Capítulo 12. Una compañía inesperada.

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Antes de volver a la cama, mantuve una conversación con Odes de lo más interesante:

 - Odes… ¿Quién es Rurtersio?- había nombrado ese nombre en la conversación con los campesinos y sentía curiosidad.

 - Realmente, Rurtersio es un nombre en clave.- admitió.- Tenemos una especie de “espías” en por toda la región norte y por la sur. Convencen a la gente de que lo correcto es venir y nos informan de lo que pasa en la capital. Sus nombres en clave también son como un código para saber que los que llegan aquí no son traidores.- asentí, y luego añadió.- No tenemos suficientes tiendas para la familia que acaba de llegar… ¿Te importa acoger a alguien? Esta es Garsea.- se acercó una chica de la familia que tendría mi edad más o menos, diecisiete años. Hizo una reverencia y se la veía muy avergonzada.

 - Majestad…- musitó.

 - No, claro que no me importa. Garsea, te llevaré a nuestra cabaña, sígueme.- le sonreí.

 Llegamos a nuestra habitación, y me puse en cama. No había hablado desde nuestro primer encuentro.

 - Así que…- intenté entablar conversación.- ¿tienes hermanos?

 - Sí, alteza.- dijo.- tengo un hermano de dieciséis años y otro de diez.

 - Por favor.- dije en un tono cansado.- llámame Eva, y tutéame. No somos diferentes, después de todo.

 - Vale…

 - ¿Qué te gusta hacer?- pregunté.

 - No importan mucho mis gustos…- comentó afligida.

 - A mí sí.- repliqué.

 - Bueno, me gusta coser, hacer vestidos y telas. Pero no tengo dinero para telas. Mi madre fue costurera, pero no nos daba para mucho. Vuestra… quiero decir tu hermana subió los impuestos, no hemos podido pagarlos y se llevaron la rueca.- se escapó una lagrimilla por su mejilla.

 - Aquí no hay telas, o eso creo, porque aún he llegado hace unos días. A mí me gusta cazar.- esbocé una sonrisa torcida.

 - Es irónico.- se río pero se corrigió en seguida.- Perdona, no quería decir eso…

 - No te disculpes. Es cierto…- la tranquilicé.- Una princesa debería probar vestidos y no lanzar flechas a diestro y siniestro. Buenas noches Garsea.

 - Buenas noches…

***

Amaneció soleado. Un buen día para ir de caza. Cuando me desperté, mi compañera ya estaba en pie.

 -Buenos días.- dijo, como avergonzada. Notaba a Garsea muy tímida.

 - Buenos días.- me vestí y salí. Necesitaba hablar con Alfredo.

 ***

 -Alfredo.-lo alcancé.

 - Buenos días, reina.- dijo irónico.- ¿Vienes a salvar el día de nuevo?

 - No tienes derecho a hablarme así.- empezaba a enfadarme.- ¡Lo hice por el bien de todos! Deberías agradecerlo.

 - No te das cuenta de que no todo gira entorno a ti, ¿verdad?- me espetó.- Siempre quieres ser tú la que hace todo. Te unes a la caza y arriesgas tu vida de la forma más temeraria posible tú sola contra un guardia.

 -Eres increíble.- le grité y me fui. Cuando pensé que había arreglado las cosas con Alfredo, las estropea aún más. ¿No se da cuenta de que me siento inútil en constante protección, de brazos cruzados sin hacer nada?

Entré en el comedor en seguida para coger provisiones para la caza, como me habían indicado ayer. Me fui tan rápido como pude, estaba enfadada y a la vez ansiosa por poder cazar. Llevé el arco, aunque no me gustaba mucho. Mi fuerte era la espada, sin embargo no servía para cazar a un animal con ella a cierta distancia.

Localicé al grupo de cazadores. Sanso estaba en frente de todo el grupo.

 - Vaya, vaya, a su alteza no le ha dado la gana de aparecer antes.- me dijo, fulminándome con la mirada.

 - Bueno, a pesar de mi tardanza, Sanso no debo ser la última, así que debemos seguir esperando igualmente.- era la única que le plantaba cara a aquel patán, y no me daba ningún miedo. Era un cerdo y un cínico.

 - Princesita, te estás pasando conmigo.- advirtió, mientras su cólera le invadía las mejillas, ahora de un color rojizo.

 - Tú te pasas con todos.

Un silencio sepulcral se hizo en el grupo, interrumpido minutos después por los que iban llegando. El último se acercó corriendo; un chico de mi edad más o menos que reconocía, pero no sé porque.

 -Ah, Thomas, tú eres nuevo. Disculpado por llegar el último. Vendrás conmigo y me demostrarás tus habilidades.- dijo sin mostrar ninguna emoción.

Seríamos unos ocho plantados allí en piña. Sanso dio un par de instrucciones básicas.

 -Hay dos novatos.- empezó.- Por lo tanto, yo iré con uno. El otro creo que ya se las apañará después de su numerito de anoche.- comentó con desdén. Me alivió que no tuviese que ir con un viejo que me cortase las alas.- Recordad, que siempre hay que estar ocultos, por sorpresas que puedan suceder (algún guardia perdido por ahí) y para no espantar a la presa. Cada uno que se adjudique ahora un perímetro de caza por seguridad; una flecha dirigida a un animal puede acabar en la cabeza de algún compañero.

Se oían murmullos y después todos alzaban la mano:

 - ¡Yo el que va del arroyo al gran sauce!- exclamó uno

 -Yo el siguiente, del sauce a la roca de la Ninfa.- se adjudicó otro. Y uno a uno empezaron a hablar. Yo no conocía el bosque pero Sanso tuvo la amabilidad de adjudicarme una.

 - Eva, la zona del Helecho, queda a unos cuatrocientos metros del campamento. El que tenga la zona de la Rama, que acompañe a Eva hasta allí, quedan al lado.- ordenó. A continuación exclamó.- ¡En marcha!

North Warriors (Guerreros del Norte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora