero por dónde quiere que piso siento una presión tirando de mi cuello. El piso es blanco, impecable, los castillos en el salón son grises, los ventanales cubren toda la pared lateral que si no fuera por el techo cubierto de lámparas pensaría que estoy en la calle. Pero no lo estoy, y la verdad es está:

Aleja Langrave es un monstruo.

No importa por dónde pise, por dónde me mueva, o que excusa ponga, no me quita los ojos de encima. No hay escape, no hay salida. Nada.

A este paso quien sabe que partes de mi queden en pie.

—Emmm... Las cejas, sigan presionando. Tienen que ser dos.

Son monstruos. No estilistas, no personas, son monstruos siniestros con herramientas de tortura.

Cada que quitan una ceja, siento una parte de mi alma salir por mi boca. Cada que intentan cepillar mi cabello, puedo verme en dos años por completo pelona. Cada que cubren de cera mis piernas, siento la necesidad de tirarme al suelo helado como si estuviese en un partido de voleibol y tuviera que recatar una jugada.

Avanzan, avanzan, avanzan y cada que intento escapar, cada que intento huir, moviendo mis ojos de un lado a otro buscando una salida. Ahí están ellas, con sonrisas amables y ojos abiertos. Tengo miedo.

—¿Por qué tenemos que estar aquí cuando nisiquiera hay fecha para la boda? —susurra Annie a mi lado.

—Bueno, querida uno nunca sabe —Aleja aparece por detrás y pego un salto en el asiento —, podría ser hoy, podría ser mañana, o incluso en un mes —puedo ver su sonrisa en el espejo —pero tenemos que estar listas.

The Wedding Jacket |Cazadora de Bodas|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora