Capítulo 8

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››Octubre, 2013 [ Mathias Miller ]

Estoy acostado en mi cama mirando el techo, llevo una hora en esto. Es el cumpleaños de mi hermanita, lo acabo de recordar, y quizás esa era la verdadera razón por la cual mi padre estaba irritado en la madrugada. Todo eso es una mierda, lo que pasó, y ella en ese lugar. Aún recuerdo cuando llegó a casa, era tan pequeña, apenas cinco años y nos sentaron juntos, dijeron: Son hermanos, deben quererse y protegerse de ahora en adelante. Ya era nuevo para mí tener un nuevo padre, y resultaba que también tenía una hermanita. Tuvo suerte de agradarme.

—¡Mat, el desayuno está listo!—grita mamá desde la cocina.

Me levanto, doy un suspiro y bajo a desayunar. Hay un poco de silencio en casa, y noto a papá un tanto distraído. Me siento en la mesa y me sirvo unas tostadas.

—Iremos a ver a Paulina,—informa papá—¿quieres ir con nosotros?

—Me gustaría, pero debo hacer algunas cosas primero, tal vez vaya al turno de la tarde.

—Está bien, cualquier eventualidad, nos llamas.

Asiento y aprieto mis labios.

Me pregunto si estaré haciendo lo correcto.

Una hora más tarde me dirijo al hospital y al llegar notifico en recepción que estoy buscando a la enfermera Diana Robin. Ella llega luego de unos minutos y me recibe con una gran sonrisa.

—¡Mathias! Un gusto volver a verte, y ¿dónde está el apuesto de tu hermano?

Agacho la mirada.

—Lo siento, yo... ¿Cuándo sucedió?

—Hace casi tres semanas. Creí que te habían notificado—Ella niega y noto sus ojos cristalizarse.

—Tuve la esperanza de que lo lograría, era un potencial... Pero Sebastián era tan terco. Y justo sucede cuando me transfieren al hospital de Belisa.

—Hay cosas que no pueden evitarse, sin embargo no estoy aquí por eso específicamente. Hay una cosa que Sebastián me dejó pendiente. Es sobre una chica, creo que murió en el dos mil once. Y creí que quizás tú me ayudarías con eso.

—Quieres que acceda a los archivos, ¿no es así?

—Solo si no te meterás en problemas... verás, es muy importante, lo era para él, dice que ocultaron eso a todos, y ella no merecía eso o algo así... Insistía mucho en ella. Y debo saber de quién se trata para cumplir con lo que le prometí.

—Entiendo... ¿dijiste dos mil once? ¿Un día en específico, un mes?

—Busca sobre alguna muerte extraña, algo ocurrido en los meses de ese año. Un reporte, algo.

—No es suficiente información pero veré que puedo hacer.

Diana se retira y yo me siento a esperar en la sala de espera. Ella fue una gran amiga, estuvo en algunas quimioterapias de Sebastián y solía comer pizza con nosotros cuando le tocaba internarse. Nos tenía mucho aprecio.

Pasaron casi tres horas hasta que llegó una carpeta amarilla y me hizo señas de que la siguiera a un cuarto de limpieza.

—Fue difícil buscar en los archivos e intentar usar la computadora sin que la coordinadora me pillara. No tenía ni idea de qué buscaba, hasta que leí un nombre, se me hizo familiar. Resulta que en octubre del dos mil once, hicieron una llamada de emergencia, una chica de aquí se había suicidado. Pero cuando la traían al hospital informaron que iban a trasladarla a Grace Field. A simple vista es una locura... ella debía ser tratada de inmediato, pero al parecer sus padres insistieron en no traerla aquí. Entonces, es ahí en donde aparezco yo, era la enfermera de turno esa noche. Nos notificaron que una emergencia llegaría. Pero cuando abrimos las compuertas, ella ya estaba muerta. Era una niña menor que Sebastián. Y la recuerdo, porque los doctores se apresuraron, y trataron de reanimarla, y mis intentos, junto con ellos no funcionaron. Y yo solo me preguntaba porque llevarla hasta ahí si ya estaba muerta. Era muy extraño.

Los secretos de HarrisonWhere stories live. Discover now