Capítulo 6

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››Octubre, 2013 [ Mathias Miller ]

En mi celular aún conservaba el historial de llamadas de esa semana, aún aparecía el nombre de Sebastián en el registro. Lo miro una y otra vez mientras como mi pizza. Estoy en el precipicio McGregor, estoy admirando la hermosa vista desde aquí, un silencio del mundo material que te hace apreciar los hermosos sonidos de la naturaleza; Sebastián había sido mi único amigo, se había vuelto un hermano. Y tenía miedo de descubrir algo que me hiciera olvidar todas las cosas buenas que él hizo por mí. A mi lado tengo papeles, documentos con información sobre su pasado, la historia que todos desconocen, y encima de ellos está su diario.

—En Belisa nadie es quien dice ser, ni yo he sido del todo sincero—comenta Sebastián, con una mirada fija al horizonte, una mano sosteniendo su cabeza inclinada, y la otra floja en su pierna. Yo lo miraba sin comprender, y aunque a veces creía que estaba loco, sabía que era la persona más sensata de este lugar.—¿El bar de tu familia es una propiedad comprada?

—Heredada, ha pasado por generaciones, antes era una fuente de soda y antes de eso un café... pero pensaron que estos tiempos el licor era más rentable.

—Así que no es una propiedad de Cervantes.

—No, quiso comprarlo hace unos años, pero mis padres se negaron.

—Hicieron bien, ya tiene suficiente... cuídate de él—soltó de pronto y me tomó desprevenido—. Aléjate siempre de los Cervantes. Parece un hombre amable, pero no lo es. Mira este pueblo, es inofensivo, casi perfecto. Pero en su interior, es oscuro, hostil y cruel.

Reacciono, y no sigo comiendo la pizza. Tomo su diario y abro la página que tengo marcada.

Día 6 [Diario de Sebastián Harrison]

No fui un héroe, fui un maldito cobarde...

Es cierto que todo esto lo comencé por alguien que apenas conocía, pero así habrá sido su impacto en mí que no importó sacrificarlo todo. Por más que lo intento, no puedo dejar de escuchar en mi mente su grito al caer por ese precipicio, Miguel López, fue una de las tantas víctimas de nuestro juego, la más inocente de todas, y la persona que me llevó a conocerme.

En ese precipicio la única luz provenía de la camioneta de Alexander. Y las únicas personas ahí aparte de él, eran Julián, Manuel, Tim, Mathius y Facundo. Yo en ese instante fui un personaje secundario, que es vez de defenderlo, se escondió tras unos arbustos para que no le vieran.

¿Por qué?

Porque soy un pávido, porque no quería que luego la pagaran conmigo, y en cierto modo creía que mi vida valía más que la suya. No fui yo quien lo lanzó sin importarle que vida estuviera destruyendo, pero sin embargo, en mí recae la culpa de su muerte al no atreverme a ayudarlo; sin más, mientras escribo esto en mi mente solo se van proyectando eventos que quisiera olvidar por completo, no solo este, es uno en especial que nunca me dejará en paz.

Ese lugar.

Ese chico.

Esa arma.

Ese disparo.

Esa sangre chorreando en la silla.

Ese momento en que mi vida cambió.

Los secretos de HarrisonWhere stories live. Discover now