Capítulo 9. El campamento.

190 14 5
                                    

 Desperté con los ojos bien abiertos y tomando una buena bocanada de aire, como si saliera del agua después de un largo tiempo aguantando la respiración.

Parpadeé. Aquello no era el bosque donde me había caído del árbol al darle caza al inmenso jabalí. Me encontraba en una especie de tienda de campaña.

La estancia era rectangular, una lona anaranjada funcionaba como paredes. No era muy grande. Estaba tendida en unas mantas del suelo, en una esquina. En la tienda había unas hierbas y una especie de recipiente con un mejunje verdoso, el mismo que tenía a mi lado en otra vasija de barro más pequeña.

Después me fijé en la otra esquina. Allí estaban mis ropas. Un escalofrío me recorrió el cuerpo.

Miré debajo de las mantas y estaba en paños menores. ¡Qué vergüenza!

Pero eso era un mal menor. Las dudas me bloqueaban la mente. Tantas preguntas sin responder…

¿Dónde estaba? ¿Quién me había traído allí? ¿Qué me estaban haciendo? ¿Dónde estaba Alfredo?

En ese momento, entró un hombre más mayor que yo, con el pelo y la barba canosos, se detuvo en seco y, haciendo una reverencia, dijo:

 -Majestad, espero que vuestro estado de salud mejorase.-dijo. Me quedé patidifusa, y  no sabía que contestarle.

 - ¿Dónde estoy?- pregunté con un hilillo de voz- ¿Qué estoy haciendo aquí?

 - Majestad, con todos vuestros respectos, deberíais descansar un poco más antes de resolver vuestras dudas.- contestó amablemente.

 -Gracias por preocuparos, pero estoy bien ahora mismo. Contésteme.- exigí.

 - Ha estado inconsciente tres días, Odes, creo que ya ha descansado más que suficiente, dejémosle saber.- habló una voz al otro lado de la tela. Era una voz masculina, ronca. En seguida el hombre que la reproducía se adentró en la estancia. Era fuerte, no tan alto como Odes pero su altura era considerable. Con una sonrisa ocultada tras unas largas barbas rojizas y unos ojos pequeños encima de sus coloradas mejillas, noté que esbozaba una sonrisa de autosuficiencia- Y además, cuanto antes se entere de lo que pase y antes se recupere ya podrá hacer algo útil a parte de estar en la cama todo el día…

 -¡Silencio, Sanso! ¡Tú no tienes autoridad para decir lo que puede hacer o lo que no la reina!- replicó con furia Odes.

 - Lo siento señor.-los interrumpí  yo.- ¿Quién sois? ¡Y necesito por lo menos una mínima idea de dónde me encuentro y qué es lo que estoy haciendo aquí, no cree?

 - Si nos disculpas, Sanso, le contaré a su majestad que está haciendo aquí.-dicho esto avanzó hasta la abertura de la lona y la cerró expulsándolo con fuerza.- Bien, os contaré lo que queráis saber sobre lo ocurrido.

 - A ver…- empecé- Me caí de un árbol y quedé inconsciente en el bosque. ¿Quién me ha encontrado y traído hasta aquí?

 - Os habíamos localizado cuando salisteis para el castillo. Alfredo nos dijo que huisteis al bosque, ya cuando fuisteis a rescatar a Leonor. Nos dirigimos allí para traeros aquí y curar a Leonor, pero- esbozó una sonrisa triste- llegamos tarde. Alfredo nos contó que habíais salido a cazar y que aún no habíais regresado. Os encontramos y aquí está. – terminó.

 - Entonces, Alfredo os notificó que yo iba para el castillo. ¿Cómo os pudo notificar tan rápido y vosotros no llegar a tiempo?- soné dolida.

 - ¿Habéis oído hablar de las palomas mensajeras? Nos envió una carta.- sonó casual.

 - ¡Si cuando lo encontré no tenía nada!- dije- Ni papel, ni pluma, ni paloma.- sacó del bolsillo un trozo de papel escrito con una especie de jugo verde, algún zumo de alguna hoja. Me la mostró. Ponía, con una letra muy irregular: << en bosque>>.

 - Se las ingenió para mandarnos esto.

 - Vale. ¿Qué es este lugar?

 - Estáis en el norte. Sabéis que vuestro palacio está situado en el sur de Rosburn, en la región de Armia. Nosotros estamos en la región norte, Urtia.

 -Eso está a… ¡2 días a caballo! ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?-me preocupé.

 -Habéis dormido durante tres días y tres noches, majestad.

 - Bueno…-suspiré.- Esto es una especie de campamento, ¿no?

  - Sí majestad.

 - ¿Cuántos vivimos aquí?

 - Oh, no muchos mi señora.- respondió.- Apenas somos cincuenta personas.

 - ¿Y llamáis poco a eso? Me pregunto cómo lográis abastecer tal número de gente…

 - Bueno, nos turnamos para cazar.-dijo indiferente.

 - Un buen sistema.- contesté.

 - ¿Alguna pregunta más, milord?

 - Sí, sí.- dije.-  ¿Quién sois vos, y por qué, al igual que yo, escapáis de las garras de mi hermana?

 - Somos fieles a vuestro padre. Y somos fieles a vos, mi señora.-dijo.- Nosotros somos guardias, viejos amigos del rey.-añadió solemne.

 - Ya os recuerdo. – me acordé.- el general Odes.

 - Me sorprende que me hayáis recordado.- sonrió.- Ahora necesitáis descansar.- cerré los ojos y procuré dormir, aunque seguía teniendo curiosidad por donde me encontraba y no logré conciliar el sueño.

North Warriors (Guerreros del Norte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora