Capitulo 1

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No deja de mover las manos, nerviosa casi estoy segura que puedo distinguir el sudor que corre sobre sus dedos, ya va media hora que no para de moverlos, con desesperación

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No deja de mover las manos, nerviosa casi estoy segura que puedo distinguir el sudor que corre sobre sus dedos, ya va media hora que no para de moverlos, con desesperación.

—Para —le ordenó, aunque más bien suena como una súplica —Me pones nerviosa-le reprochó —Verte así, me dan ganas de tirarme por la ventana —lo pienso mejor —No, te tiraré a ti y dile adiós a tu boda del año.

Lenny me mira, malhumorada cuando cruza sus piernas de una manera torpe, y sus cabellos rojos se deslizan a su costado.

—No —me dice —No —y al parecer es todo lo que sabe decir.

Ruedo los ojos, pero entiendo lo que quiere.

Que me calle.

La mayoría de la gente desea que me calle; Annie desea que me calle mientras duermo, porque no la dejo pegar ojo, Edson desea que me calle cuando trae una chica a casa y adoptó el papel de mamá suplente, embarazosa y emocionada por dejar a descubierto sus fotos de Halloween, disfrazado de calabaza y Blancanieves, la vecina de abajo lo que más a deseado en sus noventas años de vida, es que me calle cuando el dinero no aparece para salir a un bar y, junto con Annie y Edson armamos un karaoke improvisado en la sala, los famosos de la televisión cuando comienzo a preguntarles sobre su vida privada, para lograr una buena premisa en la revista, Lenny cuando está ensimismada en su compromiso y su futura boda y yo... Oh.

—Te adoran —le digo a modo de aliento.

—¡Su madre no! —chilla.

—¡Es la suegra! ¿Qué esperabas? ¿Una tarta y la bendición?

—¡Si!

—Oh...

Ingenua...

—Me odia.

—No te odia.

—¡Me odia!

—No te odia...

—Lo hace

—Esta bien, sólo un poco -me mira, con reproche —Pero... Si tú... Hormonas - no comprende -las hormonas siempre tienen la culpa de todo —le digo, aunque es muy obvio.

Tuerce los labios y vuelve a concentrarse en sus dedos sobre el escritorio.

Suspiró.

Sigue sin estar tranquila, ¡a pesar de que ya le dije que la culpa la tienen las hormonas! Cierto, que las mujeres son muy complicadas...

—Tylor ya es un hombre -le digo, y es obvio, yo nunca me entere que fuera un guajolote —¡No conozco a un hombre más seguro e intimidante que él! Y si su madre no está de acuerdo con lo suyo, él todavía se casará contigo. ¡Por Dios, si su boda es en cuatro días!

Sonríe —Fue un error no decirle -se lamenta, cerrando los ojos con frustración.

—No es tu culpa que Claudia tuviera ambición por ver a Santa Clos.

—¡Salvaba osos polares!

—Eso -ver a papá Noel —Claudia ama a su hijo y lo comprenderá.

-Su familia —tuerce el gesto —Parece algo complicada —y con la idea sacude la cabeza.

La pelirroja me dedica una última mirada con el verde de sus ojos y puedo apreciar en ella tanto duda e incertidumbre, como alegría y dicha. Supongo, que eso es lo que sientes cuando te vas a casar en menos de una semana y que tu suegra apenas lo sabrá, no digo que lo haya vivido pero pienso que como luce Lenny es como debe de verse. ¡Lo que debe vivir una chica hoy en día! Yo sólo debo preocuparme por llevar donas los primeros viernes de cada mes a la casa, para ver cualquier película con Annie y Edson.

La oficina de mi jefe abre y de ella comienzan a salir los familiares de Taylor.

Ver a la familia Goodall siempre es una desgracia para mi autoestima y mi apariencia tan básica.

El padre de Taylor es nada menos lo que se diría un Adonis, al igual que su hijo, solo que a diferencia de el, su padre, Victor Goodall cuenta con una cabellera negra que se ha visto envejecida por los años, pero, en vez de sufrir desgaste y fatiga como ocurre con la gente normal, el señor Goodall parece de esos clásicos hombres maduros que al parecer lucen más atractivos conforme la edad les sobrepasa. Así es, ¡DiCaprio te llegó tu competencia!. En el artículo de hace tres semanas tuve el honor de poner a Claudia Goodall (quien decidió conservar el nombre de casada) en el número ocho de la lista de solteras más codiciadas, quien a pesar de ser dueña del cuarenta porciento de todas las acciones en la editorial, es poseedora de la más inalcanzable belleza femenina que se podría soñar a los cuarenta y eso que ella contaba con sus sesenta y algo, su cabello rubio seguía conservando los rizos y aquellos ojos verdes hacían caer a cualquier hombre mayor de los dieciseis años; tomado del brazo de su madre, su hijo, Taylor Goodall no paraba de susurrarle palabras que al parecer lograban cambiar los nervios de la mujer, ambos son muy parecidos, misma cabellera con mismos ojos relucientes y llamativos, la ligera barba que siempre lo acompaña, ahora se encuentra inexistente, quizá por la boda.

El ventilador parece cobrar vida, cuando de las puertas la menor de la familia sale, agitando la melena como si de la brisa del mar se tratará. Alguien debía ocupar el primer lugar en la lista de solteras más codiciadas, y ella era Ellie Goodall, quizá solo contará con el cinco porciento de todas las acciones (¡no vaya a morir pobre!), heredera del treinta porciento más, pero aquello solo era más que un lujo simple, Ellie jamás había necesitado nada en su vida, parecía no desear nada en lo absoluto, nada más que ayudar a los pobres del mundo, luchar por los animales, presentarse en millones de pasarelas y ser ganadora invicta en ciclismo, ¿acaso olvide mencionar que contaba con doctorado en derecho y una maestría en administración de empresas?, además de que habla más de siete idioma. Luchando por alcanzar la paz mundial, acababa de regresar de su viaje a Australia en apoyo a la organización "Ayuda a los niños del mundo" como voluntaria y, su piel bronceada daba prueba de ello. Ellie Goodall, sin duda era la chica más asombrosa que hubiera rondado la perfección y la hubiera alcanzado en toda la historia de la Tierra.

Todo alrededor parecía pintado para la familia Goodall, los cristales de las paredes parecían brillar de felicidad por reflejar sus siluetas, sus pisadas, fuertes, decididas y gráciles se escuchaban por la planta como señal de que los dioses habían bajado del cielo -o salido de la oficina -señal de que todos debíamos volver a nuestro trabajo y dejar el cotilleo.

En definitiva, estoy enamorada de la familia Goodall, y es que, ¿qué loco no lo estaría?

The Wedding Jacket |Cazadora de Bodas|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora