North Warriors (Guerreros del Norte)

Capítulo 14. Despertar.

Noté una sensación cálida que me recorría todo el cuerpo. Abrí los ojos, estaba oscuro pero distinguí una luz cercana. Alguien había encendido una hoguera a mi lado. Dalibor ya no estaba, y yo ya no tenía la flecha clavada, sin embargo el dolor amenazaba con dejarme otra vez sin sentido y traté de limitarme a respirar.

No sé dónde estoy, pero esto no es el campamento. Estoy asustada. Ya he escapado de Dalibor a duras penas pero no creo que sobreviva esta vez.

Alguien se acerca y echa leña al fuego. Sólo veo una sombra pero no distingo nada. Advierte que me he despertado y viene corriendo hacia mí, plantándome un beso en los labios, dulce y lento. Sólo entonces sé de quién se trata y los sentimientos azotan mi cuerpo. Me despego de él unos centímetros.

 - Freddie… - le susurré y él sonrió.

 - Descansa, princesa. Mañana te contaré todo.- me tranquilizó.

No puedo descansar muy bien, el dolor sigue ahí y la curiosidad me carcome. Pasan las horas y por fin amanece. Me despierto y me siento más fuerte, pero aún abatida.

 - Alfredo…- le llamé.- tengo hambre. ¿Tienes comida?-tardó un poco en contestar porque aún estaba dormido.

 - Tengo aquí un poco de sopa de conejo.- me sorprende que tenga sopa de conejo con lo mal cazador que es él.

 - ¿Dónde estamos?- pregunté desconcertada mientras Freddie se acercaba con un cuenco de sopa.

 - Estamos más internos en el bosque.- comenzó.- Verás, Dalibor no venía solo. Sus guardias se empeñaron en buscar el campamento. Y como algún que otro cazador advirtió que teníamos compañía, nos dispersamos por el bosque y evacuamos el campamento. - me informó.- No ha muerto nadie, Y todos están en grupos de cinco con al menos un cazador para poder alimentarse.

 - ¿Por qué estamos solos?

 - Te estuve buscando por todas partes. Yo solo. Todo el mundo pensaba que a estas alturas ya te habían llevado, pero no desistí.- sus ojos empezaron a brillar como dos estrellas.- Hiciste un buen trabajo, estoy orgulloso de ti.- me sonrojé e hice un débil gesto con la cabeza, dando a entender  “no es para tanto”.- ¡Has vencido a alguien al que todos tenían por invencible, Eva!

 - Y casi muero en el intento. -rebatí.- ¿Y Odes? - ¿acaso estábamos tan separados los unos de los otros que ni siquiera podría ver a Odes o a Garsea? Ella era la única persona a la que consideraba una amiga en estos momentos.

 - No sé dónde está nadie. No me he esforzado en seguirles o buscarles porque tu salud es más importante que todo esto. ¿Qué tal te encuentras?- me preguntó.

 -Bien, intentaré levantarme.- le mentí. Aún sentía como millones de cuchillas a la vez se me clavaban en el culo. Me senté como pude en mi lecho, que estaba hecho de hojas pero ahora el peso de mi cuerpo se apoyaba donde tenía la herida. Respiré hondo y clavé una rodilla en la tierra y luego la otra, muy lentamente para no hacerme más daño. Alfredo me alcanzó una mano y me ayudó, y pronto estuve de pie.

 - Paso a paso, Eva, no te apresures. ¿Te duele?

 - Sí, un poco.-di un paso con la pierna buena, y otra con la mala pero me tambaleé, cayendo en sus brazos. Un abrazo cálido y fuerte, que me daba seguridad. Me daba confianza. Entonces fue cuando me di cuenta de que Alfredo había estado allí en todo momento, y solo yo había buscado excusas para no creerle. Comprendí lo mucho que hizo, hará y haría por mí solo por amor y sentí no haberle correspondido. Y cuando sentí que sus ojos me miraban a apenas unos centímetros de los míos, le besé y esperé  que pudiese expresar lo que sentía en aquel momento.

Esperé que me dijera algo que en el fondo había negado tanto tiempo.

 - ¿Me quieres?- susurró.

 - Te quiero.- respondí.

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El capítulo de hoy ha sido súpercorto, pero quería dejarlo así en el “te quiero”.

Mañana o pasado subiré uno nuevo porque este es muy corto y llevo tiempo sin publicar (¡perdonadme!) Quiero dar las gracias a todas mis lectoras/ lectores de todo corazón.