Capítulo 1

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›› Octubre, 2013 [Mathias Miller]

Luego de una semana lo peor ha terminado, ya no hay palabra que decir, ni papeles por firmar. Ha pasado una semana y aún tengo esa sensación de que en cualquier minuto me llamará para pedir que vaya a verle.

Es extraño.

Por veces solo alcanzaba a pensar algo como esto, pero ahora es una realidad tan palpable y firme que no tengo escapatoria.

Comienzo a recoger sus cosas, su ropa la coloco en la maleta y coloco a un lado su único par de tenis. Camino hacia la cocina y reviso los estantes.

—¡Demonios!—digo al ver que todas las medicinas están aún selladas.

Él jamás se atrevió a tomarlas. Con enojo las coloco en una de las cajas, y me dirijo a la habitación. Al llegar me detengo en el umbral al mirar en el piso los mandos del PlayStation, es inevitable no recordar que hace tres semanas él estaba restregándome en cara su victoria en el juego de Fifa. Me paseo por el lugar y posteriormente tomo los papeles de la mesa. Voy revisándolos uno por uno, son datos importantes.

—Estabas obsesionado con esto, Sebastián... no quiero pensar que por esto es que estás ahora en ese lugar.

La cámara...

La tomó y siento curiosidad por ver su contenido, pero recuerdo que le he prometido no hacerlo. La dejo en su lugar, y me enfoco en encontrar todos los documentos que él me ha pedido guardar.

Mi celular suena, es mi madre. Corto la llamada, y me apresuro. Abro cada cajón, y tomo todos los discos compactos, me levanto bruscamente, y me golpeo la cabeza con el librero. A mi lado cae un cuaderno, una especie de libro. Me agacho a recogerlo, y me doy cuenta que es de él; ha escrito cosas, fechas, nombres y lugares. Deduzco que es su diario, jamás lo imaginé siendo el tipo de persona que escribiera diarios.

Mi madre vuelve a llamar. Tomo todo rápidamente, salgo de la habitación, como puedo agarro las cajas. Debo llevarme lo necesario. No creo volver a este lugar en mucho tiempo; subo las cosas a mi camioneta y solo una de esas cosas coloco en el asiento del copiloto.

Su diario.

Es lo que necesito para entender lo que me falta para iniciar el Plan de honestidad.

Día. 1 [Diario de Sebastián]

A mis doce años estaba cansado de mudarme, de la vida que tenía y lo que se había convertido. Mamá con una carta judicial en mano y mi padre haciendo silencio durante el trayecto. Pero realmente estaba odiando al estúpido abogado de papá que llegó la noche anterior alarmado diciendo que debías irnos de casa. No sé si llamarla casa, porque apenas teníamos un mes en ella. Pero estaba arreglado, y debíamos irnos. No me dejaron despedirme de mis nuevos amigos, y en la madrugada partimos de la ciudad, como unos fugitivos.

Nadie me preguntó si estaba de acuerdo, nadie se molestó en saber la opinión del pequeño Sebastián. Solo me dijeron que tomara mis cosas y me subiera al auto.

Inicio por este evento porque fue cuando llegué a Belisa, fue a partir de mis doce años que mi vida cambio. No tuve una educación normal, cambiaba de escuela como cambiar de zapatos y eso ocasionó que me retrasara un año. Me encantaría poder decir que sabía los negocios de mis padres para ese momento, pero no es así, me enteré tiempo después al escucharlos a escondidas. Siempre supe que había cosas raras en casa, pero papá y mamá siempre se encargaban de hacerme ver lo bonito, lo que según ellos, era importante.

Los secretos de HarrisonWhere stories live. Discover now